El caso de Khotimah no es un hecho aislado en Indonesia, donde aproximadamente cuatro millones de empleados domésticos carecen de una ley que proteja sus derechos. A pesar de los esfuerzos de activistas y defensores de los derechos femeninos para impulsar una legislación de protección laboral, el país ha luchado durante casi dos décadas para implementar dicha ley, dejando a las empleadas domésticas en una posición precaria.
La situación es agravada por el hecho de que las empleadas domésticas no son consideradas trabajadoras bajo el marco legal actual, lo que las excluye del sistema formal y las deja vulnerables a abusos en la economía informal. Incluso si se aprueba una ley de protección en el futuro, se espera que beneficie principalmente a aquellas empleadas que son reclutadas por agencias para trabajar en el extranjero.
Los defensores de los derechos laborales y de género instan al gobierno a tomar medidas más enérgicas para abordar esta problemática y brindar protección efectiva a los trabajadores domésticos dentro de Indonesia. Tiasri Wiandani, de la Comisión Nacional de Erradicación de la Violencia contra la Mujer, critica la falta de acción gubernamental y enfatiza que el país no debe buscar protección en el extranjero si no cumple con sus propias obligaciones.
A pesar de los riesgos y las horripilantes historias de abusos como el de Khotimah, la pobreza sigue empujando a mujeres de zonas rurales a buscar trabajo en las ciudades. A menudo, no tienen más opción que recurrir a empleos mal remunerados y sin protección legal.
La valentía de Khotimah al enfrentar su terrible experiencia y buscar justicia es un recordatorio doloroso de la urgencia de implementar regulaciones laborales adecuadas para los empleados domésticos en Indonesia. Ella espera que su lucha contribuya a la aprobación de una ley de protección y evite que otras mujeres sufran el mismo destino que ella. "Espero que la ley de protección de los trabajadores domésticos se apruebe inmediatamente para que no haya otra Khotimah", declara con firmeza, "que yo sea la última en sufrir".