No sólo da pena ver las cataratas del Iguazú vacías, sino a gente cruzando a pie el río Paraná en la zona de la Tripe frontera donde el cauce tiene hoy apenas diez o veinte centímetros de altura. La baja en la generación de energía eléctrica en Yacyretá, que está produciendo a menos de la mitad de su capacidad y en Salto Grande, donde la situación aún es más grave, tiene un costo muy grande que tal vez no se note aún por la baja de consumo local debido a la “cuarentena prolongada”; pero, sin duda, la reducción del calado en la zona de los puertos de Rosario tiene un costo real que está afectando a toda la cadena del sector agrícola.
Menor capacidad de carga por menos pies de calado, implica mayores costos de transporte, ya que los buques pequeños, Handymax, que cargan entre 35.000 y 40.000 toneladas, no pueden salir del río con la carga completa y los más grandes, Panamax, se ven forzados a completar carga adicional en puertos marítimos de Argentina o Brasil.
Estos mayores costos, que tienen consecuencias operativas en toda la cadena, disminuyen los precios de exportación al caer las “primas” aumentando los descuentos sobre puertos argentinos.
Según los expertos por cada pie de calado que se reduce el nivel del río, se pueden cargar entre 1.800 y 2.500 toneladas menos dependiendo del tipo de buque. Hoy, con un metro de profundidad a la altura de Rosario, pese al dragado intensificado que se está haciendo en el canal para aumentar el calado, la situación es desesperante si se la compara con lo que debiera ser una altura normal en este época del año.
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La bajante histórica del Río Paraná. Fuente: INIA
La bajante histórica del Río Paraná. Fuente: INIA
Negociaciones de la Cancillería con Brasil, han permitido que se liberara algo del caudal de agua de la represa de Baixo Iguazú y, según las noticias, hay una reunión proyectada para este viernes, para liberar algo de caudal de la represa más grande del mundo, que es la de Itaipú. Pero claro, a Brasil, quizá no le convenga liberar caudal si no necesita generar más energía eléctrica por la caída del consumo y le puede resultar más redituable seguir llenando la cota de la represa hasta su máximo, algo que, por otra parte, lo tendría permitido de acuerdo a los tratados. Todo dependerá de la buena voluntad de las partes, no obstante lo cual esto no solucionará el problema sino que posibilitaría no agravarlo.
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Pronóstico de nivel de agua del Paraná. Fuente: INIA
Pronóstico de nivel de agua del Paraná. Fuente: INIA
Consultadas distintas fuentes, entre ellas el Dr. Carlos Di Bella, un climatólogo de larga trayectoria en el ambiente local e internacional, quien hizo un análisis proyectado de la tendencia sobre la Cuenca del Río Paraná, señalaba que: “Las lluvias ocurridas en la Cuenca en los últimos siete meses han estado significativamente por debajo de lo normal. Siendo que los próximos seis meses no representan una alta proporción de las lluvias anuales y que las perspectivas, en términos probabilísticos, son de normales a deficitarias, es de esperar que la condición de la Cuenca del Río Paraná sea muy delicada en los próximos meses”.
Es poco lo que se puede hacer en materia climática en el corto plazo, algo lo que se puede hacer en materia de negociaciones en el manejo del recurso del agua en las represas brasileras, otro poco con el dragado, y mucho lo que debiera pensarse como país para evaluar alternativas a mediano plazo si estas situaciones van a repetirse con frecuencia.
En cuanto a las relaciones con Brasil, queda demostrado que hay que cuidarlas en todo sentido, no sólo porque sigue siendo nuestro principal socio comercial, sino porque nos afectan sus posibles acciones respecto al cambio climático y el manejo del agua.
El autor fue Subsecretario de Mercados de la Nación