Y su éxito fue inmediato una vez que los neoyorquinos, rápidamente, aprendieron cómo habilitar esa lluvia invertida sin quemarse o que el agua llegue hasta el techo.
El Post dice que el negocio fue fulminante para los vendedores de artefactos para baño. A tal punto, que en pocos meses se saturaron los encargos y la fabricación no daba abasto."Todos se agotaron. Hubo una gran lucha por conseguir más”, confiesa uno de los fabricantes.
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El bidet ganó su lugar inseparable junto al inodoro en los baños de Nueva York (Foto: gentileza Washington Post).
La "evangelización" del bidet
A poco de leer la nota, se llega a una de las partes que nos pueden parecer más simpáticas a los argentinos. Kurzius escribe que quienes adoptaron al bidet, "se han convertido en verdaderos creyentes, evangelizando a familiares y amigos". Con el objetivo de que los Estados Unidos, con Nueva York como base, se pongan a tono con los países que no conciben un baño sin el bidet.
La anécdota del matrimonio Orgill tampoco tiene desperdicio (perdón). Rosanne, la mujer, había comprado los accesorios que se adosan al inodoro y se pueden utilizar como un bidet de emergencia (es común verlo en casas u hoteles antiguos por el mundo). Pero su marido, que había visto los verdaderos bidets en otros puntos del planeta, no dudó. Recordó sus conversaciones en los viajes y le contó a su esposa: "A menudo hablaban de lo maravillosos que son los bidets y... de lo extraño que es que Estados Unidos no tenga ninguno porque en realidad no hay otra manera de limpiarse”.
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La prensa norteamericana y el "descubrimiento" del bidet (Foto: Washington Post).
Así se decidió a comprar uno, que no supo como instalar y necesitó la ayuda de un plomero. Desde entonces, es un elemento fundamental en el baño: “Ahora los amo”, dice Rosanne y remata: "Simplemente, no sé cómo la gente sobrevive sin ellos".
Ya en otra nota anterior, el Post abordó la fascinación en Manhattan por este elemento. En Nueva York, el triunfo del bidet también cambió hábitos. Se redujo el uso de papel higiénico, permite ahorrar dinero y reduce el impacto ambiental. Y ahora, como inquilino en la ciudad de Nueva York, es muy importante que en el cambio de vivienda el baño tenga un bidet en perfecto funcionamiento.
También las personas de mayor edad ven el beneficio de poder ir al baño sin depender de nadie. La higiene con el bidet es mejor y más práctica que si se depende de una buena condición física (o problemas que llegan con la edad) para utilizar el papel higiénico.
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El bidet y su "mágica lluvia invertida", infaltable en el baño de los argentinos y, ahora, en Nueva York (Foto: gentileza Vice).
Un artículo exigido por los neoyorquinos acomodados
El diario New York Post, de tendencia popular y sensacionalista, también detectó esta costumbre nueva entre los neoyorquinos. Y va un poco más allá, ya que dice que es un "must" (obligación) para las viviendas de los de clase acomodada en la gran Manzana.
"Los neoyorquinos ricos exigen bidets, revelan los vendedores de propiedades", tituló ese periódico en una nota muy interesante.
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El sensacionalista New York Post, también destaca el "triunfo del bidet" en nueva York (Foto: NYPost).
De Francia a la Argentina, sin escalas
El bidet se inventó en Francia y su nombre proviene de la postura que se adopta para su uso ("bidet", es el nombre deun caballito pequeño como para niño). Sus primeros registros nos llevan al siglo XVIII.
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El bidet, de origen francés, traído por los porteños de las clases altas que soñaban con la cultura francesa (Foto: gentileza Washington Post)
En un principio, estaban en la misma habitación para higienizarse, por ejemplo, luego de mantener relaciones sexuales. Pero en la medida que se comprobó su utilidad para asegurar mejores condiciones de higiene, se lo desplazó al baño.
La Argentina fue uno de los países que rápidamente lo incorporó. La clase alta porteña, que miraba a Francia como la meca de la cultura, no solo copio sus palacetes y mandó a fundir allí varias de las mejores estatuas que están en Buenos Aires. En sus viajes a la "ciudad Luz", descubrieron ese elemento y desde entonces el bidet también es en parte argentino.
Ahora, también llegó para conquistar a los neoyorquinos.