3. Los votos son escritos a mano y doblados tres veces
Cada cardenal escribe el nombre de su elegido en una papeleta rectangular que debe doblar exactamente tres veces. Después la depositan en una urna frente al resto, diciendo en voz alta: “Testor Christum Dominum…”, una fórmula ritual que significa: “Pongo por testigo a Cristo Señor…”.
4. Las papeletas se queman después de cada votación
Sí, no queda ni rastro. Luego de cada ronda de votación, se queman las papeletas. De ahí surge la famosa “fumata”: si no hay acuerdo, el humo es negro; si sí lo hay, es blanco. Para eso, mezclan productos químicos que aseguran el color del humo.
5. El cónclave puede durar horas… o semanas
Algunos conclaves se resolvieron en un día. Otros, como el de 1268, duraron casi tres años. Para evitar eso, hoy se vota dos veces por la mañana y dos veces por la tarde, todos los días, hasta que haya un elegido con al menos dos tercios de los votos.
6. Se hace un juramento colectivo antes de empezar
Antes de la primera votación, los cardenales hacen un juramento solemne para mantener el secreto del proceso y votar con libertad. Es un momento cargado de tensión y simbolismo.
7. Puede haber favoritos… pero todo puede cambiar en horas
Aunque se especula con “papables” antes del cónclave, muchas veces la elección da sorpresas. Incluso hay un dicho: “Quien entra Papa, sale cardenal”. Los acuerdos pueden cambiar de un día al otro.
8. El elegido puede negarse
Cuando un cardenal es elegido, le preguntan si acepta el cargo. Puede decir que no. Ha pasado antes, aunque es rarísimo. Si acepta, se le pregunta qué nombre desea adoptar como Papa. En ese momento, ya deja de ser cardenal.
9. Los cardenales mayores de 80 años no votan
Solo pueden participar en el cónclave los cardenales menores de 80 años. Los mayores pueden estar en Roma, rezar, opinar… pero no tienen derecho a voto.
10. Una vez elegido, el Papa se cambia en un “cuartito secreto”
Después de la elección, el nuevo Papa va a una sala llamada “el Cuarto de las Lágrimas” (o Camera Lacrimatoria), donde se viste por primera vez con los hábitos papales. Se llama así porque —según dicen— muchos lloran al comprender la magnitud del cargo.