Hasta la década de 1930, Entre Ríos contaba con más de 100 establecimientos productores de vino. Sin embargo, un combo letal entre baja de precios por la grave crisis económica del 29’, y un fuerte excedente en la producción de vid en Cuyo, una región que había recibido importantes incentivos para la producción, derivó en el problema de grandes cantidades de uvas que no podían procesarse por falta de bodegas. El camino elegido por el Presidente Agustín P. Justo no fue precisamente buscar un mayor desarrollo de bodegas, sino achicar la producción primaria. Y así Entre Ríos perdió sus viñedos.
Y sus vinos, una cosa prohibida a nivel industrial.
La infame prohibición cayó en 1993. Desde ese momento la actividad volvió a salir a la luz, aunque eso no se tradujo inmediatamente en un resultado en materia de inversiones. Al día de hoy, casi 30 años después del proyecto de Ley presentado por el senador Augusto Alasino, la actividad en la provincia vuelve a resurgir, lento, es cierto, pero también sin detenerse. Los productores saben incluso que el clima y las posibilidades geográficas les dan un plus. Y ahora además cuentan con la aprobación formal de la “Identificación geográfica” del INV.
“No podíamos poner en la etiqueta frontal que nuestro vino estaba hecho y envasado aquí en Victoria. En ningún momento, ni siquiera desde la creación de nuestro nombre, quisimos ocultar en qué lugar estaba ubicada la bodega, a metros del río Paraná. Pero no podíamos hacerlo y nos generaba mucho dolor, y por eso empezamos los trámites para poder lograrlo. Esto nos permite mostrar orgullosamente que el vino se hace acá y eso le da a la zona la posibilidad de que otras bodegas que se instalen puedan utilizarlo”, contó Verónica Irazoqui, CEO de BordeRío, en una charla con A24.com Agro.
Bodega
Victoria contará con su propia IG, la primera de Entre Ríos para la producción de vino.
Verónica y su marido, Guillermo Tornatore, hoy también ofrecen el servicio de “vinificación” a otros productores de la zona. La demanda actualmente no es mucha, pero la tradición vitivinícola en la provincia mesopotámica resistió pese a las décadas de prohibición y hoy otros establecimientos acompañan el andar de BordeRío. Remontando el curso del río Paraná está el establecimiento “Los Aromitos”, muy cerca de la ciudad de Paraná, pero también las hay del lado contrario, sobre el río Uruguay. Se trata de la bodega “Las Magnolias”, en Gualeguaychú, y de la bodega “Vulliez-Sermet”, radicada en Colón.
Éstas son las cuatro firmas industriales de la provincia, dentro de un “universo” de 50 productores, casi todos nucleados en la Asociación de vitivinicultores en Entre Ríos (AVER). La asociación, por estos días, ultima los detalles para realizar un censo de la actividad local.
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El INV aprobó la IG para Victoria en mayo; es el retorno de Entre Ríos a la producción de vino.
En BordeRío, en tanto, se consideran una bodega tipo “boutique” -pueden procesar hasta 70.000 litros al año, aunque por el momento están en el orden de los 40.000- en la que apuestan a la producción de vinos de alta gama y también al turismo que la cercanía con la ciudad de Rosario, a menos de una hora de distancia, les puede ofrecer. Y además para quienes busquen una escapada desde Buenos Aires, ya que se puede llegar por la ruta 9 o la ruta 11.
“Estamos trabajando con malbec, cabernet franc, merlot, syrah y chardonnay, la única cepa de blancos que desarrollamos. Son las que más nos gustaron cuando probamos los resultados”, asegura Irazoqui.
¿Tienen un preferido? Al parecer, sí.
“El merlot que sale es espectacular. Es la uva ideal para esta zona y este año empezamos a hacerla al 100% de su composición, hasta el año pasado había menos cantidades y los hacíamos en blend. Así que ya tenemos la etiqueta de nuestro vino 100% merlot”, definen en BordeRío.
Pero también le ponen sus fichas al cabernet franc. “Es una cepa que se adaptó de manera maravillosa”, la definen.
“Las IG’s potencian a toda la zona”
Martín Hinojosa es el presidente del INV desde principios del año pasado. Mendocino, de 46 años, es un hombre formado puramente en la actividad: llevó adelante una empresa familiar especializada en la actividad agrícola con una bodega localizada al ingreso de Tunuyán, pero además participó del Fondo Vitivinícola, Bodegas de Argentina y de la Cámara de Comercio de su departamento. Y también fue secretario de Industria de Mendoza (2011-2015) durante la gobernación de Francisco "Paco" Pérez.
“Las Identificaciones Geográficas” (IG) son más importantes que la conocida “Denominación de Origen y Calidad” (DOC). A pedido de los empresarios de determinada región, lo que hacemos en el INV es analizar de qué se caracteriza esa determinada zona en cuanto a suelos, el clima en general, pero también hasta donde se la delimita”, precisó Hinojosa ante el llamado de A24.com Agro.
Martín Hinojosa, nuevo Presidente del INV
Martín Hinojosa es el presidente del Instituto Nacional del Vino.
El dirigente vitivinícola explicó que para que el Instituto autorice la moción la condición es que todo el circuito productivo se encuentre en la misma zona delimitada legalmente por la IG: “no se puede tener el viñedo en una zona y procesar en otra, o embotellar y etiquetar. Hay que hacer todo en la misma región y eso potencia a la zona”.
“Las IG’s son una tendencia mundial, no solo aquí en Argentina. Tal vez en Europa se potencia un poco más el terroir (la zona, únicamente), pero nosotros potenciamos también la variedad, una combinación, y por eso la IG es más importante que la DOC. Esta es más restrictiva y no incluye al varietal”, detalló Hinojosa.
Por eso, desde BordeRío ven ese mismo factor desde otra perspectiva. Sin dudas el concepto "rentabilidad" no está afuera de los cálculos, pero no por eso le quita su espacio a la identificación con Entre Ríos y su historia, aquella que buscan volver a encauzar.
"Yo podría traer uvas de otro lado, sí, pero además de salirme más caro debo darle aviso al INV y aclarar en el etiquetado que no son de aquí. Pero más allá de eso la misión de esta bodega es hacer nuestro propio vino, con nuestras propias uvas, y es lo que estamos logrando", concluyó Irazoqui.
Entre Ríos, una provincia en la que aquellos viñedos contados por los abuelos buscan hacerse vino a través de las manos del siglo XXI.