El expresidente llegó alrededor de las 9.30 a la legendaria prisión de La Santé, donde estuvieron detenidos personajes como Alfred Dreyfus, el terrorista Carlos “El Chacal” y el dictador panameño Manuel Noriega. Su celda, de 12 metros cuadrados, cuenta con ducha privada y televisor.
Por razones de seguridad, fue ubicado en el sector para personas vulnerables, donde permanecerá solo. Tendrá derecho a tres visitas semanales y acceso a un teléfono fijo controlado. También podrá abonar una cuota mensual de 14 euros para ver televisión.
Entre sus pertenencias, Sarkozy llevó diez fotos familiares y tres libros: los dos tomos de El conde de Montecristo, de Alexandre Dumas —la historia de un hombre injustamente encarcelado— y una biografía de Jesús escrita por Jean-Christian Petitfils.
El encarcelamiento del exmandatario generó indignación entre la derecha y la extrema derecha francesa. El presidente Emmanuel Macron, cercano tanto a Sarkozy como a Bruni, reveló que se reunió con él durante una hora y media antes de su ingreso a prisión. Aunque por ahora no se contempla un indulto presidencial, el tema no está del todo descartado si la apelación no prospera.
El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, tiene previsto visitarlo en la cárcel, gesto que varios juristas calificaron como un “acto de injerencia política” en la independencia judicial.
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Un “preso VIP” en el corazón de París
La Santé tiene una sección especial conocida como “sector VIP” o “zona privada”, donde se alojan reclusos de alto perfil, separados del resto de la población penitenciaria por razones de seguridad o notoriedad pública.
El edificio fue parcialmente remodelado entre 2014 y 2019. Hasta el año 2000, los presos eran clasificados según su origen geográfico, con bloques destinados a Europa Occidental, África del Norte, África Negra y el resto del mundo. En sus celdas vivieron figuras como Bernard Tapie, Jean Mitterrand y el propio Noriega.
“La verdad triunfará”: su último mensaje antes de quedar detenido
Antes de ingresar a prisión, Sarkozy difundió un comunicado en el que denunció “una expresión de venganza que ha llevado el odio a un nivel sin precedentes”.
La Fiscalía Nacional Financiera (PNF) había solicitado siete años de cárcel y cinco de inhabilitación política por la presunta financiación libia. Aunque fue absuelto del delito de recepción de fondos públicos robados y violación del código electoral, los jueces lo hallaron culpable de conspiración criminal.
El exmandatario mantiene que se trata de una persecución política. En 2023 ya había sido condenado a un año de prisión por corrupción y tráfico de influencias, en un caso conocido como el de las “escuchas telefónicas”, pena que cumplió con una tobillera electrónica.
Carla Bruni, también imputada
La jornada estuvo marcada además por una nueva derivación judicial: Carla Bruni-Sarkozy fue imputada por presunta obstrucción a la justicia. La ex primera dama habría intentado influir en la retractación del intermediario libanés Ziad Takieddine, quien en 2018 acusó a Sarkozy de recibir dinero del régimen de Muamar Kaddafi para su campaña.
Takieddine murió hace dos semanas en Líbano y su testimonio es una pieza clave del proceso. Bruni, que atraviesa un tratamiento contra el cáncer de mama, podría enfrentar cargos adicionales por “maniobras destinadas a silenciar un testigo”.
Una caída sin precedentes en la Quinta República
A sus 70 años, el hombre que prometió “limpiar los suburbios a Karcher” y marcó una era en la política francesa enfrenta su momento más difícil. Desde su celda en La Santé, donde alguna vez resonó la guillotina, Nicolás Sarkozy inicia el capítulo más oscuro de su historia política y personal, decidido —según él mismo— a escribir “la verdad que aún no se ha contado”.