Sin embargo, no le fue bien en el club de zona norte del Gran Buenos Aires: “Nunca terminó de integrarse en CASI. En el plantel de su nuevo club ya no era el referente, ni el jugador más fuerte, ni el capitán. Por eso nunca se mudó a San Isidro y siguió viviendo en Zárate para mantener su círculo social”, aseguraron en su entorno.
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Otros tiempos. Máximo Thomsen antes del crimen de Fernando Báez Sosa.
El joven estudiaba, además, en el profesorado de educación física y quería ser kinesiólogo de alto rendimiento, actividades a las que les sumaba algún trabajo en un boliche de Zárate. Pero no todo era tranquilidad. No era raro verlo pelear en patota a la salida de algún local bailable, según cuentan quienes viven en la zona.
En rigor, él y sus amigos tenían un grupo de WhatsApp llamado “Los demoledores” en el que hablaban de estos combates. Incluso, en 2019 dejaron a un chico en el hospital gravemente herido. “Acá todos sabíamos que esa bandita salía a buscar pelea. A veces ni siquiera tomaban alcohol, salían a pelearse”, contó un vecino. “Máximo no era el que buscaba pelea, esos eran los Pertossi, pero cada vez que había piñas Máximo se transformaba y no lo podían parar”, revelaron
¿Quién es la familia de Máximo Thomsen?
El asesinato de Fernando Báez Sosa tuvo graves repercusiones para Thomsen y su familia. Su carrera deportiva quedó coartada, y el CASI suspendió su afiliación debido a los hechos de Villa Gesell. Al recordar cómo era su vida antes del crimen, su padre manifestó: “Él estaba preparando una carrera bárbara en su equipo de rugby. Encima, era la última semana de vacaciones porque ya tenía que empezar con todas las actividades que hacía”.
No fue la única consecuencia. La madre de Thomsen, Rosalía Zárate, trabajaba por entonces en la Secretaría de Obras Públicas de la ciudad bonaerense de Zárate y tuvo que renunciar a su cargo debido a la difusión del caso.
En rigor, a él y a su hermano Francisco los crio su madre sola. El matrimonio se disolvió después del nacimiento de Máximo, y Marcial, su papá, se mudó a Campana, donde rehizo su vida con otra pareja. “El padre siempre se borró”, cuentan quienes conocen a la familia.
Máximo Thomsen (Foto: Archivo)
Los problemas en Máximo comienzan cuando se separan sus padres.
Los problemas en Máximo comienzan allí, cuando se separan sus padres. El joven quedó muy afectado, era el menor de otros dos hermanos. Rosalía, aseguran, atraviesa un cáncer de mama y Máximo se culpa por esto, ya que el vínculo que tenían era muy estrecho, y siente que todo lo que le está haciendo pasar la afectó.
Según publicó A24.com, la mujer vive en la casa familiar, en un barrio residencial de Zárate de construcciones de clase media, y solo sale a la calle para sus tratamientos médicos y para visitar a su hijo en la cárcel. No tiene vida social y se la ve poco por el pueblo.
El crimen de Fernando Báez Sosa y un desmayo en cadena nacional
En febrero de 2023, Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Ciro y Luciano Pertossi fueron condenados a prisión perpetua por "homicidio doblemente agravado" por el hecho.
El día que se conoció el fallo, Máximo no soportó escuchar la condena del Tribunal y se descompuso. El más fuerte del clan se quebró, se cayó sobre el asiento que ocupó durante todo el juicio. En ese momento se frenó la lectura, se escuchó un grito pidiendo una ambulancia y el joven debió recibir asistencia médica. La lectura se retomó minutos más tarde.
Hoy, Máximo Thomsen está detenido en la Alcaidía de Melchor Romero, donde permanece desde antes de ser condenado por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Desde allí, brindó una entrevista a Telenoche.
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El día que Máximo Thomsen escuchó el fallo en su contra.
Durante la nota que dio, de la cual ya se conocieron fragmentos, lloró al mencionar a su propia madre y la crisis con su novia, que derivó en una ruptura. Además, sostuvo que fue imputado por hechos que hicieron otros.
Sus palabras se dan luego de que el joven cambiara de abogado y eligiera a Francisco Oneto como su nuevo letrado, con la esperanza de revertir su condena de prisión perpetua. Es que, en la mayoría de los delitos, cuando se cumplen 35 años, se permite pedir la libertad condicional, pero, en el caso de Thomsen, al tener dos agravantes, la condena es de 50 años.