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Di María y el sello de siempre: los goles en las finales. (Foto: Reuters)
La adversidad muchas veces también despierta talento y Di María lo sabe bien. El jugador se perdió de jugar la final ante Alemania en Brasil 2014. Tiempo después se viralizó una carta. Allí, una frase sirve para admirarlo aún más: "Si me rompo, déjenme que me siga rompiendo. No me importa. Solo quiero estar para jugar", confesó que les dijo a los médicos de la Selección, pidiendo que lo infiltren.
La historia de Di María va de la mano con los goles importantes. Esos que quedarán grabados para siempre en la memoria de los argentinos.
Su nombre es sinónimo de finales. Por eso en el cuerpo técnico no dudaron que en el partido ante Francia debía ir desde el arranque. Allá a los lejos, fue campeón juvenil en 2007, en Canadá. También dejó su sello en Juegos Olímpicos de Pekin 2008 en la final ante Nigeria. Después vino el recordado gol en la Copa América de Brasil. También aporto en la Finalissima ante Italia.
Di María y toda la Selección sufrieron. En el alargue, en los penales. Pero eso ya quedó atrás. Emocionate que sin emociones la vida es nada. Fideo dejó otro sello en una final. Otra vez un golazo, otra vez el grito en el cielo. Toda la gloria para él y para un equipo que nos motivó, nos enseñó un camino, nos educó. Y hasta nos hizo volver a creer cuando en un momento todo parecía imposible.