La investigación sobre el espeluznante hallazgo en Florencio Varela, donde una madre y su pequeño hijo fueron encontrados sin vida, avanza con nuevas revelaciones que arrojan luz sobre los motivos detrás de esta tragedia familiar.
La investigación sobre el espeluznante hallazgo en Florencio Varela, donde una madre y su pequeño hijo fueron encontrados sin vida, avanza con nuevas revelaciones que arrojan luz sobre los motivos detrás de esta tragedia familiar.
La investigación sobre el espeluznante hallazgo en Florencio Varela, donde una madre y su pequeño hijo fueron encontrados sin vida, avanza con nuevas revelaciones que arrojan luz sobre los motivos detrás de esta tragedia familiar.
El caso conmocionó a la comunidad cuando se supo que Micaela Andrea Lator, de 47 años, había sido hallada muerta en su domicilio junto a su hijo Esteban, de tan solo 6 años. Las primeras hipótesis apuntaban a una posible violencia doméstica, e incluso se especuló con la participación del padre del menor. Sin embargo, con el avance de la investigación y las pruebas recolectadas, la justicia aclaró el escenario, dejando al descubierto una historia aún más devastadora.
La autopsia preliminar reveló un dato estremecedor: Micaela Lator había recibido dos impactos de bala, uno en la cabeza y otro en el tórax. Lo más perturbador fue que la mujer había muerto alrededor del mediodía, mientras que su hijo falleció unas seis horas más tarde. Esta diferencia horaria fue clave para descartar inicialmente la participación del padre, tornero de profesión y residente en Munro, quien había sido señalado como sospechoso en las primeras horas.
El padre explicó a los investigadores que había salido temprano de su casa para dirigirse a su trabajo y que regresó cerca de las 16 horas. Al llegar, se encontró con la peor escena imaginable: su esposa yacía sin vida, y su hijo agonizaba. Pese a los intentos de asistencia, Esteban no logró sobrevivir. El fiscal Darío Provisionato, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción Nº 1 de Florencio Varela, ordenó verificar los movimientos de la tarjeta SUBE del padre y tomar testimonio a su empleador, quien confirmó su jornada laboral habitual.
Los registros del transporte público coincidieron con los horarios declarados por el hombre, confirmando que había estado ausente del domicilio al momento de los hechos. Este dato lo desvinculó de la escena del crimen, pero dejó a los investigadores con una única conclusión posible: la autora del doble crimen fue la propia Micaela Lator.
Los informes forenses indicaron que Micaela Lator habría intentado un primer disparo en su propia cabeza, pero la bala solo le produjo una herida superficial. Al fracasar en su intento, disparó nuevamente, esta vez en el tórax, causándose la muerte. Su hijo, que presentaba una herida de bala en la cabeza, sobrevivió unas horas antes de fallecer.
Lo más conmovedor fue el hallazgo de una carta manuscrita por Micaela dirigida a su esposo. En ella, la mujer expresaba su dolor y la soledad que sentía, además de su frustración por la relación distante que su esposo mantenía con ella y su hijo.
En la carta, Micaela dejó plasmado el profundo dolor que la aquejaba:
“Ahora vas a poder hacer tu vida, ya no vas a tener que viajar más. Yo solo te pedía un abrazo para Esteban y para mí, un beso a la mañana antes de irte a trabajar. No te pedíamos mucho… No te vamos a mendigar más. Nos vas a recordar toda la vida.”
Estas palabras estremecieron a los investigadores, dejando entrever una situación familiar marcada por el desamor, el abandono emocional y la desesperanza.
Fuentes cercanas a la investigación detallaron que Esteban tenía una condición del espectro autista (CEA), lo que habría generado tensiones dentro del hogar. La carta reveló que Micaela sentía que su esposo rechazaba a su hijo por su condición, y que su propio dolor emocional estaba profundamente relacionado con esta situación. La mujer, agotada y desesperada, habría decidido terminar con sus vidas en un acto desesperado.
Los investigadores confirmaron que no existían denuncias previas de violencia de género, pero sí se detectaron signos de aislamiento y depresión en la mujer. La familia, aunque en apariencia funcional, estaba sumida en una crisis silenciosa que desembocó en esta tragedia irreparable.
El caso generó una enorme conmoción en Florencio Varela. Vecinos de la familia manifestaron su sorpresa al enterarse de los hechos, describiendo a Micaela como una mujer amable y dedicada a su hijo, y a Esteban como un niño reservado pero sonriente. Sin embargo, pocos conocían las dificultades internas que enfrentaba la familia, sobre todo en lo relacionado con el cuidado del niño y las tensiones que esto generaba.
En las redes sociales, se multiplicaron los mensajes de solidaridad y dolor, así como también de indignación por el desenlace de esta historia. Muchas personas expresaron su preocupación por la falta de acompañamiento psicológico y redes de apoyo para familias que enfrentan situaciones similares, especialmente en casos donde uno de los miembros padece una discapacidad.
Con las pruebas recabadas y el análisis de las pericias forenses, la justicia determinó que la muerte de Micaela y su hijo fue producto de un homicidio seguido de suicidio. El padre del menor quedó desvinculado de cualquier participación, aunque el dolor por la pérdida lo acompañará de por vida.
Este caso, además de estremecer por su crudeza, invita a reflexionar sobre la importancia del apoyo emocional y psicológico, especialmente en familias que enfrentan desafíos como el cuidado de un niño con necesidades especiales. La historia de Micaela y Esteban no solo habla de una tragedia individual, sino también de las falencias en los sistemas de salud mental, la falta de contención social, y la necesidad de visibilizar la carga emocional que muchas personas soportan en silencio.