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"Se deben alentar nuevos canales de negociación, con la colaboración internacional y no con injerencia extranjera”

Sergio De Piero
por Sergio De Piero |
Se deben alentar nuevos canales de negociación, con la colaboración internacional y no con injerencia extranjera”

Todo hecho político debe leerse en clave de proceso y nunca de “foto”, porque las circunstancias, los actores y el trayecto que ellos recorrieron, hacen a la naturaleza del hecho a analizar.

Este aspecto que nos enriquece cualquier análisis, choca contra un debate: ¿cuál es el punto de partida que explica el presente a analizar? En este caso: ¿desde donde deberíamos partir para opinar y comprender los sucesos de estos días en Venezuela? Los puntos de partida son casi infinitos.

Algunas dimensiones pueden explicarse observando todo lo que ocurrió desde el “Caracazo” (1989) hasta aquí; o desde la asunción de Hugo Chavéz o a partir de su muerte; o puede elegirse lo que ha sucedido desde que Nicolás Maduro ganó las elecciones de mayo de 2018; o el desarrollo de la Asamblea Nacional presidida por la oposición. En definitiva ¿Cuál es el hecho político que mejor explica este presente?

Desde luego no es un solo, por eso mi énfasis en la idea de un proceso, que incluso excede a lo que ocurre al interior de la República Bolivariana de Venezuela.

En primer lugar me permito disentir con quienes ya denominan dictadura al gobierno de Nicolás Maduro. Lo digo yo que he discrepado con denominar “golpe de estado” a la destitución, vergonzosa para la democracia eso sí, de Dilma Rouseff; en las ciencias sociales las categorías tienen algo de sagradas: pueden ser redefinidas y discutidas, pero su objetivo es definir los hechos sociales y políticos para saber de qué estamos hablando.

Si adaptamos permanentemente ese significado ni siquiera es posible el debate. ¿Estoy afirmando que en Venezuela la democracia se desenvuelve con normalidad? Desde luego que no, pero antes de convertirnos en jueces morales, prefiero el rol de politólogo que intenta comprender y si es posible, explicar.

La gravedad del caso venezolano se centra en dos aspectos: por una parte los actores políticos toman decisiones que los alejan de los canales institucionales; y por otra parte ninguno de los principales bloques políticos, esto es gobierno y oposición, logra imponerse en este empate catastrófico que parece declararse en estos días.

Como dije, no podría definir con precisión cuándo se inició ese proceso, pero es claro que el chavismo redefinió la política venezolana desde su aparición primero, en 1992 con un intento de golpe y luego ganado las elecciones de 1998. ¿Por qué remitirnos a esa época? Porque al emergencia de Chávez, significó a la vez la disolución del sistema de partidos existente hasta ese momento y que databa de la década de 1950.

Es decir que con Hugo Chavéz comienza una etapa política nueva para oficialistas pero también para opositores.

Estos han intentado derrotar al chavismo en elecciones, luego derrocarlo en un golpe de estado y de nuevo con estrategias electorales varias, que incluyen fracturas políticas, lo que nos hace hablar de “oposiciones”.

Y si bien la estas ganaron las elecciones a la Asamblea Nacional de 2015, se trata de espacios con estrategias distintas ya que algunos se presentaron a la elecciones presidenciales de 2018, en las que Maduro obtuvo más de 6 millones de votos, mientras que otros optaron por la abstención.  

La oposición remarcó la baja concurrencia a ese acto electoral (46%) y que se realizara con opositores políticos presos. Pero el respaldo a Maduro no fue menos contundente.

Ahora el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó se autoproclama presidente.

La región no ha ayudado: un tuit de Donald Trump apoyando a Guaidó pareciera que bastó para que el conjunto de los presidentes del giro a la derecha imitara ese apoyo.

No es un punto menor: no existe más en Sudamérica la articulación entre los presidentes de la región en temas de política que los incumbe, algo que había logrado la casi extinta UNASUR.

En lugar de ofrecer canales de mediación, como lo han hecho México y Uruguay, los presidentes, el nuestro incluido, se suben a una estrategia que puede llevar la situación social a un conflicto abierto. A la vez los apoyos de Rusia y China a Maduro, no son datos de geopolítica que puedan omitirse.

Hay muchos escenarios posibles: el de nuevos canales de negociación, con la colaboración internacional y no con injerencia extranjera para colocar un presidente “por arriba”, es el horizonte que debe alentarse.

*Sergio De Piero es politólogo en la UBA/UNAJ