Lucas, en cambio, intentó defenderla. Se abalanzó sobre uno de los atacantes para darle tiempo de escapar. Fue entonces cuando el otro delincuente lo empujó. El golpe seco se escuchó hasta arriba de la barranca.
La caída fue de unos 25 metros sobre una zona de piedras. Los bomberos tardaron casi una hora en rescatar el cuerpo. Cuando lograron subirlo, ya no había nada que hacer.
“Lo tiraron por dos mangos”
Familia Lucas Martín Cicarelli
“Lo tiraron por dos mangos, por un celular. Imaginate la basura que hay que ser para cagarte en la vida de otra persona”, dijo uno de los hermanos.
“Mi hijo trató de defender a la chica que estaba con él y darle la oportunidad de que se salvara. El desgraciado lo tiró veinte metros para abajo. Mi hijo murió”, relató su madre entre lágrimas.
Zulma se enteró del crimen en el peor momento posible. “Hace poco terminó el Día de la Madre. A la mañana me despierta la Policía buscando a los padres de Lucas. Nos dicen que a mi hijo lo habían matado”, escribió en sus redes sociales.
La frase se repite como una plegaria entre sus familiares: “Lo tiraron por dos mangos, por un celular. Imaginate la basura que hay que ser para cagarte en la vida de otra persona”, dijo uno de los hermanos.
Lucas tenía tres hijos: una nena de 12 años, un nene de 8 y otro de 5. A la mayor la crio solo desde que era bebé. “Era un pibe bueno, trabajador, sin vicios. Soñaba con tener su propio bar para mantener a los chicos”, contó su papá, Valther, que junto a Zulma viajó desde Buenos Aires a Rosario buscando trabajo.
La reconstrucción del crimen
De acuerdo con la Fiscalía de Homicidios Dolosos de Rosario, el hecho ocurrió alrededor de las 3:05 de la madrugada del domingo. Los delincuentes se acercaron bajo amenazas y, tras un breve forcejeo, uno de ellos empujó a Cicarelli por el barranco.
Agentes de la Brigada Motorizada detuvieron minutos después a Andrés Rodrigo F. (38), a unos 100 metros del lugar, con los objetos robados en su poder. Fue trasladado a la Comisaría 2ª, donde quedó detenido.
Su cómplice, identificado como Pedro I. (33), fue arrestado al día siguiente, el lunes al mediodía, en un operativo de la División de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI). Ocurrió en la zona de Avellaneda y Cisnero, en el distrito oeste de la ciudad.
“Al momento de la identificación dio un nombre falso, pero lo reconocieron enseguida”, indicaron fuentes policiales. Ambos quedaron a disposición de la fiscal Agustina Eiris, del Equipo Fiscal Transitorio en Violencias Altamente Lesivas.
La funcionaria dispuso el relevamiento de cámaras, la toma de testimonios y un dermotest a los detenidos. También se ordenó la autopsia al cuerpo de la víctima para determinar si sufrió lesiones previas a la caída.
Un lugar habitual para jóvenes
La costanera central de Rosario es uno de los puntos más concurridos por jóvenes durante la noche. Las autoridades reconocen que el área de Dorrego y el río suele ser escenario de robos, especialmente los fines de semana.
Lucas y su novia se habían ubicado en un sector detrás de la baranda de contención, aunque su padre lo negó rotundamente:
“Ellos no estaban cruzando ninguna valla. Estaban tranquilos. Mi hijo conocía el lugar, hacía parkour ahí desde hace años.”
Prefectura Naval y Bomberos trabajaron durante casi una hora para rescatar el cuerpo. “Ni la policía podía bajar. Era una zona muy empinada, llena de piedras”, explicó un familiar. La escena quedó acordonada con cintas amarillas durante todo el día.
“Necesito abrazarlo por última vez”
Además del dolor, la familia enfrenta la falta de recursos para despedirlo. “No estamos en condiciones de pagar el velorio. Queremos despedirlo, poder abrazarlo por última vez”, contó Zulma. En redes sociales abrieron una colecta con el alias “porlucascica” para reunir fondos.
