Entre las víctimas había cinco argentinos (un enfermero, un bombero y tres empresarios) que murieron en los atentados, que causaron alrededor de 3.000 muertos.
Mario Santoro
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Mario Santoro estaba de licencia pero decidió ir a ayudar.
Mario era rosarino y trabajaba de paramédico en Nueva York. El día del atentado se encontraba de licencia. Sin embargo, al ver desde el balcón de su casa una de las dos torres que estaba en llamas, le comunicó a su mujer que debía ir al lugar de los hechos. "Voy para allá; me van a necesitar", le avisó y fue la última comunicación con ella.
Santoro formaba pareja con una estadounidense, Leonor, y tenía una hija, Sofía.
Sergio Villanueva
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Sergio Villanueva era bombero y había nacido en Bahía Blanca.
Otro argentino que perdió la vida mientras intentaba asistir a las víctimas fue Sergio Villanueva, un bombero nacido en Bahía Blanca, quien falleció a los 33 años. Había llegado a Estados Unidos junto a sus padres con solo dos años. En 1992, Villanueva había ingresado al departamento de Policía de Nueva York y siete años después se convirtió en bombero.
Estaba comprometido con Tanya Bejasa. Ese 11 de septiembre, su turno de trabajo había finalizado a las 8 de la mañana, apenas unos 45 minutos antes de que un avión de American Airlines se estrellara contra la Torre Norte del World Trade Center, pero luego ingresó en el mismo edificio, poco después de que el segundo avión impactara la Torre Sur. Antes de abandonar el cuartel, el hombre se volvió a poner la ropa adecuada y salió a ayudar con el rescate.
El bahiense ingresó a la Torre Norte por la escalera 132, poco después de que el segundo avión impactara la Torre Sur. Ese fue el último instante que lo vieron con vida. El exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se refirió en su momento a Villanueva: "Hay un puñado de personas que nacieron para servir y dar el ejemplo. Sergio era uno de ellos". Además, la Universidad de Hofstra, en Nueva York, hoy cuenta con la llamada "Beca Villanueva" en honor a su nombre, para ayudar a estudiantes-atletas a completar sus estudios universitarios.
Gabriela Waisman
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El último llamado a su familia les decía que ya no podía respirar
Waisman era una psicóloga de 33 años, que se encontraba de visita para una reunión en las Torres Gemelas. Ella fue la primera argentina identificada en la lista de personas fallecidas. Nació en Caballito y se había mudado a los 6 años con su familia a Nueva York, donde desarrolló su carrera profesional en una empresa de software llamada Sybase.
Trabajaba en una oficina ubicada a nueve cuadras del complejo del World Trade Center, pero aquella mañana se encontraba en el piso 106 de una de las torres durante una jornada con su empresa. Waisman nunca se enteró de que un avión había impactado el edificio. Al sentir humo, se comunicó por teléfono con su familia, que estaba viendo todo por televisión: "Estaba asustada, decía que había mucho humo y que le costaba respirar", relató Armando, su padre.
Luego hubo un par de llamadas más con su marido, hasta que se realizó la última comunicación: "En el último llamado, decía que ya no podía respirar. Lloraba mucho. No la volvimos a escuchar", dijo su padre hace unos años.
Pedro Grehan
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El cuerpo de Pedro Grehan nunca fue encontrado
Otro argentino que murió el 11-S fue Pedro Grehan, que tenía su oficina en una de las torres del World Trade Center. Nació en 1965, en San Isidro. En 1997, decidió irse a Nueva York. Después de unos años, Grehan se consolidó como analista financiero de la empresa Cantor Fitzgerald y trabajaba día a día dentro de las torres.
El día del atentado, llegó poco después de las 6:30 de la mañana a su oficina de trabajo. Un par de horas después, el primer avión impactaría unos pisos por debajo de donde se encontraba, dentro de la Torre Norte. Su madre, Inés Oteiza, aseguró haber visto a su hijo asomado en una ventana en una foto de un diario estadounidense y confió en que Pedro fue uno de los cientos que se arrojaron al vacío antes del colapso de las dos torres. Su cuerpo nunca fue encontrado.
Guillermo Alejandro Chalcoff
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El nombre del quinto argentino, que sería identificado en el 2009, no llegó a ser incluido en la placa que se encuentra en el edificio del Consulado argentino en Nueva York
Guillermo Alejandro Chalcoff era un empresario de 41 años que poco antes del atentado, había recibido la ciudadanía estadounidense, por lo que fue registrado como una víctima local. De hecho, su nombre fue identificado en 2009 y no llegó a ser incluido en la placa que en 2004 Néstor Kirchner ubicó en el edificio del Consulado argentino en Nueva York, como homenaje a las víctimas nacionales en el ataque.
Chalcoff era el presidente de Accutek Information Systems, una empresa cuyas oficinas se encontraban en otro lado de la ciudad. Ese día no debía estar en las Torres Gemelas pero una reunión lo sorprendió en la oficina de la consultora Marsh & McLennan, ubicada en uno de los últimos pisos de la Torre Norte.
Nació en Capital y se había radicado en 1980 en Estados Unidos junto a su esposa Mabel. Su cuerpo nunca fue encontrado.