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Mitos de la abuela: ¿cuáles son ciertos y cuáles no?

En cada familia hay frases que se transmiten de generación en generación, muchas veces de boca de nuestras abuelas. ¿Todas son ciertas?

Mitos de la abuela: ¿cuáles son ciertos y cuáles no?
Mitos de la abuela: ¿cuáles son ciertos y cuáles no?

Estas advertencias, a menudo envueltas en misterio, solían dictar nuestras acciones diarias: "No tomes vino con sandía", "si dormís con el pelo mojado, te podés enfermar", entre otras. Pero, ¿cuánto de verdad hay en estas afirmaciones? Vamos a explorar los mitos más populares y descubrir qué dice la ciencia.

1. ¿Tomar vino con sandía puede matarte?

Este es uno de los mitos más clásicos de la región. La idea detrás de esta advertencia es que la combinación de alcohol y sandía provoca una reacción fatal en el cuerpo. Sin embargo, no hay evidencia científica que respalde esta creencia.

El vino y la sandía no tienen compuestos que, al mezclarse, sean tóxicos para el organismo. Lo más probable es que esta idea surgiera por algún caso aislado de malestar estomacal relacionado con el consumo excesivo de ambos, pero no por su combinación en sí. Podés comer sandía y tomar vino con tranquilidad, siempre con moderación.

2. Dormir con el pelo mojado te puede enfermar

Otra advertencia común es que dormir con el pelo mojado puede causarte resfríos o incluso algo más grave, como neumonía. Aunque es cierto que irse a la cama con el pelo mojado puede ser incómodo y aumentar el riesgo de irritación en el cuero cabelludo o caspa, no hay relación directa entre esta práctica y las enfermedades respiratorias.

Los resfríos son causados por virus, no por el frío ni por dormir con el pelo húmedo. Dicho esto, dormir con humedad puede generar molestias musculares por la temperatura corporal y el entorno, así que es preferible secarse el cabello antes de acostarse.

3. No te bañes después de comer

"Si te bañás después de comer, te podés descomponer", solían decir las abuelas. Esta creencia se basa en la idea de que el cuerpo, al centrarse en la digestión, no podría manejar al mismo tiempo los cambios de temperatura provocados por un baño.

La realidad es que no hay ningún problema en bañarse después de comer. El cuerpo tiene la capacidad de realizar ambas actividades sin complicaciones. El único caso en el que podrías sentir un poco de malestar es si realizás una actividad física intensa inmediatamente después de una comida pesada, pero un baño tranquilo no representa ningún riesgo.

4. Cortarse el pelo o las uñas en luna llena afecta tu salud

Este mito tiene raíces en creencias astrológicas y rituales antiguos. Se dice que cortarse el pelo o las uñas durante la luna llena puede influir en el crecimiento o en la energía del cuerpo.

Desde el punto de vista científico, no hay evidencia que respalde que las fases de la luna afecten estos procesos biológicos. El crecimiento del cabello y las uñas depende de factores como la genética, la alimentación y la salud general, no de la posición de los astros.

5. Si te tragás un chicle, tarda años en digerirse

Este es otro clásico de la infancia que sigue causando dudas. Se dice que un chicle tragado permanece en el estómago durante años porque no puede digerirse. En parte, esto es cierto: el chicle no se digiere completamente debido a su composición.

Sin embargo, el sistema digestivo humano es perfectamente capaz de expulsarlo de manera natural en pocos días. El chicle no se adhiere al estómago ni causa problemas a menos que se consuma en grandes cantidades, algo poco probable.

6. Cruzar los ojos te los puede dejar "trabados"

Este mito probablemente buscaba evitar que los niños jugaran demasiado con sus ojos. Sin embargo, no hay riesgo de que los ojos queden "trabados" por cruzarlos. Los músculos oculares son flexibles y regresan a su posición normal inmediatamente.

Lo único que podría causar molestias es hacerlo durante mucho tiempo, lo que puede generar tensión ocular temporal.

Por qué estos mitos de la abuela persisten

Los "mitos de la abuela" persisten porque son parte de nuestra cultura y se transmiten de manera oral, mezclando consejos prácticos con supersticiones. Muchas veces, estas advertencias buscaban prevenir riesgos o inculcar hábitos saludables, aunque no siempre con bases científicas.

Lo importante es cuestionar estas creencias, pero también valorar el contexto cultural que las rodea. Aunque algunas sean falsas, no dejan de ser parte de nuestras raíces y de las historias que compartimos en familia.

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