Sin embargo, como estrategia política para avanzar sobre el territorio afgano, los talibanes se comprometieron en 2020 con Washington a no permitir que el EI-K usara Afganistán como plataforma de lanzamiento de ataques en el exterior.
Hay una cuestión central que diferencia ambos grupos –ambos extremistas y ambos sunnitas- desde el punto de vista de objetivos: mientras los talibanes tienen aspiraciones nacionales, los del ISIS-K tienen aspiraciones trasnacionales.
De hecho, el Khorasán que agrega la “K” al nombre del grupo es una amplia región, históricamente persa, que incluye zonas de Irán, Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
El EI-K no negocia y ha criticado fuertemente las negociaciones llevadas a cabo por los talibanes para lograr el retiro de las tropas estadounidenses. Para el EI-K, estas conversaciones con Occidente convirtió a los talibanes en apóstatas.
Violencia extrema
El IE-K apunta a la violencia extrema. El año pasado, miembros armados de la organización dispararon a mansalva en una maternidad de Kabul, donde mataron a 24 personas, incluyendo 16 parturientas y dos recién nacidos. Además, el grupo se adjudicó recientemente decenas de ataques contra mezquitas, templos, plazas repletas de civiles y hospitales.
Según información de Inteligencia, su forma de operar es la siguiente: adoctrina a jóvenes de zonas urbanas o suburbios y los prepara para los ataques, que suelen ser atentados-suicida. Contrariamente a lo que pueda suponerse, estos jóvenes no suelen provenir de entornos deprimidos económicamente sino que en general son de familias cultas.
Su poder de acción no estaría en correlación a la cantidad de miembros que le adjudican informes de inteligencia analizados el mes pasado por el Consejo de Seguridad de la ONU, según los cuales rondarían los 500 efectivos.
Sin embargo, otros informes recibidos en Washington dan cuenta de que en los últimos meses hubo un aluvión de militantes de otras regiones que acudieron a la zona para sumarse a esas filas armadas de la organización en Afganistán. Las cifras hablan incluso de entre 8.000 y 10.000 combatientes provenientes de Asia Central, Pakistán, el Cáucaso ruso y la región china de Xinjiang.