Una opción de hierro
La semana próxima, el FMI y el Banco Mundial tendrán su reunión anual en Marrakesh, la ciudad marroquí afectada por un terremoto. Allí se discutirá este problema central. Cómo combatir de verdad (no queda mucho tiempo) el calentamiento global y al mismo tiempo cómo hacerlo sin que los países tengan un problema insoluble en materia fiscal por el endeudamiento que supone la conversión hacia "sistemas limpios de energía".
Parecen dos fuerzas que viajan a gran velocidad y en sentido contrario. ¿Cómo evitar que choquen entre sí?
Los efectos del cambio climático
Los asesores del FMI en materia del cambio climático dicen que sus proyecciones dan ya un aumento por encima del 1,5% de la temperatura registrada antes de la era industrial. Esto era lo que se quería evitar, o a lo sumo tener como techo para 2030 tras los acuerdos de París. La emisión se frenó por la pandemia, pero ahora está en los mismos niveles o mayores de 2019.
Los impuestos sobre el carbono, así como otros impuestos nacionales a combustibles fósiles, siguen el criterio de quien contamina, paga. Sin embargo, esto afecta a la actividad económica y a la inflación, ya que encarece los costes energéticos que, en un porcentaje alto, depende de combustibles contaminantes.
Por eso el Fondo Monetario quiere medidas urgentes para aplicar ya mismo. Saben que el efecto invernadero desatado, el cambio climático, tendrá consecuencias negativas directas y permanentes:
- Mayores catástrofes climáticas.
- Mayores tasas de interés para compensar las pérdidas económicas.
Ambos elementos traerán una disminución en el ritmo de crecimiento, sobre todo en los países en desarrollo. El problema está en las soluciones posibles para reducir emisiones de CO2.
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Los países en desarrollo, en una encrucijada: ¿endeudarse a extremos insoportables para reconvertir su energía? (Foto: gentileza The Guardian).
¿Tan malo el remedio como la enfermedad?
El FMI participa de las soluciones que proponen los países europeos y Estados Unidos. Cumplir con la reducción de los gases del efecto invernadero con etapas concretas. Para 2030 y para 2050. Si se llegaran a cumplir, el cambio climático tal vez se detenga o no sea tan drástico.
Pero la manera de lograrlo parece muy compleja en términos económicos. Por un lado, se trata de plantear nuevas formas de producir energía "limpia", no contaminante. Pero la reconversión implica invertir fortunas que resultan imposibles de imaginar.
Por ejemplo, el FMI calcula que para reconvertir la energía y dejar los combustibles fósiles para 2030 hace falta invertir en el mundo unos 5 billones de dólares. Para que se entienda, no son "billones" como llaman en Estados Unidos a los "miles de millones". Son billones como se entiende en los países latinos o en Europa, por ejemplo. La cifra escrita en números es así: 5.000.000.000.000
Y no es solo una cuestión de los países más desarrollados. El cambio es para todos y ahí es donde se hace más complejo.
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Por la acumulación de CO2, este año será el más cálido desde la era preindustrial (Foto: gentileza NPR).
La deuda de los países, ¿un desafío inmanejable?
Estados Unidos está todavía soportando el regreso de la inflación por los gastos hechos en pandemia y el apoyo militar y económico a Ucrania. China también crece menos y esto implica que su endeudamiento sube.
Pero para los países emergentes, ya agobiados muchos por el peso de la deuda externa -como la Argentina-, el tema es más problemático. No son los principales contaminadores del planeta (EE.UU, China, la Unión Europea y Rusia sí lo son) y los combustibles fósiles son "recursos baratos" para tener energía. Baratos en relación con el gasto que implicaría la conversión de sus matrices energéticas.
Como no tienen recursos propios suficientes, deberían endeudarse más todavía.
La deuda, que descendió por segundo año tras la salida de la pandemia, aún está en niveles superiores a los valores globalizados de fines de 2019. Comparando el 2022 con ese año, está todavía 9% arriba.
Por lo tanto, pedir un endeudamiento mayor a casi todos los países del mundo para reconvertirse con "energías limpias" puede significar, de hecho, la bancarrota para muchas naciones, con inmediatas tensiones sociales dentro de sus fronteras.
La deuda de aquellos países que se encuentran en vías de desarrollo fue en alza en los últimos 20 años. En ese contexto, más de la mitad de los países menos desarrollados está ya en el límite de su capacidad de endeudamiento. El 20% de estas naciones, además, tienen a la cotización de sus bonos en niveles bajísimos, por la falta de confianza en sus políticas económicas.
Entonces, ¿como pedirle afrontar el costo que implica mudar a energías renovables y limpias?
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Ecuador, pionero en cambiar la deuda externa por cuidado ambiental (Foto: gentileza BudgetYourTrip).
Deuda por medio ambiente
El presidente colombiano, Gustavo Petro, llevó esta iniciativa a la Asamblea General de las Naciones Unidas. También lo habló con Emmanuel Macron. Conceptos similares lanzaron los gobiernos de Argentina y varios de la región. Ecuador, por ejemplo, firmó un acuerdo para destinar parte de su deuda -que no le será reclamada con los términos actuales- para promover el cuidado de las islas Galápagos, uno de los paraísos del planeta que están bajo su soberanía.
El FMI y el Banco Mundial debatirán esta paradoja. Acciones concretas para reducir el efecto invernadero, pero al mismo tiempo no hacer que el mundo "quiebre" por una deuda externa inmanejable.