A pesar de la magnitud del hallazgo, Cristian Graff aún no fue imputado ni llamado a declarar como testigo. Sin embargo, en las primeras conversaciones informales con allegados y vecinos, habría intentado minimizar la importancia de los huesos encontrados. Entre sus explicaciones, llegó a sugerir que podían ser restos de caballo, tierra proveniente de un antiguo cementerio o incluso material traído para rellenar una pileta.
Estas versiones fueron rápidamente desestimadas por los investigadores. La experiencia forense y los estudios preliminares indicaban que se trataba de restos humanos, lo que derrumbó cualquier hipótesis alternativa. La falta de coherencia en el relato de Graff y su evidente reticencia a colaborar solo reforzaron las sospechas en su contra.
El periodista “Pampa” Mónaco destacó un punto clave:
“Hace más de 40 años, Graff y su esposa ni siquiera se conocían. Eso abre la posibilidad de que él haya ocultado durante décadas lo que pasó en esa casa”.
Este dato, sumado al hecho de que la propiedad fue habitada por distintas personas a lo largo de los años, plantea el interrogante de quiénes pudieron tener acceso al lugar y en qué momento se produjeron los hechos.
El trabajo de los peritos forenses fue exhaustivo. Tras semanas de análisis y pruebas de ADN, los restos fueron identificados como pertenecientes a Diego Fernández Lima, un adolescente que desapareció misteriosamente en 1984.
Diego tenía 16 años al momento de su desaparición. La última vez que fue visto, se encontraba regresando de la escuela. Aquella tarde, según testimonios de familiares, almorzó con su madre y salió nuevamente, pero nunca volvió. Durante años, su caso quedó sin resolver, engrosando la lista de jóvenes desaparecidos en plena democracia.
La confirmación de que los huesos hallados en Coghlan pertenecían a Diego fue un golpe duro para su familia, que después de cuatro décadas finalmente supo dónde estaba su hijo, pero también reavivó el dolor de no haber tenido justicia antes.
La repercusión mediática del caso fue inmediata. El programa Mujeres Argentinas, emitido por El Trece, dedicó un extenso segmento a la investigación. Mercedes Ninci, una de las periodistas más activas en el seguimiento, subrayó que la exposición pública está motivando a que más testigos se animen a declarar.
Belén Ludueña, conductora y periodista, reveló que el fiscal a cargo se muestra optimista ante la llegada de nuevas declaraciones. Se espera que en los próximos días se tomen testimonios a obreros que trabajaron en la propiedad y a excompañeros de colegio de Diego, quienes podrían aportar datos cruciales para reconstruir las últimas horas del joven.
La desaparición de Diego Fernández Lima ocurrió en un período donde la democracia argentina recién daba sus primeros pasos tras la dictadura. Aunque las desapariciones forzadas de la última dictadura cívico-militar fueron sistemáticas y planificadas, también hubo casos de jóvenes que desaparecieron en circunstancias ajenas a la represión estatal, pero que igualmente quedaron sumidos en el olvido por falta de recursos de investigación y escasa cobertura mediática.
Durante los años ‘80, el barrio de Coghlan no era el lugar tranquilo que es hoy. Zonas descuidadas, construcciones abandonadas y terrenos baldíos podían servir como sitios para ocultar delitos. La casa donde fueron hallados los restos habría sido escenario de distintas reformas y cambios de propietarios, lo que complicó enormemente el seguimiento del caso.
Este caso es un ejemplo claro de cómo el periodismo puede actuar como catalizador en investigaciones estancadas. Durante décadas, el expediente judicial de Diego Fernández Lima acumuló polvo en un archivo. Fue recién tras el hallazgo y la cobertura mediática que testigos olvidados se animaron a hablar y que las autoridades retomaron diligencias clave.
El eco mediático también provocó un interés renovado en vecinos de Coghlan, muchos de los cuales comenzaron a revisar recuerdos, fotos antiguas y anécdotas que podrían servir para contextualizar el caso.
Aunque la identidad de los restos ya fue confirmada, las preguntas centrales siguen sin respuesta:
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¿Quién mató a Diego Fernández Lima?
¿Por qué su cuerpo fue enterrado en esa propiedad?
¿Cuánto tiempo estuvo oculto antes de que las reformas lo dejaran al descubierto?
¿Hay otras personas involucradas que aún no fueron identificadas?
El silencio de Cristian Graff y la falta de pruebas directas que lo vinculen al homicidio complican el panorama judicial. Sin embargo, la determinación del fiscal y el impulso mediático podrían aportar nuevos elementos que permitan esclarecer el crimen.Se reveló un fuerte dato contra la mujer de Cristian Graf
Para la familia de Diego, este hallazgo es un doloroso alivio. Después de décadas de incertidumbre, al menos saben dónde está su hijo. Sin embargo, la lucha por la justicia recién comienza.
El caso de Diego Fernández Lima no es solo una historia policial. Es un recordatorio de que los crímenes pueden permanecer ocultos por años, pero la verdad siempre encuentra la manera de salir a la luz.