A las 8.15 del 6 de agosto de 1945, la primera bomba atómica estalló sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. De manera casi instantánea, 100.000 personas perdieron la vida. Muchas de ellas, desintegradas por la magnitud de la deflagración.
A las 8.15 del 6 de agosto de 1945, la primera bomba atómica estalló sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. De manera casi instantánea, 100.000 personas perdieron la vida. Muchas de ellas, desintegradas por la magnitud de la deflagración.
"A las 8:14 era un día soleado, a las 8:15 era un infierno".
La bomba, apodada "Little Boy" por los norteamericanos, fue lanzada desde un bombardero B-29, que a su vez fue bautizado "Enola Gay" en honor a la madre de Paul Tibbets, comandante y piloto del avión. La detonación del artefacto generó un hongo atómico que se elevó a 7.000 metros de altura.
Explotó a 580 metros y produjo una inmensa bola de fuego de 28 metros de diámetro. Con una temperatura de 30.000 grados celsius, arrasó todo a su paso con la onda expansiva, como un viento huracanado.
Hiroshima era, junto con Kioto, una de las únicas ciudades grandes de Japón que no había recibido ataques de los bombarderos norteamericanos.
Pero en solo 9 segundos, se estima que la bomba mató a 100.000 personas, casi un tercio de la población de la ciudad. En un radio de 1 kilómetro y medio, la radiación fue mortal de inmediato. Otras 50.000, gravemente heridas o mutiladas, murieron al cabo de una semana, sin poder recibir la atención mínima. De los 45 hospitales de la ciudad, solo 3 quedaron en pie tras la explosión.
La bomba fue el resultado final del "Proyecto Manhattan". Un grupo de científicos alentó en Estados Unidos el desarrollo de "bombas de una nueva clase, extremadamente poderosas" para contrarrestar el poderío del eje durante la II Guerra mundial.
El uranio enriquecido sería la base para la devastadora bomba atómica. Convencido de que aceleraría el fin de la guerra, Albert Einstein firmó una carta recomendando su fabricación, que le fue entregada al presidente Franklin D. Roosevelt. El 6 de agosto de 1945, el mundo cambiaría para siempre.
Para los sobrevivientes se utilizó la palabra "Hibakusha", que significa "persona bombardeada". Sentirse sobrevivientes era casi una "ofensa" ante los cientos de miles de personas que murieron arrasados por la explosión atómica o sus consecuencias por la radiación.
Hasta agosto del año pasado, el número de víctimas por el primer ataque nuclear llegaba a 319.816 personas. La cifra registra las muertes directas más las sufridas a lo largo de los años por causas como cáncer o leucemia, por ejemplo.
Tres días después del primer lanzamiento, la tragedia se repitió sobre Nagasaki. Finalmente, Japón presentó su rendición el 15 de agosto de 1945.
El 27 de mayo de 2016, 71 años más tarde, Barack Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en funciones que visitó Hiroshima.
"El recuerdo de Hiroshima no debe desvanecerse nunca”, dijo el entonces presidente norteamericano. Sin embargo, evitó pedir perdón.