Esposado en el penal

Se difundió una foto de Claudio Contardi en la cárcel: muy desmejorado

Se filtró la foto de Claudio Contardi dentro de la cárcel: así luce hoy el ex de Julieta Prandi, condenado a 19 años de prisión. Miralo.

Se difundió una foto de Claudio Contardi en la cárcel: muy desmejorado

El caso que estremeció al espectáculo argentino sumó un capítulo inesperado. Claudio Contardi, el exmarido de Julieta Prandi, reapareció de la forma menos pensada: esposado, cabizbajo y dentro de un penal. La imagen fue difundida en LAM por Ángel De Brito y no tardó en viralizarse.

La foto generó escalofríos. Después de años de denuncias, idas y vueltas judiciales y un calvario personal que casi le cuesta la vida, la modelo hoy puede ver a su ex en el único lugar donde ya no tiene poder sobre ella: tras las rejas.

Hace apenas unas semanas, la Justicia lo condenó a 19 años de prisión por violencia de género y abuso sexual con acceso carnal agravado contra Prandi. El fallo fue contundente: las pericias demostraron el daño físico y psicológico que el hombre había causado a quien fuera su esposa y madre de sus hijos, Rocco y Mateo.

Fueron años de silencio y terror, seguidos de otros cinco aguardando el juicio oral. El proceso judicial no solo expuso la brutalidad de Contardi, sino también la resistencia de Prandi, que peleó contra todo un sistema hasta obtener una respuesta.

Lejos de callarse, Julieta eligió transformar el dolor en voz. Desde que se confirmó la condena, la modelo no duda en mostrar públicamente cómo intenta reconstruir su vida. Sus redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo de anónimos, colegas y familiares.

Su presente cambió de raíz: hoy se muestra feliz junto a Emanuel Ortega, con quien comparte una relación sólida y que fue clave para contenerla en los momentos más oscuros.

Pero la foto de Contardi esposado coincide con otro hecho que marca un nuevo capítulo en la vida de Prandi. Su libro, “Yo tendría que estar muerta”, en el que ficciona su experiencia personal, se agotó y ya lanzó una segunda edición.

Para Julieta y sus hijos, esa imagen puede ser dolorosa, pero también un recordatorio de que el calvario tiene un punto final. Para la sociedad, es una alerta: detrás de cada denuncia de violencia de género hay un grito que necesita ser escuchado.

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