Racing ha tenido en su historia capacidad autodestructiva. Y estos tiempos que lo tienen tan encumbrado, camino hacia un nuevo título, podrían anunciarle desde algunos episodios que la fatalidad puede perseguirlo una vez más.
Racing ha tenido en su historia capacidad autodestructiva. Y estos tiempos que lo tienen tan encumbrado, camino hacia un nuevo título, podrían anunciarle desde algunos episodios que la fatalidad puede perseguirlo una vez más.
El caso Centurión representa un punto límite. Nadie contuvo más que Eduardo Coudet a un jugador muchas veces señalado por el sistema. Apuntado por una vida disociada de los comportamientos de un profesional. Coudet toleró, fue sensible como pocos entrenadores, entendiendo su origen en la marginalidad como motivo suficiente para tener tolerancia. Y es defendible la postura del técnico de Racing. Lo que es inadmisible es la reacción de Ricardo Centurión ante la decisión tardía de mandarlo a la cancha.
Se comprende la bronca y el castigo posterior de Coudet que decidió prescindir de Centurión. De aquí en más, en momentos de urgencias, se verá si el jugador es material descartable, o su ausencia se convierte en un atajo que en la desesperación será necesario acudir. Muchas veces, las necesidades en el fútbol disimulan los escándalos más ruidosos.
La pregunta que debemos hacernos es si era éste el partido para prescindir de Centurión. Si necesitas despertar el orgullo de un jugador que depende de motivaciones importantes para rendir, era justamente este del Monumental. Sobre todo cuando se observó la poca aventura que tuvo Racing frente al campeón de América.
Este episodio grotesco, es una anécdota en medio de un partido donde Racing y Coudet mostraron su peor cara en mucho tiempo. Nunca el técnico de Racing mostró un planteo previo tan cauteloso. El respeto supremo que le tuvo a River desde la formación inicial se reflejó luego en el desarrollo donde el equipo de Gallardo lo avasalló.
River es un estigma histórico para Racing, y en esta etapa ascendente de la Academia no ocurrió lo contrario. Falló Coudet. No siente jugar como lo hizo su Racing. Los equipos de Chacho son frescos y ambiciosos, no están formateados para relegar el protagonismo. El propio Coudet reconoció sus errores, y citó la falta de carácter para sublevarse ante un trámite que se insinuaba adverso desde el comienzo.
Todavía no se escribieron libros que expliquen la mentalidad de los equipos ganadores, pero seguramente este Racing debe apelar a esa búsqueda para no chocarse con su propio pasado.