Perú vivió un fin de semana convulsionado. Abimael Guzmán, fundador del grupo terrorista peruano Sendero Luminoso condenado a cadena perpetua, murió el sábado en una cárcel militar y este domingo el país debate qué hacer con su cuerpo.
Perú vivió un fin de semana convulsionado. Abimael Guzmán, fundador del grupo terrorista peruano Sendero Luminoso condenado a cadena perpetua, murió el sábado en una cárcel militar y este domingo el país debate qué hacer con su cuerpo.
Sendero Luminoso fue el grupo armado que atacó con mayor crueldad a civiles en Latinoamérica, según expertos. La muerte de su histórico líder, que tenía 86 años y llevaba casi 29 en prisión, fue resultado de problemas de salud que le causaron una infección generalizada, según confirmó el ministro de Justicia, Aníbal Torres, cuya cartera está encargada del sistema carcelario de Perú.
Guzmán, un antiguo profesor de Filosofía en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, inició en 1980 una lucha armada en Perú para tratar de conquistar el poder, provocando en su enfrentamiento con las fuerzas armadas un baño de sangre que dejó miles de muertos en el país, la mayoría indígenas quechuas de los Andes y la Amazonía.
El profesor universitario se hacía llamar “presidente Gonzalo” y era considerado por sus seguidores que lo idolatraban como “la cuarta espada del marxismo” a nivel global, después de Karl Marx, Vladimir Ilich Lenin y Mao Zedong.
“A diferencia de otros grupos insurgentes de izquierda en la región, apuntó a los civiles y buscó activamente aterrorizarlos, tanto en las ciudades como en el campo”, señaló Noam Lupu, director asociado del Proyecto de Opinión Pública de América Latina en la Universidad de Vanderbilt, en declaraciones a AP.
“El miedo que esto generó en Perú fue extraordinario y ha marcado la política y la sociedad peruana desde entonces. La violencia de Sendero Luminoso es gran parte de la razón por la que la gestión de Pedro Castillo es la primera administración presidencial explícitamente de izquierdas en Perú desde la década de 1980”, añadió. Pedro Castillo gobierna desde el 28 de julio y lo hará por cinco años.
Ahora Perú debate sobre qué hacer con el cadáver de Abimael Guzmán. Las imágenes de televisoras locales mostraron que su cuerpo fue llevado por la policía en una bolsa negra e ingresado a una morgue de la provincia costera de El Callao. El ministro de Justicia Aníbal Torres dijo antes a la televisión pública que evalúan una posible cremación y advirtió que “rendir homenajes o hacer movilizaciones en memoria de Abimael Guzmán” significaría cometer el delito de apología del terrorismo.
Sebastián Chávez, abogado de Guzmán, dijo a AP que por ley decidir sobre eso le corresponde a su esposa, Elena Iparraguirre, también integrante de Sendero y presa en otra cárcel de Lima. “Ella decidirá los pasos a seguir”, señaló.
Guzmán fue capturado el 12 de septiembre de 1992 por un grupo de inteligencia policial apoyado por Estados Unidos. Desde ese entonces estuvo preso en una cárcel militar, a orillas del Pacífico, que se construyó para encarcelarlo y donde actualmente también están otros miembros de Sendero Luminoso, del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, además de un narcotraficante serbio.
“Falleció el cabecilla terrorista Abimael Guzmán, responsable de la pérdida de incontables vidas de nuestros compatriotas”, señaló el presidente Castillo en su cuenta de Twitter. “Nuestra posición de condena al terrorismo es firme e indeclinable. Solo en democracia construiremos un Perú de justicia y desarrollo para nuestro pueblo”.
La ola de muertes y asesinatos por la guerra interna peruana también se trasladó a la capital peruana. En Lima, en 1992, Sendero Luminoso detonó 30 coches bombas, uno de los cuales dejó 43 muertos y 250 heridos, y por el cual Naciones Unidas calificó a Sendero Luminoso como grupo terrorista.
Fue sentenciado a perpetuidad en 2008 junto a otros integrantes de Sendero por ordenar matar a 69 campesinos quechuas —con machetes, agua hirviendo y piedras— en el poblado Santiago de Lucanamarca en 1983 en represalia porque los campesinos asesinaron previamente a un senderista. En una entrevista con “El Diario” en 1988, Guzmán reconoció la matanza y dijo que “les asestamos un golpe devastador... entendieron que estaban tratando con un tipo diferente de luchadores populares”.
Guzmán falleció producto de una “falta de atención médica especializada, pese a múltiples pedidos”, según el abogado. “Tenía problemas articulares, del corazón, infecciones, todo lo cual lo llevó a convertirse en paciente con salud frágil”, detalló.
Cuando Guzmán fue capturado en 1992, los investigadores policiales confirmaron que sufría de psoriasis, una enfermedad dermatológica que enrojece y agrieta la piel. Las autoridades encontraron cajas de pastillas para tratar esa dolencia en las bolsas de basura en la vivienda donde se ocultaba.
En la cárcel, según su abogado, Guzmán se dedicó sobre todo a leer. Entre los libros que leyó, dijo, estuvieron “Ríos de Sangre. Auge y caída de Sendero Luminoso”, del antropólogo Orin Starn y del historiador Miguel La Serna, pero también novelas ubicadas en medio del conflicto armado peruano como “Rosa Cuchillo”, del afamado escritor peruano Óscar Colchado.
También recibía tres publicaciones peruanas: los diarios “El Comercio”, “La República” y el semanario “Hildebrandt en sus trece”. Sin embargo, le llegaban una semana después de haber sido publicados, porque tenían que ser revisados por los agentes carcelarios. También tenía una radio a pilas en su celda recubierta con concreto armado capaz de resistir explosiones.
Guzmán pudo hablar por teléfono con su esposa hace una semana, dijo el abogado, que añadió que él lo visitó por última vez el jueves.
“Cumplí con mi deber como hombre revolucionario”, dijo que Guzmán le comentó.