El desconsuelo de una amiga de Nicolás Duarte tras su muerte: "Te dejamos..."
El hallazgo del cuerpo de Nicolás Tomás Duarte, un joven de 18 años, conmovió a toda la comunidad de Ezeiza. La noticia se conoció luego de tres días de intensa búsqueda, tras su misteriosa desaparición en medio de una noche de tormenta.
El hallazgo del cuerpo de Nicolás Tomás Duarte, un joven de 18 años, conmovió a toda la comunidad de Ezeiza. La noticia se conoció luego de tres días de intensa búsqueda, tras su misteriosa desaparición en medio de una noche de tormenta. Nicolás había sido visto por última vez el sábado por la madrugada, al salir del boliche Egipto, un reconocido local bailable de la zona, pero nunca regresó a su casa.
La tragedia de Nicolás Duarte no solo sacudió a su entorno cercano, sino también a toda la comunidad, que se volcó a las redes sociales para expresar su dolor, indignación y reclamo de justicia.
El domingo, apenas unas horas después de confirmarse el hallazgo, las redes se llenaron de mensajes de despedida, impotencia y tristeza. Entre ellos se destacó el de Alejandra Gorosito, una amiga cercana de la familia, quien escribió un sentido mensaje que reflejó la angustia colectiva.
“Perdón porque te fallamos. Porque te fallaron los que decían ser tus amigos, la falta de códigos, de esos que teníamos antes: Vamos juntos, volvemos todos juntos”, expresó con profundo pesar.
Las palabras de Gorosito se viralizaron rápidamente, y no tardaron en convertirse en el reflejo del sentimiento general. El posteo, cargado de dolor y reflexión, apuntó también contra las autoridades municipales y la falta de infraestructura que, según muchos vecinos, contribuyó al desenlace fatal.
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“Te falló el municipio que debía cuidarte, tener las calles y los puentes en un estado óptimo. Pero sobre todo, te fallamos todos”, continuó la mujer en su publicación. “Te dejamos solo, Nicolás. Te dejamos en medio de un silencio que grita y que hoy nos pesa en el alma. Y ahora, con la voz quebrada, con el corazón apretado, solo podemos pedirte perdón”.
La publicación fue compartida cientos de veces en pocas horas, acompañada por fotos del joven y mensajes de amigos que recordaron su sonrisa, su carisma y su entusiasmo por la vida. “Era un pibe bueno, querido por todos”, repitieron varios de sus compañeros de colegio.
El caso generó una fuerte conmoción en la comunidad de Ezeiza, que todavía intenta entender cómo una simple salida nocturna terminó en una tragedia. Según el relato de testigos, aquella madrugada Nicolás salió del boliche Egipto en medio de una fuerte tormenta eléctrica y calles anegadas, y desde entonces no se supo más de él.
Familiares y amigos iniciaron una intensa búsqueda apenas notaron su ausencia. Recorrieron la zona, pegaron carteles y pidieron ayuda en redes sociales. Incluso se organizó una movilización espontánea frente al boliche y en los alrededores del arroyo Aguirre, donde finalmente fue hallado el cuerpo.
Fuentes policiales indicaron que el joven habría intentado regresar a pie hasta su casa, pero debido a las condiciones climáticas, podría haber resbalado o caído accidentalmente al arroyo, que en ese momento tenía una fuerte corriente a causa de la tormenta. Sin embargo, el caso sigue bajo investigación.
El fiscal de la causa, que pertenece a la Unidad Funcional de Instrucción N°2 de Ezeiza, ordenó la realización de la autopsia para determinar con precisión las causas del fallecimiento. Aunque los primeros reportes no mostraron signos evidentes de violencia, la familia exige una investigación exhaustiva para descartar cualquier tipo de responsabilidad ajena.
En medio de la tristeza, surgieron múltiples reclamos hacia las autoridades locales por el mal estado de las calles, la falta de iluminación y de mantenimiento de los puentes y arroyos de la zona. Vecinos de distintos barrios de Ezeiza señalaron que la tragedia “era evitable” y que las lluvias intensas siempre convierten la zona en un peligro.
“Hace años que venimos denunciando que los arroyos están desbordados y que nadie hace nada. Ahora tenemos que lamentar una vida joven”, comentó una vecina en declaraciones radiales.
El mensaje de Alejandra Gorosito resumió ese sentimiento colectivo: “Ojalá donde estés sientas que no te vamos a olvidar con facilidad. Y ojalá que este pedido de perdón no se quede en palabras, sino que sea el principio de un cambio real”.
Esa frase se multiplicó en pancartas, posteos y comentarios, al punto de transformarse en una consigna: “Por Nicolás, que su muerte no sea en vano”.
La noticia también encendió una discusión más amplia sobre la responsabilidad social y comunitaria en el cuidado de los jóvenes, especialmente en contextos de ocio nocturno. Muchos usuarios en redes remarcaron que la tragedia deja al descubierto una realidad preocupante: la falta de acompañamiento, de transporte seguro y de espacios preparados para contener a los adolescentes durante la madrugada.
En ese sentido, varios padres y madres de la zona organizaron una reunión espontánea frente al municipio para exigir controles de tránsito, supervisión de locales bailables y mejores condiciones de seguridad vial. “No puede ser que un chico salga a divertirse y no vuelva nunca más”, expresó una mujer entre lágrimas.
Las escuelas locales también se sumaron al pedido de justicia y acompañamiento. Profesores y compañeros de Nicolás participaron de una marcha del silencio realizada en la plaza principal de Ezeiza, donde se encendieron velas y se soltaron globos blancos en su memoria.
Allí, el mensaje volvió a ser el mismo: “Queremos que no haya otro Nicolás”.
El impacto de la tragedia fue tal que el nombre del joven se volvió tendencia nacional en redes sociales. Cientos de mensajes expresaron indignación y tristeza, mientras figuras locales y organizaciones sociales pidieron acciones concretas para evitar nuevas tragedias.
“La ausencia de uno es el fracaso de todos”, escribió nuevamente Gorosito en su publicación, una frase que se volvió símbolo del caso. “Porque todos los niños y niñas de este país deberían poder volver tranquilos y seguros a su casa. Aun si van solos, aun si nadie los espera en la esquina, deberían poder volver”.
El dolor que atraviesa Ezeiza se transformó en un llamado urgente a la empatía y la prevención. La historia de Nicolás Duarte no solo dejó una familia destrozada, sino también una comunidad que busca respuestas y compromisos reales.
Mientras la investigación continúa, familiares y allegados insisten en que la memoria del joven debe servir para impulsar cambios, tanto en la infraestructura urbana como en la conciencia colectiva.
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Porque más allá de las hipótesis, lo cierto es que una vida joven se apagó de forma abrupta, en circunstancias que podrían haberse evitado.
Hoy, el arroyo Aguirre —ese mismo donde hallaron su cuerpo— se ha convertido en un lugar de peregrinación silenciosa. Flores, velas y mensajes se acumulan en sus orillas, en homenaje a un chico que se fue demasiado pronto, pero que dejó una huella profunda en el corazón de su pueblo.
El nombre de Nicolás Tomás Duarte quedará grabado en la memoria de Ezeiza como un recordatorio doloroso de que la seguridad, la empatía y el cuidado comunitario no pueden ser postergados.
Porque como bien resumió una vecina en una pancarta improvisada durante la marcha:
“No queremos más perdones. Queremos que nadie más tenga que pedirlos.”