De acuerdo a esta versión, los asesinos habrían planeado y ejecutado el crimen en cuestión de horas, sin medir las consecuencias ni prever las pruebas que dejarían tras de sí. El pozo, que según fuentes judiciales fue cavado el viernes previo a la masacre, se convirtió en uno de los elementos más macabros de toda la investigación: fue allí donde, horas más tarde, terminarían los cuerpos de las tres jóvenes.
La madre de Morena fue categórica al recordar que desde el primer momento ella sostuvo que su hija y su sobrina eran víctimas, y no parte de ningún plan delictivo como algunos sectores intentaron instalar en redes sociales. “Lo dije de primer principio. Después eso es apuntada por la sociedad. Las víctimas son mi hija y mi sobrina”, afirmó con firmeza, visiblemente cansada de tener que defender la memoria de las jóvenes frente a teorías y rumores que circularon tras el crimen.
El dolor se profundizó aún más cuando la mujer detalló el estado en el que fue hallado el cuerpo de Morena, dejando al descubierto la violencia extrema con la que actuaron los asesinos. “Mi hija prácticamente estaba matada a golpes en la cara, porque mi hija no se cayó, porque era una leona como la mamá”, expresó entre lágrimas. La descripción generó un fuerte impacto en la audiencia y en quienes siguen de cerca el caso, porque no solo habla de un crimen planificado, sino también de una saña desmedida.
Mientras las declaraciones de familiares y allegados iban tomando fuerza en los medios, una nueva prueba clave apareció esta semana: una fotografía que podría confirmar un vínculo previo entre una de las víctimas y el principal sospechoso. La imagen, difundida por fuentes cercanas a la causa, muestra a Lara Gutiérrez y “Pequeño J” caminando juntos por la calle, acompañados por otras dos personas.
La revelación es significativa, ya que hasta el momento existían versiones contradictorias sobre la relación entre ambos. Según la foto, Lara y el principal acusado habrían mantenido algún tipo de vínculo antes de los asesinatos, lo que abre nuevas líneas investigativas sobre posibles conflictos personales, traiciones o pactos rotos que podrían haber motivado la brutal ejecución.
En la imagen también se observa a un hombre que actualmente se encuentra prófugo, y que, según investigadores, podría haber tenido un rol determinante en la planificación o ejecución del triple crimen. Este individuo es intensamente buscado por las autoridades, que ya desplegaron varios operativos en la zona sur del conurbano bonaerense para dar con su paradero.
Además, junto a ellos aparece una mujer que fue señalada como la principal testigo de la causa, y que habría aportado información crucial a la Justicia. Según fuentes cercanas a la investigación, esta mujer fue quien dio fe de la relación sentimental entre “Pequeño J” y Lara Gutiérrez, aportando detalles que coinciden con otros elementos recopilados por los fiscales.
Este nuevo elemento refuerza la hipótesis de que los hechos que desembocaron en la noche trágica no fueron completamente azarosos, sino que hubo vínculos previos y dinámicas personales que podrían haber incidido en el desenlace. Para los investigadores, entender la relación entre víctima y victimario es clave para determinar si hubo premeditación individual, venganza personal o simplemente una ejecución ordenada como parte de un ajuste de cuentas más amplio.
Mientras tanto, la figura de “Pequeño J” se vuelve cada vez más central en la causa. Tras su detención, fue trasladado bajo un fuerte operativo de seguridad a dependencias policiales, donde se espera que preste declaración en las próximas horas. Fuentes judiciales revelaron que se evalúa imputarlo por homicidio triplemente agravado, lo que podría derivar en una condena a prisión perpetua si se logra comprobar su responsabilidad directa.
La madre de Morena, por su parte, continúa participando activamente en la causa, brindando información, apoyando a otras familias y pidiendo justicia. Su voz, que mezcla dolor, coraje y determinación, se transformó en un símbolo para muchos vecinos de Florencio Varela, que siguen con atención cada paso del expediente judicial.
En medio de este contexto cargado de emociones, las investigaciones no se detienen. Pericias forenses, análisis de celulares y reconstrucciones de recorridos son parte del entramado técnico que busca reconstruir la secuencia exacta de esa noche fatídica. Según trascendió, los teléfonos de las víctimas y de los principales sospechosos podrían contener información clave, como mensajes, llamadas y ubicaciones que permitirían saber quién dio la orden, cómo se coordinaron y qué motivaciones hubo detrás.
La aparición de la fotografía entre Lara y “Pequeño J” también abre otra línea de análisis: si existió un encuentro previo entre ellos en días cercanos al crimen, podría haberse producido una discusión, un quiebre o incluso una traición que detonó la violencia posterior. Los investigadores no descartan ninguna hipótesis y trabajan sobre múltiples escenarios en simultáneo.
Este triple crimen no solo sacudió a Florencio Varela, sino que impactó en todo el país por su brutalidad, la juventud de las víctimas y el aparente amateurismo con el que se planificó. Las palabras de la madre de Morena reflejan ese desconcierto: “Armaron el pozo el viernes, ejecutaron el plan esa misma noche… y todo indica que lo hicieron al voleo”.
Mientras la Justicia avanza, las familias esperan respuestas concretas y condenas ejemplares. En las próximas semanas podrían producirse nuevas detenciones, ya que aún hay personas prófugas que habrían participado activamente en distintos momentos de la logística criminal.
La historia, marcada por la mezcla de vínculos personales, violencia extrema y planificación torpe, sigue escribiéndose día a día con revelaciones que conmueven. Y en el centro de esa historia, la voz de una madre que no se resigna: “Las víctimas son mi hija y mi sobrina”.