La violencia en México, en "guerra" con un "estado paralelo"
Desde hace varias décadas la violencia política en México quedó enmarcado en un conflicto muy grave. La preeminencia que fueron ganando las bandas del crimen organizado y, especialmente, los carteles de narcotraficantes. De a poco, pero sin pausa, fueron ocupando espacios que el Estado abandonó o no se desempeñó como se esperaba. Primero, con la permeabilidad de las fronteras con Estados Unidos (tierra, mar y aire), los narcos hicieron enormes ganancias como "exportadores no tradicionales". A medida que reunían más dólares, acumulaban más poder. Esto trajo dos consecuencias directas: económicas y sociales.
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El crimen organizado y los narcos se llevaron la vida de 80.000 personas en México en 2024. (Foto: Gentileza El Universal)
Al tener un doble sustento (dinero y armas) los narcos se quedaron con muchas exportaciones que hacían particulares o empresas. El caso más ejemplificador es el de la palta (avocado o aguacate). En la medida que los estadounidenses "descubrieron" su sabor, se transformó en un boom exportador para los productores de paltas en México. Los narcos "la vieron". Fueron atacando e intimidando a los productores con balas, o "comprándolos" con dinero. Pasaron a ser los principales exportadores de "aguacates" a los Estados Unidos. Es decir, una fuente lícita para hacerse de divisas. El problema de cómo se "quedaron" con el mercado es cuestión del gobierno mexicano, no de los consumidores estadounidenses. Solo con la exportación "legal", los narcos ganan casi 800 millones de dólares por año.
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El cartel de Michoacán, controla gran parte del negocio legal de la exportación de palta ("aguacate") de México a Estados Unidos. (Foto: Gentileza Milenio)
Pero además, como si fuera el lenguaje del doblaje de una serie, el "avocado es una pantalla" para los narcos. Disimulan en cargamentos de ese comestible tan buscado, su principal fuente de ingreso, los estupefacientes introducidos desde México.
Pero para México, la cuestión ya no puede esperar más.
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La presidenta de México, hizo campaña sobre un país "seguro", como se ve en la consigna a sus espaldas. Sin embargo, la violencia no cesa en ese país. (Foto: Gentileza El Universal )
La violencia sin fin, un desafío para el poder en México
No solo en ese país, en todo el mundo se sabe que combatir a grupos criminales con muchos recursos económicos es muy difícil para países con finanzas débiles o mal administrados. El soborno o complicidad de fuerzas armadas y policiales es frecuente. También en la política hay "representantes" del mundo del delito organizado. Y el común de los ciudadanos, muchas veces cede cuando ve que los narcos construyen, por ejemplo, escuelas o caminos que el Estado promete y no hace.
En este complejo panorama, las elecciones nacionales del año pasado tuvieron a la violencia como eje principal. Tras el polémico gobierno de AMLO, su partido (Movimiento de Regeneración Nacional) impulsó a la intendenta de la capital, Claudia Sheinbaum como su sucesora. "Los delitos de alto impacto van a disminuir porque hay una estrategia y se va a cumplir”, decía en la campaña. Ganó las elecciones con claridad y gobierna desde hace ya 8 meses, pero no puede mostrar resultados concretos.
De hecho, los números comparados con lo que sucede en Medio Oriente, son muy preocupantes. No solo eso. Hace pocos días asesinaron a la alcaldesa de San Mateo Piñas. El nivel de confianza o seguridad de los sicarios es total. La asesinaron en el propio palacio de gobierno municipal. El crimen sucedió a menos de un mes de otro asesinato gravísimo. Mataron a la secretaria privada de la Ciudad de México. Es decir, al "brazo derecho" de la mujer que tomó el cargo que dejó Sheinbaum para acceder a la primera magistratura del país.
En una semana, los crímenes aumentaron. Se registran decenas de homicidios relacionados con crimen organizado. En 2024, hubo 80.000 homicidios entre la delincuencia civil y los crímenes de los narcos.
En la guerra entre Irán e Israel, que va escalando, hay enfrentamientos específicos y momentos de calma. En México, el crimen va en aumento constante y un estado paralelo disputa el poder a las autoridades elegidas por el pueblo.