A eso de las 5:30 de la mañana, mientras Friso aparentemente buscaba un arma, Michael envió un mensaje de texto a su pareja, alertándola sobre lo sucedido. La mujer, que acababa de terminar su jornada laboral, se dirigió a casa de su novio, con la esperanza de pasar el fin de semana juntos. Trágicamente, llegó demasiado tarde.
Poco después de las 6:00 de la mañana, Friso regresó a la casa de Boschetto, portando un cuchillo. Lo encontró afuera, encendiendo un cigarrillo. Según las reconstrucciones policiales, fue en ese momento cuando Friso inició un ataque despiadado, asestándole puñaladas en el rostro y el pecho, hasta acabar con su vida.
Lo que distingue este crimen es que, tras consumar el asesinato, Friso habría robado el teléfono de Michael y, ya en su casa, se grabó en un video selfie. El clip, que fue recuperado por las autoridades, mostraba a Friso con una actitud que oscilaba entre la soberbia y la indiferencia, ajeno a la gravedad de sus actos.
Este video, hallado tras el avance de las investigaciones, fue considerado una prueba clave y sirvió para reconstruir los momentos posteriores al crimen. Los fiscales sostienen que Friso buscaba retratarse como invulnerable, en un acto que, según expertos, denotaba desprecio por la vida humana y un desconocimiento total del impacto de su crimen.
Los vecinos de Villafranca Padovana ya tenían inquietudes respecto a Giacomo Friso. Era conocido por sus comportamientos erráticos, su historial de adicciones y su paso reciente por un centro de rehabilitación. Días antes del asesinato, había sido visto deambulando por las calles en un estado alarmante, portando a veces un cuchillo.
La noche del asesinato, Friso fue interceptado por un vecino, que resultó ser inspector de policía. Al descubrir el cuerpo de Michael en el umbral de la casa, no dudó en detener al presunto agresor, quien aparentemente intentaba huir.
Con el paso de los meses, la investigación se centró en la figura de Friso como principal sospechoso. Los testimonios de testigos, el video hallado en el teléfono robado y las evidencias forenses no dejaron lugar a dudas para los investigadores. Las autoridades judiciales determinaron que Giacomo Friso sería procesado por homicidio agravado.
La comunidad sigue conmocionada, y aunque ha pasado más de un año, la memoria de Michael Boschetto persiste como símbolo de una tragedia inesperada que sacudió a todo un pueblo.
Los expertos consultados por la fiscalía y medios locales coinciden en que Friso presentó un cuadro de inestabilidad mental, probablemente agravado por sus adicciones pasadas. El hecho de haber buscado un arma blanca y regresado a la escena del crimen con premeditación refleja una combinación de impulsividad y desequilibrio emocional. La frialdad demostrada en el video selfie fue interpretada como una expresión de insensibilidad extrema, que complicó aún más su situación judicial.
Villafranca Padovana, una localidad que hasta entonces era vista como tranquila y apacible, quedó marcada para siempre por esta tragedia. Vecinos y allegados de la víctima han rendido homenajes a Michael, organizando velas, misas y reuniones comunitarias. El nombre de Giacomo Friso, en contraste, quedó asociado con el desprecio y el miedo.
“Era un chico con muchos problemas, pero nunca imaginamos que haría algo así”, comentó un residente. Los informes posteriores indicaron que Friso había manifestado actitudes violentas, pero nunca se pensó que llegarían a materializarse de forma tan brutal.