Según explicó, los huesos estaban casi pegados a la medianera, lo que indicaría que fueron depositados con cierta intención de ocultamiento, pero sin un entierro profundo que garantizara su hallazgo tardío.
Aún sorprendido, recordó que no tuvo dudas de que se trataba de restos humanos:
“Me di cuenta enseguida porque tenía conocimiento. La policía se sorprendió al igual que nosotros. Nadie espera encontrarse con una cosa así”.
La noticia corrió rápidamente por la cuadra. “Les comunicamos a los vecinos y vinieron por curiosidad para ver lo que pasaba”, añadió Cristian. Según él, la familia Graf estaba presente en ese momento, y fue una mujer vinculada a ellos quien se encargó de llamar a la policía.
La aparición mediática de Cristian Graf
A la mañana siguiente, las cámaras del programa “Mujeres Argentinas” (eltrece) sorprendieron a Cristian Graf mientras regresaba a su casa, después de presentarse en la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°61, que lleva adelante la investigación.
La periodista Mercedes Ninci le preguntó directamente si él había asesinado a Fernández Lima. Su respuesta fue corta y directa:
“A mi papá”.
La frase desconcertó a todos. No estaba claro si intentaba aludir a otra situación, si buscaba desviar el tema o si simplemente no quería hablar.
En la fiscalía, Graf se mostró colaborativo. Sin embargo, no tuvo contacto con el fiscal Martín López Perrando y no fue citado en carácter de acusado ni de testigo. No existe por ahora ningún cargo formal en su contra, aunque sí se le indicó la dirección de la Defensoría Oficial que le correspondería si en el futuro fuera imputado.
Por el momento, la investigación se centra en recolectar la mayor cantidad de testimonios posibles para confirmar o descartar la hipótesis principal del fiscal. Si surgen pruebas en contra de Graf, podría ser citado a indagatoria.
Una obra que se convirtió en escena del crimen
El martes 20 de mayo, entre las dos y las tres de la tarde, la rutina en una obra de remodelación se vio interrumpida por un hallazgo que heló la sangre de todos los presentes.
El encargado, Daniel Scarfo, recordó el momento con precisión:
“Estábamos perfilando la medianera y, de repente, uno de los muchachos, mientras paleaba, vio que se abría un hueco y empezaron a caer restos hacia la obra”.
De inmediato, decidieron detener el trabajo y llamar a la Policía. En medio de los fragmentos de hueso, Scarfo se llevó una impresión especial al encontrar un reloj Casio.
Para él, ese detalle fue revelador:
“Eso te da la idea de la época, hablaba del ‘84 más o menos. No llegué a ver las monedas porque la forense y la Policía nos sacaron rápido”.
El reloj, junto con otros elementos que se habrían encontrado en el lugar, podría ser clave para determinar el año exacto del asesinato y ayudar a reconstruir la escena.
Scarfo también remarcó que la profundidad en la que estaba enterrado el cuerpo era sorprendentemente baja:
“Estaba enterrado a 40 o 50 centímetros, no más. Era muy poco”.
Un crimen que regresa desde el pasado
La víctima, Diego Fernández Lima, tenía apenas 17 años cuando desapareció en 1984. Su caso, como tantos otros en aquellos años, quedó sin resolver. Su familia buscó respuestas durante décadas, sin imaginar que la verdad estaba literalmente bajo los cimientos de una vivienda del mismo barrio.
Fuentes cercanas a la investigación indicaron que los restos presentan signos compatibles con un homicidio, aunque todavía resta un análisis más profundo del equipo forense para determinar la causa de muerte. El tiempo transcurrido y el estado de los huesos hacen que las pericias sean más complejas, pero no imposibles.
Los pasos que seguirá la Justicia
El fiscal Martín López Perrando busca avanzar con una estrategia prudente:
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Reunir testimonios de vecinos y personas que hayan tenido contacto con la familia que vivía en la casa.
Analizar los objetos encontrados junto a los restos para establecer una línea temporal precisa.
Determinar si hubo complicidad o encubrimiento posterior al crimen.
El caso podría dar un giro importante si se confirma que los restos estuvieron enterrados allí desde el momento del asesinato y que nadie intentó moverlos en cuatro décadas.
El barrio, entre el morbo y el miedo
La cuadra donde se produjo el hallazgo vive días de agitación. Los vecinos, que antes se saludaban y conversaban con naturalidad, ahora se observan con desconfianza. El morbo de la prensa y la presencia constante de móviles policiales han alterado la vida cotidiana.
Algunos admiten que escucharon rumores sobre el caso durante años, pero que nunca imaginaron que la víctima estuviera tan cerca. Otros se muestran reticentes a hablar, temiendo represalias o quedar envueltos en la investigación.
Un caso que promete seguir dando que hablar
Con el hallazgo confirmado y las primeras pruebas en análisis, la historia de Diego Fernández Lima sale de las sombras para instalarse nuevamente en la agenda judicial y mediática.
El trabajo de los albañiles, que comenzó como una tarea rutinaria, terminó por desenterrar un secreto sepultado durante 40 años.
La incógnita ahora es quién mató a Diego y por qué su cuerpo terminó en ese lugar. Hasta que las respuestas lleguen, la casa de Coghlan seguirá siendo símbolo de un crimen sin resolver y de la persistencia de una verdad que, aunque enterrada, siempre encuentra la manera de salir a la luz.