Ingresos inesperados: el país recibiría más de USD 4.000 millones adicionales por la suba del precio de los granos

Marcos López Arriazu
por Marcos López Arriazu |
Ingresos inesperados: el país recibiría más de USD 4.000 millones adicionales por la suba del precio de los granos

El raid alcista del precio de la soja de los últimos 60 días podría convertirse en la mejor noticia para un gobierno que necesita empoderarse en el manejo de la economía después de un año abocado a la gestión de la pandemia.

La suba de las cotizaciones de la oleaginosa significaría por lo menos unos USD 4.000 millones extra en relación a lo proyectado a fines de septiembre. A esto habrá que sumar lo que adicionen el maíz y el trigo, este último clave en los primeros meses de 2021.

Además, aunque la presión impositiva sigue por las nubes, los números de los productores mejoran por la nueva realidad del mercado, lo que podría quitar un poco de presión a las negociaciones que los funcionarios mantienen con el Consejo Agroindustrial.

Sin embargo, la principal amenaza es el clima. Con pronósticos de un verano seco por efecto del fenómeno Niña, la cosecha podría verse afectada, provocando que la suba de precios solo alcance para compensar la caída de la productividad.

El precio de la soja

Este martes, la soja volvió a subir en el mercado de Chicago y quedó a solo tres dólares del mayor valor registrado en seis años: los USD 433 del 6 de junio de 2016. Para encontrar una cotización superior habría que ir hasta agosto de 2014, cuando cerraba en USD 450 (eran los últimos meses de la época de oro de los commodities agrícolas).

Tan repentina fue la actual mejora, que hoy el precio de la oleaginosa es USD 65 mayor que el promedio de septiembre.

Medido en valores FOB (lo que en realidad captura la exportación argentina) entre agosto y noviembre, el aceite de soja subió 19%; el poroto, 23%; y la harina, 36%. En el caso de los cereales, el maíz subió 27% y el trigo 9%.

¿Cuál será el impacto sobre el ingreso de dólares del año próximo? En septiembre, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyectó que la campaña agrícola 2020/21 para los principales cultivos alcanzaría las 120,8 millones de toneladas. Teniendo en cuenta el precio promedio FOB de julio a septiembre, significaba un ingreso de divisas de USD 25 mil millones y la recaudación fiscal de USD 12 mil millones.

Ahora, considerando la participación de cada uno de los cultivos y los diferentes productos exportables, el impacto de la suba de los precios FOB podría significar entre USD 4.000 y 5.000 millones adicionales en ingresos por exportaciones.

Los productores

Las mejores cotizaciones internacionales tienen impacto en los precios locales, por ende, en los números de los productores.

De acuerdo con los datos de la plataforma AgBI, la renta esperada para una producción de soja de zona núcleo pasó del 18% en agosto al 31% en noviembre. Se trata de la mejor región productiva para el cultivo, pero también hay mejoras considerables en el resto de las zonas. Por ejemplo, en el centro de Santa Fe, la renta esperada pasó del 8 al 21%; en el sur de Córdoba, del 5 al 23%; e incluso en el NOA, varió de una rentabilidad negativa del 10% a una ganancia del 12%.

¿Esta situación puede relajar los reclamos de los productores en relación a los derechos de exportación? Para Jorge Chemes, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), el nuevo precio de la soja “cambia el tono de la negociación, pero para nada significa dejar de lado el reclamo”.

Los productores, van más allá de los derechos de exportación y ven la presión impositiva como un conjunto. “Hace 20 años, de 100 pesos que facturabas 30 era impuestos; hoy son 70 u 80”, explicó el dirigente en diálogo con A24.com Agro. Y agregó que “un mayor precio de pizarra no significa mayor rentabilidad porque gran parte de eso se los llevan los costos de producción, incluidos los impuestos”.

Además, hay temor por los aumentos que el Gobierno pueda autorizar sobre los combustibles y el movimiento del tipo de cambio.

Cualquier movimiento de precios nos va impactar fuertemente. No solo en las labores de siembra y cosecha, sino en el flete y en el secado”, precisó.

Por eso, resaltó que cuando se toma todo el paquete impositivo “sigue siendo pesadísimo” y consideró que “si la carga impositiva supera los 50, el negocio se complica y entra en una zona de riesgo”.

La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA) elabora un índice a partir de la medición de la presión impositiva sobre los principales cultivos agrícolas. La última medición, en septiembre, arrojó que la misma era del 62% teniendo en cuenta los cuatro principales cultivos: soja, maíz, trigo y girasol. En otras palabras, de cada 100 pesos de renta, solo 38 quedan para el productor.

