No es casual que Dybala haya incluido en su despedida la frase “los vamos a extrañar a los cinco”, dejando en claro que el regreso de Paredes a la Argentina también significa una separación del círculo afectivo que formaban en Europa.
Un sueño que se insinúa cada vez más fuerte
En medio de la presentación de Paredes en la Bombonera, los periodistas le preguntaron sobre la posibilidad de que Dybala también llegara a Boca. Lejos de evadir el tema, el mediocampista fue directo: “De gustar, me encantaría por la clase de jugador que es y la clase de persona que es. Para él también sería un sueño. Pero no me meto en la vida de los demás, cada uno tiene su carrera. Si le tocara venir, bienvenido sea”.
La declaración no hizo más que alimentar una ilusión que no es nueva. Dybala ya había confesado en otras entrevistas su afinidad por Boca desde chico, cuando usaba camisetas con la publicidad de Pepsi, incluso durante sus pruebas en Instituto. Además, su padre, fanático del club, lo llevaba a ver cada partido que podía cuando el Xeneize visitaba Córdoba.
“Paredes me presiona todos los días para jugar en Boca”, reveló alguna vez entre risas. Y su pareja, Oriana Sabatini, hincha de River, no dudó en avalar la idea: “Si su amigo quiere que vaya a Boca, va a ir con su amigo...”.
El contexto perfecto para soñar
En el último tiempo, Paredes y Dybala compartieron vacaciones en Maldivas, días en Miami y entrenamientos en el predio de la AFA. Ahora, con el mediocampista ya instalado en Boca y tras el regreso de Di María a Rosario Central, el panorama en el fútbol argentino parece preparado para otro bombazo.
Por ahora, el posteo de Dybala es solo una despedida a un amigo. Pero en Boca, los hinchas se permiten soñar: si la historia de Paredes se repite, ¿por qué no imaginar un futuro con Paulo también en azul y oro?