2. El boom libertario que no pudo ganar, pero sí pudo
La lista de La Libertad Avanza, encabezada por el ex tenista Diego Hartfield, cosechó cerca del 22% y se convirtió en la segunda fuerza provincial.
Si se hubieran unificado con el otro espacio liberal liderado por Martin Arjol ("Radical con Peluca"), podrían haberle ganado al oficialismo. Es decir: el triunfo estaba al alcance. Karina Milei, líder del partido a nivel nacional, decidió jugar a media máquina. Si ella hubiera pedido, se podría haber bajado la candidatura de Arjol; no lo pidió. Vale recordar que días antes de la elección los senadores nacionales por Misiones decidieron no votar la ley de Ficha Limpia, en el Senado a pedido del propio gobierno de Milei. Algo tenía que haber a cambio...
Para el Gobierno nacional no es prioridad la elección de Misiones. Mucho más importante es la alianza con el líder provincial Carlos Rovira, que maneja 4 diputados y 2 senadores clave.
Pero por lo menos pudo dar un aviso de la fuerza que tiene. La novedad no es solo el crecimiento, sino la posibilidad real de ser mayoría si ordenan sus fichas.
3. Ausentismo récord
La participación apenas llegó al 55% del padrón. Fue la más baja en medio siglo. Un dato que no habla solo de desinterés: también de desapego, fastidio, resignación. Con ese nivel de abstención, cualquier resultado es parcial. Y la gran mayoría de los misioneros optó por no legitimar nada.
59% había sido la participación más bajan en 2021 en medio de la pandemia. El promedio de asistencia a las urnas en esta provincia está en torno al 75%.
Si se toma lo que pasó en las otras elecciones distritales que hubo en este 2025, el alerta para el sistema democrático es evidente. Lo tienen que tener en cuenta los gobernadores que adelantaron su elección, a los que esa baja participación les puede traer algún dolor de cabeza.
Qué implica para el tablero nacional
Los oficialismos locales siguen ganando. Ganaron en todos lados (menos en CABA que se nacionalizó) pero cada vez les está costando más sostener su hegemonía.
El experimento libertario demostró que, con un poco más de organización, puede transformarse en victoria. No es un fenómeno aislado ni un fenómeno barrial: es una señal de época, con chances de proyectar por fuera de la figura política de su líder, el presidente Javier Milei.
Y el ausentismo dejó una advertencia brutal para todos los partidos: quien logre entusiasmar a los que hoy no votan, gana. No hay margen para el marketing vacío.
La elección misionera vuelve a ser un espejo incómodo para la política nacional. Se vio el desgaste de los que mandan, la oportunidad de los que gritan y el silencio, cada vez más ruidoso, de la mayoría que no cree en ninguno.
A diferencia de lo que pasó en CABA, la elección de Misiones no se nacionalizó. Pero nacionalizó la crisis de representación. La política tradicional debe tomar nota.