En ese cálculo, el precio del commodity tiene gran influencia. Si bien el próximo índice recién se conocerá a mediados de diciembre, David Miazzo, economista en jefe de FADA, prevé una reducción de la presión impositiva. “Como consideramos la participación del Estado sobre la renta, al aumentar el precio de venta, este número baja”, explicó. De esta forma, “de mantenerse la tendencia de precios actuales, el índice podría perforar la barrera del 60%”.

Buena expectativa de precios

La actual suba de los valores se basa fundamentalmente en las activas compras de China, a una cosecha de Estados Unidos por debajo de las expectativas y a las dudas sobre el clima en Brasil y la Argentina. Es decir, una fuerte demanda vs una posible menor oferta.

“La perspectiva de los próximos meses es que se va a mantener esta tensión entre oferta y demanda, aunque no podemos predecir hasta dónde pueden llegar los valores”, sostuvo Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC).

De todas formas, advirtió que “el efecto Niña puede recortar las proyecciones de producción de la Argentina, algo que ya se está notando por ejemplo en la producción de trigo”. Por eso, consideró que “es posible que esta suba de precios termine ayudando a no sufrir tanto las consecuencias de una menor producción por la sequía”.

En cuanto a las conversaciones con el Gobierno, resaltó que el Consejo Agroindustrial "sigue trabajando fuerte en el proyecto de ley que prevé beneficios impositivos para inversiones en producción primaria y agroindustria", negociación que intentan "cerrar en noviembre".

En cuanto a las retenciones, "se pidió un programa a la baja para grandes cultivos y la eliminación inmediata a los cultivos regionales", subrayó.

Sobre esto último, en el sector esperan que el Gobierno acceda a avanzar a principio de año. Sin embargo, para la baja correspondiente a grandes cultivos, aún no hay fecha. Aunque algunos optimistas piensan que la Casa Rosada podría tener más receptividad una vez que se cierren las negociaciones con el FMI.

Más allá de los números finales, los buenos precios actuales generan un cambio de expectativas muy favorable para el desarrollo de negocios.

"El mayor impacto de la suba internacional del precio de la soja pasa por las expectativas. Vas a entrar en un año complejo en materia climática, pero con un incentivo que te lleva para adelante”, opinó Sebastián Salvaro, de AZ Group. Según el asesor de empresas, esta coyuntura "va a ayudar a la Argentina en general porque el productor ve un negocio interesante y pone en marcha una dinámica que genera más movimiento de la economía en las zonas rurales. Eso, dejando de lado el resultado final, que vamos a ver recién a fines de mayo".

Ese maldito clima

Para todas estas proyecciones, el mayor temor es el escenario climático. Si bien las lluvias de fines de octubre y las últimas semanas corrigieron el déficit hídrico que se arrastraba desde el otoño, y permitieron avanzar con las siembra a gran velocidad, aún se necesita muchas más agua para que los cultivos de verano puedan evolucionar favorablemente hasta la cosecha.

De acuerdo con un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FUBA), el fenómeno climático La Niña, que agudiza las condiciones de sequía, presenta un 90% de probabilidades de que vaya a persistir hasta finales de 2020 y un 55% de que lo haga hasta el primer trimestre de 2021".

Así las cosas, se espera que el episodio de La Niña de este año sea de moderado a intenso.

Dato: la última vez que se registró un episodio intenso fue en 2010/2011, seguido por un episodio moderado en 2011/2012. La sumatoria de esos dos ciclos secos generó una caída de producción de 13,7 millones de toneladas de soja en dos años.

La soja y los ciclos presidenciales

Para cerrar, un dato curioso, tal vez meramente anecdótico.

Durante los ocho años de presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, el precio promedio de la soja fue de USD 446 por tonelada.

Durante los cuatro años de Mauricio Macri se registró una brusca caída, con una soja apenas promediando los USD 348.

Alberto Fernández, en sus 11 meses de Gobierno, viene más retrasado aún, con un valor promedio de USD 338. Sin embargo, si se compara con el último año de la gestión de Macri, tuvo una mejora de USD 13.

Por lo pronto, es difícil prever con exactitud qué sucederá en el próximo año. A las cuestiones de oferta y demanda ya analizadas habrá que sumar la hoy incógnita Biden, y cuál será su política sobre energías renovables, gran impulsor del precio de los commodities durante el gobierno de Obama.

Si el nuevo presidente de los Estados Unidos decide apostar a los biocombustibles como parte de la estrategia de mitigación de cambio climático, podría regresar una nueva fase de precios altos. De todos modos, esta visión seguramente pueda chocar con la creciente dicotomía entre cultivos para comer o cultivos para combustibles, que recobra fuerzas en el mundo pandémico actual.

Dudas que se irán despejando con el tiempo. Por ahora, lo concreto es que a la Argentina se le abre una nueva oportunidad de mayor ingreso de dólares. Estaría muy bien aprovecharla.

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