AMOR PURO

Quién es Nicolás Keenan, el jugador de hockey argentino que podría convertirse en primer caballero de los Países Bajos

Después de Máxima, un nuevo argentino podría ocupar un rol histórico en los Países Bajos: el de “primer caballero”. Las elecciones legislativas anticipadas de este miércoles dejaron al país con un resultado sorpresivo y una figura que promete marcar un antes y un después: Rob Jetten, líder del partido centrista D66, de apenas 38 años, abiertamente gay y con un mensaje de optimismo que conquistó a los votantes.

Quién es Nicolás Keenan, el jugador de hockey argentino que podría convertirse en primer caballero de los Países Bajos

Después de Máxima, un nuevo argentino podría ocupar un rol histórico en los Países Bajos: el de “primer caballero”. Las elecciones legislativas anticipadas de este miércoles dejaron al país con un resultado sorpresivo y una figura que promete marcar un antes y un después: Rob Jetten, líder del partido centrista D66, de apenas 38 años, abiertamente gay y con un mensaje de optimismo que conquistó a los votantes.

Según los sondeos de boca de urna, Jetten habría superado al dirigente de extrema derecha Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV), con una ajustada diferencia que podría redefinir el mapa político neerlandés. Y junto a él, en esta historia, aparece un argentino que ya tiene los ojos del mundo puestos encima: Nicolás Keenan, jugador de Los Leones, el seleccionado argentino de hockey sobre césped, y actual figura del club neerlandés Klein Zwitserland.

El romance entre ambos, que comenzó en 2022, atraviesa ahora su momento más mediático: la posibilidad de que Keenan se convierta en el primer caballero argentino de los Países Bajos, si Jetten logra formar gobierno y asumir como primer ministro.

“Keenan es una persona conocida en Países Bajos. Jetten deberá armar ahora gobierno. Pero normalmente quien gana las elecciones se convierte en primer ministro. Sería el primero abiertamente gay del país”, explicó el periodista neerlandés Peter Schouten, corresponsal en Buenos Aires del diario Algemeen Dagblad de Rotterdam, en declaraciones a TN.

El dato no es menor. Países Bajos fue el primer país del mundo en legalizar el matrimonio igualitario en 2001 y, sin embargo, nunca había tenido un jefe de Estado o de Gobierno abiertamente homosexual. La figura de Jetten, moderna, joven y con un discurso centrado en la “política positiva”, representa un cambio generacional dentro de una sociedad históricamente liberal, pero que en los últimos años había visto crecer a la extrema derecha.

La pareja anunció en noviembre de 2024 que se casaría, aunque sin fijar fecha. “Pronto seremos Mr & Mr”, escribieron entonces en una publicación conjunta en Instagram, acompañada por una foto sonriente desde la costa neerlandesa. Desde aquel anuncio, no se conocieron más detalles sobre la boda, pero el vínculo se mantiene sólido.

De hecho, en la noche de las elecciones, Keenan compartió una historia en Instagram con la leyenda “noche de elecciones”, en la que se los vio juntos, vestidos con elegancia y sonriendo. Las redes sociales estallaron: miles de comentarios celebraron la imagen y los compararon con la pareja de Máxima y Guillermo, aunque en una versión moderna, igualitaria y con sabor latino.

El partido D66, fundado en 1966 y tradicionalmente liberal-progresista, obtuvo 27 de los 150 escaños del Parlamento, según el sondeo de Ipsos, superando por un estrecho margen al Partido por la Libertad (PVV) de Wilders, que alcanzaría 25.

Aunque la diferencia parece mínima, el impacto político es enorme. En un escenario europeo donde los movimientos de extrema derecha vienen ganando terreno, la victoria del centro liberal representa un respiro para quienes defienden la tolerancia y los derechos humanos.

Los sondeos a pie de urna en Países Bajos suelen ser precisos, pero la distribución final de escaños podría variar a medida que avance el escrutinio. Aun así, las celebraciones en la sede de D66 ya comenzaron. Entre banderas, cánticos y abrazos, Rob Jetten proclamó “la victoria del optimismo”.

