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Open banking: qué es y cómo empoderará a los clientes frente a las entidades financieras

Este nuevo modelo, todavía en debate en Argentina, se hará realidad en Brasil antes de fin de año. Qué representa para los clientes y cuáles son sus ventajas.
Con open banking

Con open banking, los datos que las entidades pueden compartir están regulados por las autoridades de cada país.

Por Salvador Calógero *

La revolución que se está gestando en el sistema financiero a nivel mundial promete cambiar para siempre la forma en la que las entidades del sector se vinculan entre ellas y con sus clientes. Se trata del open banking (banca abierta), un innovador modelo de intercambio de datos financieros que empoderará a los clientes frente a los proveedores del sector.

De hecho, en la región, Brasil ha tomado la delantera en la implementación de este modelo, ya que -pese a algunas demoras- planea ponerlo en práctica este año. Mientras tanto, en nuestro país ya se empiezan a discutir temas de regulación -que será definida por el BCRA- y el pronóstico común entre los players del sector indica que, en Argentina, el open banking regirá recién en tres o cuatro años.

En términos sencillos, el open banking se refiere al intercambio de datos entre entidades reguladas (bancos, fintechs, instituciones de pago) de forma digital, segura y a discreción de los dueños de la información, es decir, los clientes.

Open banking en la vida de las personas

Imaginemos a un individuo que durante 15 años operó con cierto banco y quiere que esa entidad le brinde toda su historia bancaria a una fintech o a un segundo banco para que éstos puedan hacerle una oferta competitiva. Hoy, eso es imposible.

En la actualidad, el cliente no sabe qué información está siendo recopilada sobre su comportamiento, vínculo y operación con su banco, no tiene acceso a la misma y, por ende, no la puede compartir con otros jugadores del mercado.

Con la implementación del modelo de banca abierta esa situación cambia: no solo el usuario tiene autoridad sobre sus datos, sino que puede disponer de ellos en un ambiente seguro, regido por normas y protocolos para el intercambio de información.

Los datos que las entidades pueden compartir están regulados por las autoridades de cada país. Básicamente se trata de información de consumo del cliente, historia de comportamiento con una entidad, qué cuentas tuvo y de qué tipo, tarjetas de crédito, productos financieros a los que accedió y si tuvo hipotecas, entre otros.

Es cierto que, parte de esa información, ahora figura en burós de crédito, pero no está del lado del cliente, sino que son esas oficinas las que la administran. Además, no todos los actores del sistema están obligados a participar de los burós.

Con el open banking todo el entorno deberá brindar información, lo que pondrá a todos los jugadores en pie de igualdad. Y ese debería ser el objetivo de una normativa sana: nivelar.

El camino de Argentina hacia open banking

Si bien aún en nuestro país no tenemos normativas específicas de open banking, vemos que las nuevas directivas y regulaciones que lanza el BCRA se enfocan en ampliar la información disponible en el mercado. A principios de año, por ejemplo, salió un régimen sobre información y transparencia por la que todas las entidades financieras que presten más de $10 millones deben informar al Banco Central. Esto incluye a entidades financieras pequeñas y cooperativas, y busca que aquellas que no lo hacían empiecen a compartir datos de su cartera de clientes.

Ante un cambio de paradigma como este suele surgir una pregunta: ¿quiénes ganan y quiénes pierden? Los primeros, claramente, son los clientes que van a recibir una oferta más competitiva, personalizada y acorde a su realidad.

Para saber quiénes son los segundos, habría que preguntarse quiénes preferirían no compartir su información. En ese grupo entran algunas entidades muy grandes que por muchos años no tuvieron que hacerlo y que se beneficiaron de una posición dominante en el mercado.

Más allá del cimbronazo que podría significar para algunos jugadores el nuevo modelo, al ser más transparente de cara al cliente traerá beneficios al sector.

Por eso, es urgente encarar los próximos pasos para asegurar un buen desembarco del open banking en nuestro país.

Esto implica actualizar regulaciones para nivelar la cancha e igualar ventajas para todos los proveedores. Desde la Cámara Argentina de Fintech ya se organizaron diversas mesas de trabajo -algunas con la Cámara Nacional de Valores y la AFIP- para aportar valor a la discusión sobre normativas y hacer llegar sugerencias al regulador.

Además, debemos pensar en darle tiempo a todas las entidades para que puedan adaptarse a las regulaciones y ajusten sus procesos de intercambios de información. Y, sobre todo, informar al público sobre los beneficios que les brindará el open banking.

*El autor es director de Expansión y Nuevos Negocios de Wenance.

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