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Rafael Grossi encabeza a los científicos que examinan la polución en la Antártida por residuos plásticos. (Foto: Captura de TV)
La campaña en la Antártida contra la polución
El plástico tarda siglos en degradarse y mientras tanto es un enorme agente de contaminación. Para peor, se va fragmentando y vaga por los mares en pequeños pedazos, algunos muy pequeños que los animales confunden con el alimento. Cuando los ingieren , su organismo no está preparado para procesarlos, tienen múltiples problemas y en muchos casos mueren.
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Rafel Grossi, de la AIEA de Naciones Unidas, con el presidente Javier Milei, en la base Esperanza, en la Antártida. (Foto: Cuenta de X de Grossi)
La campaña durará un mes - el tiempo que permanecerá Grossi en el continente blanco - con un objetivo preciso: medir el impacto del plástico en la polución medioambiental y en la fauna.
Durante 30 días tomaran muestras del agua, retirarán elementos plásticos que flotan en el agua o los animales han llevado a tierra. Y También algo muy importante, las heces de los pingüinos. Todo será analizado en un laboratorio específico en Mónaco.
El impacto del plástico en la vida y salud de los pingüinos
Los reportes de extraños casos de enfermedades o muertes en estos animales típicos que viven en la Antártida y el sur de nuestro continente, son, lamentablemente, cada vez más habituales.
Es por eso que inciaron hace tiempo la recolección de las heces para analizarlas en el laboratorio. Fue así que llegaron a una conclusión negativa y peligrosa: en los desechos orgánicos de los pingüinos hay restos de elementos plásticos. Los animales los comen porque los confunden con su alimento (una botella o un resto plástico que flota puede parecer un pez).
Su ingesta es por demás tóxica y compromete hasta la vida de los ejemplares.
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Los pingüinos comen por error dehechos plásticos que pueden enfermarlos y matarlos. (Foto: Archivo)
El aporte de la energía atómica
La Agencia de Energía Atómica tiene equipos que pueden procesar y lograr un análisis pormenorizado de los elementos que se recojan en la Antártida. La calidad de los equipos con tecnología nuclear está cambiando la medicina y sus diagnósticos. Algo similar puede ocurrir a la hora de analizar los registros contaminantes en el planeta.
En el caso de los plásticos, la AIEA quiere saber el origen principal de los microelementos que surcan los oceános y amenazan a la Antártida. Si son piezas de estructuras, como en automóviles, barcos, edificios o cualquier cosa que desarrolla el hombre. También pueden ser fragmentos degradados de continentes como botellas o frascos.
En todas las posibilidades, al estar sueltos en el mar, se convierten en agentes de contaminación y potenciales desafíos para la vida de las criaturas marinas o las aves que se alimentan de los peces.
Por otra parte, conocer el orígen del plástico contaminante permitirá alertar y advertir a industrias y países determinados y sugerir caminos para reemplazar su uso rápidamente para atacar los causantes de la contaminación ambiental.