Una huida y dos víctimas inocentes
Mientras la policía procesaba la escena del crimen en Tres Arroyos, otro operativo se desplegaba a pocos kilómetros. Agentes viales de Vial Quequén y San Cayetano, alertados por un llamado al 911, encontraron el vehículo familiar en una zanja al costado de la Ruta Nacional 228. Dentro del automóvil y en sus inmediaciones, yacían los cuerpos sin vida de Francesco y Tiziano, de 4 y 8 años respectivamente.
Los peritos creen que el padre, luego de asesinar a Rocío, escapó con los niños en el vehículo, probablemente en un intento deliberado de alejarlos del entorno o con la intención clara de quitarles la vida. El auto no mostraba indicios de un accidente espontáneo, sino que parece haber sido intencionalmente estrellado contra la vegetación del monte.
Según los primeros informes forenses, los menores habrían sido asfixiados o estrangulados tras el impacto, aunque las autopsias aún no confirmaron la causa exacta de la muerte.
El desenlace fatal: un suicidio en la ruta
El presunto asesino, cuya identidad no fue difundida oficialmente pero se confirmó como pareja de Villarreal y padre de los niños, culminó su escalada de violencia con su propio suicidio. Poco después del hallazgo del auto, los equipos viales reportaron un incidente en el que un hombre se había arrojado de forma deliberada bajo las ruedas de un camión de carga.
El impacto fue fatal. El cuerpo fue retirado por personal de emergencias y rápidamente identificado como el de quien había protagonizado el raid criminal. El conductor del camión, en estado de shock, confirmó que el hombre se lanzó sin previo aviso ni posibilidad de esquivar la colisión.
Tres escenarios, una sola pesadilla
La Unidad Fiscal de Instrucción de turno, en conjunto con la DDI local, Policía Científica y personal vial, coordina ahora una investigación múltiple con tres escenarios distintos:
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El domicilio en Tres Arroyos, epicentro del femicidio.
El zanjón de la Ruta 228, donde murieron los menores.
El lugar del suicidio, clave para cerrar la cronología de los hechos.
La complejidad del caso radica en la simultaneidad de los eventos y la necesidad de esclarecer los motivos, tiempos y modos de cada crimen. Las autoridades no descartan que todo haya ocurrido en un mismo lapso de pocas horas.
El perfil de la familia y las preguntas sin respuesta
Vecinos y allegados describieron a la familia como “normal”, aunque algunas fuentes indican que habría habido antecedentes de violencia en el ámbito doméstico, no judicializados. Rocío era madre a tiempo completo y solía participar de actividades escolares. El padre trabajaba en el rubro de la construcción y, según versiones extraoficiales, atravesaba una crisis emocional profunda.
No se hallaron notas, mensajes ni grabaciones que pudieran dar cuenta de una planificación explícita del crimen, aunque sí se investiga el historial digital del agresor, en busca de pistas o señales de desequilibrio.
El círculo íntimo de Rocío reveló que ella había manifestado miedo en algunas conversaciones privadas, aunque nunca llegó a formalizar una denuncia. Esa ausencia de intervención judicial previa resuena ahora con más fuerza entre familiares, vecinos y especialistas en violencia de género.
Dolor e impacto social
Las redes sociales y los medios locales se llenaron de mensajes de conmoción, bronca y luto. Escuelas cercanas al hogar de los niños suspendieron sus actividades y colocaron crespones negros. Organizaciones feministas locales convocaron a una marcha de silencio en homenaje a Rocío y sus hijos, exigiendo mayor presencia del Estado en casos de violencia doméstica.
El municipio de Necochea declaró dos días de duelo y ofreció apoyo psicológico a las personas cercanas a la familia. En un comunicado oficial, lamentaron “una tragedia que nos golpea como comunidad” y ratificaron su compromiso con la prevención de la violencia de género.
Una sociedad que pide respuestas
Aunque el caso parece cerrado desde el punto de vista judicial, al no haber un victimario vivo, las preguntas de fondo persisten. ¿Se pudo haber evitado esta tragedia? ¿Hubo señales que fueron ignoradas? ¿Cuántas mujeres y niños más están en riesgo sin que el sistema lo perciba?
El triple crimen de Necochea no es un hecho aislado. Se enmarca en una dolorosa estadística que, año tras año, deja decenas de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, y cada vez más casos de filicidio como forma extrema de castigo o “venganza” de los agresores.