“Yo necesito verlo, despedirme. No lo pude abrazar”, agregó la madre.
El mensaje se viralizó rápidamente entre vecinos y conocidos, que organizaron una cadena solidaria para ayudar con los gastos del sepelio.
Un padre que busca justicia
Valther, el padre de Lucas, intenta sobrellevar el dolor aferrándose a los detalles del caso:
“Al detenido lo agarraron con la mochila escondido atrás de un árbol y de un auto. Justo pasaba una moto policial y lo vieron. Rescatamos el celular de Lucas, que estaba en el bolso de la novia. Somos de Buenos Aires, vinimos a Rosario buscando laburo. Pero acá tampoco se consigue mucho.”
La familia exige justicia. No quieren que el crimen quede como “uno más” en una ciudad golpeada por la violencia. “Seguimos perdiendo personas que valen, que luchan, que trabajan. Y los que matan siguen como si nada”, escribió la madre en su cuenta de Facebook.
La investigación judicial
La fiscal Eiris no descarta que haya más personas implicadas. “Es posible que haya terceros que hayan colaborado o estado presentes durante el asalto”, señaló una fuente judicial.
Las cámaras de seguridad del paseo ribereño podrían ser clave para reconstruir los minutos previos y posteriores al ataque. También se busca determinar si los sospechosos habían actuado antes en la zona.
En los próximos días se llevará a cabo la audiencia imputativa en el Centro de Justicia Penal de Rosario. Allí se conocerá la calificación legal del hecho y la fiscalía podría solicitar prisión preventiva para ambos detenidos.
Un joven que amaba la libertad
Lucas no era ajeno a ese paisaje. Practicaba parkour desde adolescente. Le gustaba entrenar en las barrancas, donde encontraba un espacio de libertad y desafío personal. “Siempre decía que ahí se sentía libre, que el cuerpo y la mente se conectaban”, contó un amigo.
Esa misma pasión lo llevó a la costanera aquella noche. Lo que buscaba era tranquilidad. En cambio, encontró la violencia más absurda.
Flores, silencio y bronca
A medida que se conoció la noticia, vecinos y amigos comenzaron a acercarse al lugar del crimen. Algunos dejaron flores. Otros permanecieron en silencio frente a la cinta policial.
“No hay palabras para tanto dolor. Lucas era de los que se esforzaban, de los que no se rendían”, dijo un compañero del club donde trabajaba como mozo.
El caso volvió a encender el debate sobre la inseguridad en Rosario, una ciudad donde los homicidios no dejan de aumentar y donde los vecinos reclaman más presencia policial.
En lo que va del año, más de 180 asesinatos fueron registrados por el Observatorio de Seguridad Pública, la mayoría vinculados a robos o ajustes de cuentas.
Un Día de la Madre marcado por el horror
“Pensé que sería el peor Día de la Madre que pasaría. Y tuve razón”, escribió Zulma en su publicación de Facebook.
La fecha quedó grabada en su memoria como una marca imborrable. “Mi hijo me defendía siempre. Era cariñoso, alegre. No puedo creer que me lo arrebataran así”, agregó.
En su casa, las fotos de Lucas se mezclan con dibujos que sus hijos hicieron para recordarlo. “Papá héroe”, escribió el más chico en una hoja de cuaderno. Nadie encuentra consuelo.
Un sueño que quedó trunco
Lucas soñaba con abrir su propio bar, un pequeño local en el barrio para compartir con amigos. A veces hablaba de ponerle el nombre de su hija mayor. “Decía que quería tener algo propio, que estaba cansado de trabajar para otros”, recordó su padre.
Hoy, ese sueño se convirtió en un símbolo de todo lo que la violencia arrebató.
“Seguimos perdiendo personas que valen, que luchan, que trabajan. Y los que matan siguen como si nada. Quiero justicia para mi hijo. Que todos los culpables paguen. No puede ser que la vida valga tan poco”, escribió su madre.