Lejos de callarse, Julieta eligió transformar el dolor en voz. Desde que se confirmó la condena, la modelo no duda en mostrar públicamente cómo intenta reconstruir su vida. Sus redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo de anónimos, colegas y familiares.
Su presente cambió de raíz: hoy se muestra feliz junto a Emanuel Ortega, con quien comparte una relación sólida y que fue clave para contenerla en los momentos más oscuros.
Pero la foto de Contardi esposado coincide con otro hecho que marca un nuevo capítulo en la vida de Prandi. Su libro, “Yo tendría que estar muerta”, en el que ficciona su experiencia personal, se agotó y ya lanzó una segunda edición.
Para Julieta y sus hijos, esa imagen puede ser dolorosa, pero también un recordatorio de que el calvario tiene un punto final. Para la sociedad, es una alerta: detrás de cada denuncia de violencia de género hay un grito que necesita ser escuchado.