El agravamiento de la violencia empezó el domingo, cuando uno de los capos narco más temidos, Adolfo Macías, alias Fito, jefe de una de las principales bandas criminales del país, Los Choneros, desapareció de su prisión en Guayaquil.
A ello le siguió una arremetida violenta, con motines en las cárceles, policías secuestrados, ataques con explosivos y vehículos incendiados.
Al día siguiente se escapó también Fabricio Colón Pico, líder de Los Lobos, quien prometió entregarse si el presidente Daniel Noboa garantizaba su vida.
Varios penales quedaron entonces en manos de los reos, pero había diferencias en las cifras de los trabajadores retenidos: los medios locales ya hablaban de 170, aunque el balance oficial indicaba 178.
En medio de esta situación, por la que el Gobierno decretó el estado de "conflicto armado interno", al menos cinco presos escaparon en las últimas horas de una cárcel en Guayaquil, según policías al frente de la persecución por tierra y aire que siguió a la fuga.
El declarado "conflicto interno" ya dejó al menos 14 fallecidos en cinco días entre civiles, policías y reclusos.
En el país existen una veintena de organizaciones criminales, integradas por unos 20.000 miembros, y vinculadas a carteles colombianos y mexicanos.
Los narcos usan las prisiones como centros de operaciones, desde donde gestionan el tráfico de droga, ordenan asesinatos y pelean a muerte con rivales por el poder.
Un video grabado en la cárcel de Machala (suroeste) y confirmado por la policía aumentó el terror este viernes. El cadáver de un preso envuelto en plástico fue lanzado a la calle desde el interior.
También circulan imágenes no verificadas de maltrato a presos, donde se les ve desnudos o golpeados a patadas.
La ONU pidió al gobierno una respuesta "proporcionada" y respetuosa con el derecho internacional. La Organización de Estados Americanos (OEA) condenó las "acciones violentas".
Según cifras oficiales recientes, hay 859 detenidos, 57 "secuestrados" liberados, 25 fugados recapturados y 5 "terroristas" abatidos.