Hoy millones de neerlandeses han dicho adiós a la política del miedo y han elegido las fuerzas positivas”, declaró ante cientos de militantes eufóricos. Con un tono sereno pero firme, pidió “liderazgo político y cooperación entre todas las fuerzas constructivas del centro” para construir “un gobierno estable y ambicioso” capaz de responder a las demandas sociales y medioambientales del país.

Su discurso, cargado de emoción, contrastó con la brevedad de Wilders, quien reconoció la derrota en un mensaje en X: “Esperábamos otro resultado, pero fuimos fieles a nosotros mismos”.

El ascenso de Jetten no fue casual. Durante los últimos meses, su presencia mediática fue constante. Se mostró en programas de televisión, recorrió escuelas, universidades y fábricas, y se acercó a los jóvenes con una narrativa diferente: la del optimismo frente a la queja, la cooperación frente al odio.

Su perfil carismático y su vida personal transparente ayudaron a construir una imagen de proximidad y autenticidad, muy valorada en un contexto político europeo marcado por el desencanto. “No quiero ser el primer ministro de un partido, quiero ser el primer ministro de todos los neerlandeses”, repitió durante la campaña.

Su pareja, Nicolás Keenan, acompañó discretamente ese recorrido. En varias entrevistas, Jetten mencionó al argentino con cariño, destacando su humildad y su capacidad para integrarse a la sociedad neerlandesa. “Nicolás me enseña todos los días la importancia del esfuerzo y de mantener los pies en la tierra”, dijo en una nota con la cadena NOS.

De confirmarse el resultado, Jetten tendría ahora la responsabilidad de formar gobierno, un proceso que en Países Bajos suele ser complejo y extenso. El sistema parlamentario neerlandés exige construir coaliciones entre varias fuerzas políticas para alcanzar la mayoría.

En las últimas elecciones, el proceso llevó 223 días de negociaciones antes de conformar un gabinete. Los analistas estiman que esta vez las conversaciones podrían prolongarse durante meses, ya que el Parlamento quedó altamente fragmentado.

Jetten ya adelantó su intención de dialogar con “todas las fuerzas del centro y la centroizquierda”, con el objetivo de frenar el avance de la ultraderecha y dar estabilidad al país. Su propuesta incluye políticas verdes, una economía sostenible y una agenda de igualdad de derechos, especialmente en temas de diversidad, género y migración.

Mientras tanto, la figura de Nicolás Keenan sigue ganando visibilidad. El argentino, nacido en Buenos Aires y formado en el Club Mitre, se mudó a Europa a los 18 años para jugar profesionalmente. Con los Leones, fue parte del equipo que ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023 y es considerado uno de los talentos más destacados del hockey argentino.

En los Países Bajos, su carrera deportiva y su historia de amor lo transformaron en una celebridad local. Programas de televisión y portales de noticias lo presentan como “el argentino que podría ser el primer caballero neerlandés”.

Pese a la atención mediática, Keenan ha mantenido un perfil bajo, concentrado en su carrera y en acompañar discretamente a su pareja. En una entrevista reciente, bromeó sobre la situación: “Si Rob termina siendo primer ministro, prometo seguir lavando los platos igual”.

La historia de Rob Jetten y Nicolás Keenan es más que una curiosidad política o un fenómeno mediático: representa un símbolo de cambio en Europa, donde los liderazgos jóvenes, diversos y empáticos comienzan a desafiar las estructuras tradicionales.

En un continente en el que el discurso de la intolerancia ha ganado espacio, la posibilidad de que un político abiertamente gay y su pareja argentina ocupen el centro del poder neerlandés es un mensaje de apertura y esperanza.

Como lo expresó un editorial del diario De Volkskrant, “la victoria de Jetten no es solo la de un partido, sino la de una generación que decide creer otra vez en la política”.

El desafío que viene será enorme: formar un gobierno estable, mantener unida una coalición diversa y cumplir las promesas de cambio en un país donde el pragmatismo manda. Pero si algo dejó claro la noche de las elecciones es que los neerlandeses están dispuestos a mirar hacia el futuro con optimismo, y que la historia —una vez más— podría tener un toque argentino.