Nuevas restricciones

Reproches cruzados entre Alberto y los gobernadores por las restricciones que pasaron (y las que se vienen)

El Presidente se comunicó también con infectólogos y cambió los planes de la agenda de gobierno. Las críticas a Kicillof.
Nicolás Poggi
por Nicolás Poggi |
Alberto Fernández se reunió con gobernadores y epidemeólogos. (Foto: Presidencia)

Alberto Fernández se reunió con gobernadores y epidemeólogos. (Foto: Presidencia)


Alberto Fernández prepara el próximo anuncio de medidas de restricción con un plafón de apoyos: este miércoles se comunicó, en una jornada sobrecargada, con infectólogos y gobernadores, en un intento por "consensuar" la aplicación de normas que, si bien son antipáticas, en el Gobierno asoman como inevitables.

Los epidemiólogos fueron, claramente, los más duros. Pidieron cortar las actividades que no sean esenciales por, al menos, tres semanas, en un lockdown que incluiría a comercios, gastronomía y hasta las escuelas (motivo de más disputa política con la Ciudad). Ni siquiera avalan la modalidad de mesas al aire libre para bares y restaurantes. Cierre total.

Los científicos también le reclamaron a Alberto que haga cumplir las normas ante los gobernadores, además de poner el acento en la necesidad de extremar los controles.

No estaba previsto que el Presidente estuviera en esa reunión virtual -que iba a estar capiteaneada por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti-, pero, casi sobre la hora, el mandatario decidió sumarse. Eso alteró todos los planes. El meeting quedó en standy by, con los infectólogos esperando desde sus pantallas mientras Vizzotti y Eduardo “Wado” De Pedro se trasladaban a Olivos, desde donde Alberto se comunicaría, después, con 12 gobernadores.

Es que el encuentro con expertos, que inicialmente estaba previsto para las 18.30 en el Salón Norte de la Casa de Gobierno, se adelantó -primero- para las 16.30, y luego quedó en un limbo a raíz de la decisión de “Wado” De Pedro y de Vizzotti de trasladarse a Olivos.

La dispersión de esa reunión motivó entonces que cada funcionario se fuera a su despacho y se conectara desde allí -Cafiero entre ellos-. No hubo reunión presencial en el Salón Norte, como estaba anunciado, y muchos periodistas se quedaron esperando en un estado de confusión. La intervención del Presidente había cambiado la agenda.

Pero eso sí: los funcionarios con despacho en la Rosada se sintieron respaldados cuando vieron cómo los gobernadores empezaron a aplicar en sus provincias las mismas normas de restricción que establece el DNU presidencial, incluido el cierre de las escuelas. El santafesino Omar Perotti, que fluctuó entre aperturas y cierres, era puesto como ejemplo en los pasillos de la Casa de Gobierno.

Por videoconferencia se conectaron los gobernadores Raúl Jalil (Catamarca); Jorge Capitanich (Chaco); Gustavo Valdés (Corrientes); Gustavo Bordet (Entre Ríos); Gildo Insfrán (Formosa); Gerardo Morales (Jujuy); Ricardo Quintela (La Rioja); Gustavo Sáenz (Salta); Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Juan Manzur (Tucumán), además del mencionado Perotti y el vicegobernador de Misiones, Carlos Omar Arce.

¿Por qué hay malestar en la Casa Rosada? Por la falta de controles en las provincias, incluidas las de gobernadores aliados. Y no hay que irse muy lejos: basta con mirar a Axel Kicillof, uno de los mandamases de esa zona cero llamada AMBA. El “albertismo” se queja de que la Nación hace esfuerzos para cortar la cadena de contagios mientras en el Conurbano la vida social fluye a su propio ritmo.

Se enojan, también, por el hecho de que se apunte sólo a los intendentes opositores (los de Juntos por el Cambio) cuando la gestión de Kicillof no monitorea la circulación social en las grandes ciudades bonaerenses. "Se partidiza todo y así es muy difícil", rumiaba, resignado, un funcionario del primer piso de la Casa Rosada. Es como si la plana mayor del Ejecutivo tuviera en claro que hace falta un cambio integral para garantizar el éxito de las medidas.

Sí resaltan, en ese punto, que el Presidente haya tenido razón con las advertencias que viene haciendo desde marzo respecto de la llegada de la segunda ola. Ahora ven que la mayoría de las provincias están encerradas en el mismo laberinto de la suba de casos. Un laberinto del que no se puede salir por arriba.