Historia

La poeta que escapó del nazismo y vivió bajo un estricto régimen de convivencia

Traiciones y suicidios: la atroz historia de Assia Wevill también tiene como protagonistas a la poeta Sylvia Plath y al poeta Ted Hughes. Construyeron un triángulo de traiciones y de celos que finalizó con muertes que se podían haber evitado.  
Assia Wevill y Ted Hughes

Assia Wevill y Ted Hughes

Cuando pudo, Assia Wevill vivió con una risa escandalosa. Cuando se lo propuso, fue pura intensidad. En el amor y también en la supervivencia. Diferentes escenas la describen. Por ejemplo, en una acción desesperada por vivir, huyeron con su familia de la Alemania nazi para instalarse en Tel Aviv, donde conoció a su primer marido, el sargento británico John Steel, con quien se casó en 1946.

En 1960, en una travesía desde Canadá junto a su familia, conoció a David Wevill, de él tomó el apellido e hizo su vida en Londres. Assia vivió con él todo lo que había soñado: tener un poeta para leerle, escribir, dibujar y cultivar sus pasiones. Todo lo hacían juntos. Su carrera como artista comenzaba a florecer.

"Voy a seducir a Ted", fue la frase que pronunció Assia Wevill y marcó para siempre su destino. Ted era el poeta Ted Hughes, uno de los célebres autores de la poesía británica de la segunda mitad del siglo XX. Un hombre lleno de talento con las palabras pero también alguien muy determinante en su accionar y que humillaba a las mujeres. Era el marido de la poeta estadounidense Sylvia Plath. Los dos formaron la pareja más popular de la literatura de los años 60 en Inglaterra. Y los dos no pudieron o no quisieron escapar de infinitos escándalos. Crearon un cielo amenazante que indicaba que en cualquier momento se desataba una tormenta.

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Assia Wevill, una mujer con aspiraciones artísticas

Assia Wevill, una mujer con aspiraciones artísticas

Wevill, Plath y Hughes: el triángulo de muerte

Contar la historia de Assia Wevill es unirla a Sylvia Plath, a su marido, Ted Hughes. Y ahí aparece el nombre de Assia como la amante de Ted. Entre ellos construyeron un triángulo de traiciones, amor, celos y que tuvo a la muerte como protagonista.

Sylvia Plath se suicidó en febrero de 1963, dos años después de que Hughes la abandonara por Assia. La tragedia volvió a repetirse la noche del 25 de marzo de 1969, cuando Asia Wevill dejó abierta la llave del gas de su piso de Londres y murió, y también Shura, la hija de ambos.

Con intermitencias, Assia sería pareja de Hughes durante seis años. Se suicidó usando el gas de la cocina pero, a diferencia de Plath, decidió matar también a su hija de 4 años. Asia tenía 41 años y, como Sylvia, estaba distanciada de Ted cuando tomó la trágica decisión.

¿Quién fue Assia Wevill?

Fue licenciada en Literatura en la Universidad de Vancouver, en Canadá. Apasionada por las palabras, escribía poemas y trabajaba en una agencia de publicidad. Con su risa atrevida, desafiaba las reglas y no dejaba escapar las oportunidades. Fue una mujer con aspiraciones artísticas pero que siempre le faltó la contención familiar por estar lejos de ellos. Su madre vivía en Palestina, su padre se había mudado a Mozambique donde encontró trabajo de médico y su hermana Celia prefirió quedarse en Israel haciendo el servicio militar.

Su hermana fue muy crítica con Assia al decir: “En toda mi infancia creí que yo no era hija de mis padres. Assia me dijo que los gitanos me habían dejado en la puerta. Decía que ella era una princesa que había nacido en un palacio y que la habían apartado de su verdadera madre mientras yo era hija de gitanos. Assia creía que ella se merecía todo, y que todos los que estábamos a su alrededor debíamos servirla y hacer lo que ella quería”.

La mirada de Assia Wevill sobre Sylvia Plath

Assia sintió que siempre estaba presente el suicidio de Sylvia Plath. Incluso hasta llegó a creer que los íntimos de la poetisa la culpaban de destrozar su matrimonio con Hughes.

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Ted Hughes y Sylvia Plath

Ted Hughes y Sylvia Plath

"La hostilidad y el afilado desprecio de los amigos de Ted son a veces insoportables", le confesó un día a su hermana Celia. Es que la sombra de Plath fue un hilo conductor en la relación con Hughes. Plath había dejado sin terminar una colección de poemas. La realidad es que su viudo se encargó de ordenar todo y destruyó el diario personal porque se trataba del tiempo que pasaron juntos. Él quiso evitar que ese escrito lo leyeran sus dos hijos, Frieda y Nicholas. También hizo desaparecer el manuscrito de una segunda novela que preparaba Plath, en 1963. Muchos aseguran que Assia leyó ambos y se enojó al verse retratada como una "mujer gélida y árida".

Con toda esa información, Assía llegó a escribir -lo hacía siempre en la noche- llena de furia. “Sylvia está creciendo en Ted, enorme y espléndidamente. Yo me encojo día a día, mordisqueada por ambos. Me comen", fueron algunas de las palabras en su diario.

El régimen de convivencia que le exigió el poeta británico a Assia Wevill

"Llevamos cinco días viviendo en paz, el periodo más largo desde que murió Sylvia", escribió en junio de 1963. Sin embargo, la relación entre Wevill y Hughes estaba cerca de explotar. Incluso para conservar cierta armonía en la casa, el poeta propuso un código de conducta que era muy estricto. Hughes exigió a su amante y a la madre de su hija Shura jugar todos los días con Frieda y Nicholas, fruto de su matrimonio con Plath. También debía enseñarles alemán tres horas a la semana.

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Assia Wevill, en 1950

Assia Wevill, en 1950

¿Había más en ese código de convivencia? Sí, cocinar una nueva receta cada semana e incentivar a Frieda a que también lo haga. Eso sí, Hughes estaba exento de cocinar. Assia debía levantarse a las ocho de la mañana y no podía andar en bata por la casa. Tenía prohibido dormir la siesta y debía mejorar su comportamiento y mostrarse agradable con sus amigos. De la reacción de Wevill se sabe poco. ¿Habrá aceptado la constitución de su amante?

"Me siento suicida"

En una de las tantas cartas que se conocieron, Assia le confesó a su familia: "Me siento suicida". La depresión ya estaba inmersa en su vida. Hughes nunca se hizo cargo, él siempre la culpaba. En una carta se encargó de explicar la situación: "Me ponía a prueba diciendo que debíamos separarnos. Era una mala costumbre, parte de nuestras viejas dificultades, y cuando me lo repitió por teléfono ese último día, no me resultó nada nuevo".

Ese día que menciona Hughes era el 25 de marzo de 1969. Esa noche Assia llevó una cama a la cocina. Primero acostó a Shura, de cuatro años y luego preparó un cóctel de alcohol y pastillas para dormir. Encendió el gas del horno. Y se tiró en el colchón junto a su hija. Se escribió para sí misma antes de su suicidio: “Aquí yace una amante de la sinrazón, y una exiliada”

Seis años antes, Sylvia Plath se había suicidado en circunstancias similares. Sin embargo, no se llevó a sus hijos, que dormían en la misma casa. Les dejó leche y galletas servidas en la mesa de la cocina por si tenían hambre al despertar.

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