Es un extraño fenómeno que sorprende a propios y extraños. Propios son los habitantes de Misiones y más específicamente los que navegan por el río Paraná. Ajenos, son todos los que visitan esa zona y se atreven a desafiar al "Bairuzú".
Es un extraño fenómeno que sorprende a propios y extraños. Propios son los habitantes de Misiones y más específicamente los que navegan por el río Paraná. Ajenos, son todos los que visitan esa zona y se atreven a desafiar al "Bairuzú".
Este misterioso accidente se forma en el río Paraná del lado argentino en la frontera que marca con el Paraguay. Según el nivel del río, es más o menos notorio y por supuesto, cuanto más grande, resulta más peligroso.
Así se denomina al curioso lugar en el que se forman remolinos con las aguas que chocan entre sí, se producen turbulencias y producen un efecto que se torna peligroso para quienes cruzan el río en esa zona.
Además, el Paraná en ese lugar llega a tener una profundidad de casi 60 metros. El Bayruzú es en realidad la suma de tres remolinos que se potencian. Pero cuando el nivel del río es tan alto, el remolino se disimula por la corriente, pero sigue estando y es muy peligroso. Sobre todo para las pequeñas embarcaciones o los botes y canoas que salen desde el club de náutico de la ciudad de Montecarlo. Algunos han reportado desapariciones y hasta muertes porque el Bayruzú se los tragó.
Faltan estudios más rigurosos en la zona, pero se cree que allí, la costa del Paraná se parece a una suerte de acantilado bajo el agua. En un momento, la continuación de la costa se transforma en una caverna sub fluvial. Allí, la corriente que sigue pasando se arremolina y comienza a subir a la superficie.
Eso da origen al "Bayruzú". Pero se hace en etapas, uno más pequeño, luego otro y uno más grande. El problema es que cuando el río crece mucho, el nivel lo "enmascara" pero el fenómeno sigue allí, por debajo de la superficie.
Por lo que para evitar sorpresas, los barcos más grandes que bajan por la hidrovía tienen que llevar un sonar o lector de las corrientes y del lecho del río para ubicarlo correctamente.
Una de las leyendas de los guaraníes se refiere a que el remolino era causado por una gran serpiente que moraba en las profundidades del Paraná. Cada tanto abre su enorme boca y forma esos remolinos encadenados para desalentar a poblaciones vecinas o quienes quieran venir a ocupar las tierras cercanas. Atrapa y "se devora" las embarcaciones de los desconocidos, para proteger a los lugareños.
Pero más allá de la leyenda, lo cierto es que hay una advertencia concreta para todos los que navegan por la zona. Especialmente si lo hacen con lanchas, botes, lanchas o canoas. Eviten al Bayruzú o mejor es que lleven un chaleco salvavidas, elijan bien dónde y cuándo saltar al agua y sobre todo, sepan nadar. De lo contrario, no esperen nada bueno.
Por suerte, hay un aviso clave. El ruido que genera el remolino se puede escuchar desde lejos, es muy impresionante y a la vez hace de señal ante el peligro. Lo mejor es evitar la zona o navegar lo más lejos posible para evitar caer en su campo de atracción con el movimiento centrípeto del remolino.
Este fenómeno perdura por siempre. Las autoridades de la zona dicen que los remolinos solo cambian de tamaño y potencia, pero no desaparecen. Ni siquiera esta última sequía prolongada lo logró. El nivel del Paraná bajó a niveles históricos, pero Bayruzú resistió. Pese a todos.
Los lugareños previenen a los visitantes que siempre hay que estar atentos: “El Bairuzú está y va a estar siempre, y no importa la altura del río. Solo cambia el tamaño y la potencia que tiene, según la cantidad de agua que baje”. Si pasa por los alrederores de Montecarlo, en Misiones, navegando por el Paraná conviene tenerlo siempre presente.