Aún así, tampoco había mucho por mostrar en esas tres variables: empleo, crecimiento e inflación. Sí lo había en transparencia de datos y en reinserción del país en el mundo. Lo mencionó pero ello ya es sabido por todos.
Lo que tiene de histórico la situación actual, la búsqueda del equilibrio fiscal y el fin de la emisión de pesos -la "maquinita"-, para financiar al Tesoro Nacional no tuvieron despliegue en su mensaje. Pareció más preocupado el autor del mismo en marcar las diferencias con la gestión de Cristina Kirchner.
En el área de Defensa de la Competencia debería haber resaltado la obligación a que bancos vendan Prisma, poniendo fin a una posición dominante que afectaba a comercios y que ahora introduce más competencia en el sector. Lo mismo en Defensa del Consumidor.
No se habló del Mercosur a futuro ni tampoco de Malvinas. Tampoco de planes, aunque haya elecciones en el medio. No hubo mención a una reforma impositiva más profunda. O de cambios en el mercado laboral para poner fin al empleo en negro.
Hubo sí confesiones de errores. Aquello de "lo peor ya pasó" del 2018. El discurso pasó así en medio de agresiones de los legisladores kirchneristas que también, dieron a la sociedad, un mensaje de la poca civilización que existe hoy en el país. Y en definitiva, la sensación de que el riesgo país alto tiene justificación. El mercado obró en consecuencia. Subió dólar. Caen bonos y acciones.