HOMICIDIOS

¿Qué dice la carta ensangrentada que encontraron en el departamento de Villa Crespo?

Villa Crespo amaneció sacudido por una de las tragedias familiares más estremecedoras del último tiempo. En un departamento del sexto piso en Aguirre al 295, fueron hallados sin vida Bernardo Adrián Seltzer (53), Laura Leguizamón (51), y sus hijos Ian (15) e Ivo (12).

¿Qué dice la carta ensangrentada que encontraron en el departamento de Villa Crespo?

Villa Crespo amaneció sacudido por una de las tragedias familiares más estremecedoras del último tiempo. En un departamento del sexto piso en Aguirre al 295, fueron hallados sin vida Bernardo Adrián Seltzer (53), Laura Leguizamón (51), y sus hijos Ian (15) e Ivo (12). El hallazgo fue hecho por la empleada doméstica que asistía a la familia. La escena, escalofriante por donde se la mire, incluyó un elemento inquietante: una carta escrita en una hoja tamaño oficio, manchada con sangre, cuyas frases dispersas e inconexas parecen ofrecer las únicas pistas del horror.

  • “Íbamos a la calle”.
  • “Les arruinaba la vida”.
  • “Con lo que iban a pasar, todo mal, muy perverso”.
  • “Fue mucho”.
  • “Los amo”.
  • “Lo siento”.
  • “Mis padres”.

Estas frases escritas con mayúsculas de imprenta estaban acompañadas de oraciones aparentemente escritas con otra caligrafía, como si se tratara de notas marginales. Para los investigadores, esto podría indicar que dos personas participaron de la redacción: una que dejó un mensaje intencional, otra que anotó frases dispersas. Sin embargo, la hipótesis más firme sostiene que Leguizamón, afectada por un trastorno psiquiátrico y en pleno brote psicótico, podría haber escrito todo ella misma, utilizando incluso una mano hábil y la contraria.

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Una vida en silencio: depresión y deterioro

Según confirmaron fuentes judiciales y familiares a distintos medios, Laura Leguizamón atravesaba un cuadro depresivo severo. Hacía años había sido diagnosticada con un trastorno psiquiátrico y, aunque había tenido una mejoría con medicación, recayó hace aproximadamente dos meses. Fue entonces cuando su marido, Bernardo Seltzer, un analista y corredor de mercado de granos, decidió trabajar desde su casa para acompañarla.

“Leguizamón tomaba medicación para evitar estar en un mundo paralelo. Costaba levantarla de la cama. Bernardo trabajaba desde casa para que no pasara el día acostada”, explicó una persona cercana a la familia.

En el departamento fueron halladas diversas cajas de medicación psiquiátrica:

  • Una caja vacía sin blíster de sertralina rospaw 50 mg

  • Una caja de Midax 10

  • Blísteres de olanzapina 10 mg, uno con dos y otro con cinco comprimidos

Una amiga psiquiatra le recomendó a Leguizamón realizar terapia, aunque por cercanía emocional no podía atenderla ella misma. La familia había contactado un centro médico y esperaba un turno con un equipo interdisciplinario, compuesto por psicólogos y psiquiatras. Nunca llegaron a concretarlo.

La cronología del horror

La masacre fue descubierta el martes a las 13:30, cuando la empleada doméstica ingresó al departamento del sexto piso. Al llegar, encontró el cuerpo de uno de los hijos en la cocina. El adolescente había intentado escapar, pero fue alcanzado por su atacante. En una de las habitaciones apareció su hermano, también asesinado.

Según fuentes de la investigación:

  • Uno de los adolescentes estaba en la cocina, cerca de la puerta de ingreso. Presentaba una herida de arma blanca en el pecho, además de cortes en la espalda, manos y brazos, señales inequívocas de defensa.

  • Su hermano fue hallado muerto en su habitación, con múltiples heridas en la espalda y también señales de haber intentado defenderse. Ambos jóvenes presentaban entre 10 y 12 puñaladas cada uno.

El cuerpo de Laura Leguizamón fue encontrado en el baño, sobre el inodoro. Presentaba heridas cortopunzantes en el pecho, la nariz y la rodilla derecha, además de una uña clavada en el cuello y cabellos o pelusas en sus manos, que fueron recolectados para peritaje. No se encontraron signos de defensa.

Seltzer fue hallado muerto en su cama. Presentaba heridas punzantes en la zona derecha del pecho. Todo indica que fue atacado mientras dormía, lo que explicaría la ausencia de marcas defensivas.

¿Crimen y suicidio? La principal hipótesis judicial

Para la fiscalía y la policía, la reconstrucción más probable es esta: Laura Leguizamón asesinó a su esposo y a sus dos hijos, y luego se quitó la vida. Su deterioro mental, sumado a la carta encontrada en la cocina, orienta la investigación hacia un caso de triple homicidio seguido de suicidio bajo delirio psicótico.

No hay indicios de participación de un tercero, ni signos de violencia en las entradas del departamento. La hipótesis del brote psicótico cobra más fuerza al combinarse con los informes médicos, la medicación encontrada y los antecedentes conocidos por allegados.

Una familia que se desmoronaba en silencio

Lo que más conmociona de este caso es el contexto de aparente normalidad que lo precedía. Los Seltzer eran conocidos en el barrio por su perfil bajo, su cordialidad y su vida tranquila. Bernardo Seltzer era muy respetado en el ámbito agroindustrial. Sus hijos iban a escuelas de la zona y participaban en actividades deportivas.

Sin embargo, puertas adentro, el dolor crecía. “Bernardo hacía todo lo posible por contener a Laura. Decía que ella sabía que tenía un problema, y eso la deprimía más”, contó un amigo cercano. En su momento, el primer episodio psiquiátrico fue atribuido al estrés. Pero en los últimos dos meses, las recaídas se hicieron más frecuentes.

La masacre se convierte en un espejo oscuro de cómo las enfermedades mentales no tratadas pueden derivar en tragedias cuando no hay contención profesional oportuna. La carta, lejos de aclarar, revela una mente fragmentada y atormentada. Una voz desesperada que dejó frases sin hilo lógico, pero cargadas de dolor:

“Fue mucho”.

“Los amo”.

“Lo siento”.

La última imagen

Los peritos trabajan sobre las huellas, los patrones de sangre, los mensajes manuscritos y el historial psiquiátrico de Leguizamón. La tragedia de los Seltzer no sólo es una crónica policial, sino también un llamado urgente a visibilizar los peligros del abandono terapéutico, de la falta de acceso a salud mental y del silencio que muchas familias atraviesan.

Cuatro vidas truncadas. Una casa con medicación, una carta manchada de sangre y un barrio que aún no sale de su estupor.