El segundo debate y el análisis uno por uno
En comparación, este segundo debate fue mucho menos conservador que el anterior. Los candidatos rompieron el molde en mayor o menor medida, algunos buscaron protagonismo y otros se mostraron “más espontáneos”
JAVIER MILEI
Se mantuvo como la figura central, al que buscaron desequilibrar, aunque no lo lograron con continuidad. Su actuación fue de buena a muy buena, aunque en este segundo debate tuvo que exponerse a los temas más inconvenientes de su campaña como cambio climático, venta de órganos y portación de armas.
Expuso mayormente con soltura e intentó ser menos visceral y más explicativo. Se lo vio llamativamente tranquilo, aunque tuvo momentos en los que trastabilló en respuestas sobre medio ambiente y de Luis Barrionuevo
No perder los estribos fue un triunfo estratégico y planificado porque les habla a los votantes que piden un cambio pero que temen que sea una opción demasiado arriesgada, un salto al vacío hacia el caos.
El mejor negocio fue de Milei que se mantuvo el 90% del tiempo sereno buscando captar una segunda capa de votantes por fuera de los propios que pretendían verlo más combativo contra la casta. Usó más la ironía y la metáfora.
Fue el que más errores cometió en este segundo debate.
SERGIO MASSA
Consiguió pasar los debates con momentos de presión, tenía que mantenerse firme y sobre todo expresar ideas demandadas por su propio electorado. Intento mostrarse como figura presidencial con la intención de ser reconocido por “su gente” como alguien que a pesar de todo agarró el timón en la crisis, lo que es finalmente su posicionamiento de campaña.
Apuntó al refuerzo de los propios con una identidad peronistas tradicional bien definida, con temáticas sobre el Estado y los derechos muy concretas sobre la mesa. También repitió sus éxitos de gestión en seguridad en Tigre.
Fue claro el mensaje. No se enojó, ni se victimizó, buscó proponer y eso tiene mérito con el contexto de inflación, dólar a 900 y el caso “Chocolate” o Insaurralde.
No tuvo más remedio que defenderse por momentos. Fue arrinconado con temas de corrupción, pero “zafó” y obtuvo el galardón al mejor contraataque cuando Bullrich le preguntó por Insaurralde y respondió con Milman (aunque eso le suma a Milei).
PATRICIA BULLRICH
El vaivén estratégico de Bullrich es lo más notorio, pasó de AntiK a enfrentar de frente a las ideas de la libertad, esta indecisión de campaña puede pagarse caro, pero en el debate fue de un lado al otro.
En el segundo debate buscó tomar el centro del cuadrilátero y lo logró. Fue a buscar ser la protagonista de la pelea y lo consiguió.
Con cierta intermitencia en su discurso, pero con un contenido agresivo y directo, aguerrida dicen… Buscó reflotar un mensaje a los propios votantes duro antiK y pegarlo a Milei. Su éxito mayor estuvo con la pregunta sobre las listas del libertario integrados por Massa que generó la peor intervención de Milei.
El mayor progreso en perspectiva de un debate al otro fue de Bullrich
JUAN SCHIARETTI
Correcto con su mensaje federal, incisivo con respeto en las réplicas, se mostró serio y sin necesidad de recurrir a las típicas picardías o chicanas. Consolidó una actuación sólida y con un discurso con una dosis menor de provincialización. No se dejó seducir por el “cariño” de Massa comprendiendo de dónde deben salir muchos de sus votantes potenciales.
MYRIAM BREGMAN
Bregman busca pesca en un acuario muy chico. Conceptualmente desactualizada y sin vehiculizar sorpresa alguna. Dejó un buen título en el primer debate y se desdibujó en el segundo con una actitud más soberbia e incómoda. Se puse del lado Palestino a diferencia de sus 4 contrincantes, lo que la dejó fuera de combate en las siguientes intervenciones.
Conclusiones
Los debates son batallas emocionales. Partidos de ida y vuelta muy complejos de resolver y que tienen dinámicas muy particulares. En el caso de 2023 fueron dos encuentros de gran atractivo televisivo, muy interesante repercusión pública, contundente visibilidad y enorme conversación digital posterior.
Seguramente, no han alcanzado un nivel de confrontación, ni por grandes propuestas o por desempeño que nos permita inferir que habrá incidencia en el voto.
Pero también debemos decir que han contribuido a la difusión de ideas como una herramienta contundente y concreta.
(*) Gabriel Slavinsky es Psicólogo y consultor político. Autor del libro: “100 Recomendaciones para dirigentes políticos”