Ese tercer lugar estaba destinado, según los acuerdos previos, a Jorge Triaca, una figura de peso dentro del PRO. Sin embargo, esa silla terminó en manos de Pamela Caletti, dirigente cercana al gobernador salteño Gustavo Sáenz, en lo que desde el PRO interpretan como un pacto político entre el oficialismo y los gobernadores del norte, con el kirchnerismo como actor indirecto del acuerdo.
Qué es la AGN y por qué importa tanto
La Auditoría General de la Nación fue creada tras la reforma constitucional de 1994 como órgano técnico de control externo, dependiente del Congreso. Su función central es auditar la gestión del Estado, evaluar el uso de fondos públicos y emitir informes sobre políticas públicas.
Tener un auditor propio implica incidir en la agenda de control, decidir qué se investiga y qué queda postergado. Para el PRO, perder esa silla significa perder capacidad de influencia en uno de los pocos organismos que pueden auditar al Poder Ejecutivo.
Según explicaron este lunes los periodistas Antonio Laje y Bernardo Vázquez en A24, detrás del conflicto por la AGN hay algo más profundo: la arquitectura de gobernabilidad del actual Gobierno. La Libertad Avanza no tiene mayorías propias en el Congreso y depende, para avanzar, de acuerdos con gobernadores y bloques provinciales. En ese esquema, el PRO dejó de ser el socio exclusivo y pasó a ser uno más dentro de un mosaico de negociaciones.
El nombramiento de Pamela Caletti es leído, en ese sentido, como un gesto hacia los gobernadores del norte, particularmente hacia Salta. Un movimiento que fortalece alianzas territoriales, pero rompe equilibrios políticos previos.
La denuncia presentada por Cristian Ritondo busca judicializar el conflicto. El planteo de inconstitucionalidad apunta a frenar los nombramientos y obligar a que el Congreso recupere su rol en la designación de auditores.