Según los especialistas en policiales que participaron del análisis, en las imágenes se puede ver a “Pequeño J” y posiblemente al “Gordo Dylan” acompañando a Lara y a esta testigo. Dylan, cuyo nombre real aún no fue confirmado públicamente, es otro de los hombres señalados como integrante de la red que habría entregado a la adolescente. “Pequeño J. Y, posiblemente, el Gordo Dylan. Bien. Es decir, testigo. Lamentablemente Lara, la chica asesinada, que salvó”, expresó el periodista con tono grave, dejando en claro la importancia de esa escena.
La reconstrucción temporal es escalofriante. El 6 de septiembre, Lara fue vista caminando junto a dos hombres y dos jóvenes. Trece días después, su cuerpo apareció en un pozo cavado en una vivienda de Florencio Varela, junto a los de Morena y Brenda. La secuencia muestra cómo, incluso antes de la desaparición, la adolescente ya se movía en un círculo peligroso, integrado por adultos y personas vinculadas al delito y a la explotación sexual.
Una de las preguntas más inquietantes que surgieron en el programa fue por qué la otra joven —la testigo— logró salvarse, cuando todo indica que pudo haber sido parte del mismo destino trágico. “Prófugo y entregador. ¿Y por qué me decía esta chica salvó su vida de milagro? Porque todos cuentan que, aparentemente, cuando fueron a la casa de Varela tenían pensado hacer un solo pozo”, relató el periodista al aire. Esta frase resume la hipótesis de los investigadores: el grupo habría planificado originalmente un solo homicidio, el de Lara, pero la presencia de otras dos chicas alteró la situación.
De acuerdo con los testimonios y pericias, “se hizo un solo pozo antes del triple homicidio. El pozo era para Lara, pero Lara fue con dos chicas más, con Morena y con Brenda”, explicó Carabajal. Esto implica que la tercera joven que aparece en el video no formaba parte del plan original y su ausencia en la jornada del crimen terminó siendo decisiva para salvarle la vida. La policía y la fiscalía buscan determinar en qué momento exacto esta chica dejó de frecuentar a Lara y los acusados, y si hubo algún hecho puntual que motivó que no acudiera a la casa donde se perpetraron los asesinatos.
El análisis de LN+ también abordó el contexto en el que se movía Lara Gutiérrez. Carabajal fue tajante: “Con ella también se movía. Recordemos acá no podemos decir que Lara ejercía la prostitución, porque Lara tiene 15 años, es menor”. Esta aclaración es fundamental. La joven no podía consentir actividades sexuales comerciales, por lo que jurídicamente y socialmente se la considera una víctima de abuso y explotación sexual.
El periodista agregó: “Tenemos que decir que Lara era víctima de abuso y explotación. Por eso está mal cuando se dice que por más que Lara haya declarado públicamente que ella ejercía la prostitución, ella era explotada sexualmente”. La frase puso en evidencia un debate social que rodea este caso: cómo se habla de las víctimas adolescentes en contextos de vulnerabilidad extrema. Lara, como tantas otras jóvenes, fue utilizada por redes de adultos que se aprovecharon de su situación, y que finalmente la llevaron a un destino fatal.
Los investigadores trabajan para desentrañar la red de complicidades que permitió que una menor fuera explotada y, finalmente, asesinada en una vivienda que ya era conocida en el barrio por actividades delictivas. La casa de Florencio Varela, hoy custodiada y rodeada de cintas policiales, fue el escenario de una de las escenas más macabras de los últimos años en la provincia de Buenos Aires. En ese lugar, según consta en la causa, las tres jóvenes fueron torturadas y asesinadas, y luego enterradas en un pozo improvisado.
La aparición del video genera ahora una nueva arista en la investigación judicial. No solo permite confirmar la relación entre Lara y “Pequeño J” antes del crimen, sino que abre interrogantes sobre la participación de otras personas y sobre la planificación de los hechos. ¿Quién filmó o permitió que quedara registrado ese momento? ¿Qué hacían juntos exactamente? ¿Qué rol cumplió cada uno en la secuencia posterior?
La fiscalía evalúa la posibilidad de que la tercera joven que aparece en la filmación pueda aportar detalles sobre el funcionamiento de la red de captación y explotación, así como nombres que todavía no han salido a la luz. Su testimonio, protegido judicialmente, podría convertirse en una pieza crucial para sostener las acusaciones y, eventualmente, para ampliar el número de imputados.
Mientras tanto, en Florencio Varela la comunidad continúa conmocionada. Vecinos, organizaciones sociales y familiares de las víctimas exigen justicia para Lara, Morena y Brenda. Las marchas en las calles y las vigilias frente a tribunales muestran una mezcla de dolor e indignación, que se amplifica cada vez que aparecen nuevos elementos que confirman la brutalidad del crimen.
Este caso, además, ha encendido alarmas sobre la situación de muchas adolescentes en contextos de vulnerabilidad. Lara Gutiérrez había estado en contacto con instituciones estatales y organizaciones sociales, pero su situación no fue revertida a tiempo. Para especialistas en infancia, este crimen es también el reflejo de un sistema que falló: falló en protegerla, falló en detectar los riesgos que corría y falló en evitar que terminara en manos de personas que la explotaron y la asesinaron.
El video difundido por LN+ no solo aporta elementos a la investigación, sino que permite observar a los protagonistas antes de que la tragedia ocurriera, como si fuera una crónica visual del destino que se avecinaba. Lara aparece caminando junto a quienes, días después, serían sus verdugos. La tercera chica, sin saberlo, se encontraba al borde de un destino que por azar o decisión logró evitar.
La historia detrás de esa imagen congelada a las 22:59 del 6 de septiembre no es solo la de un encuentro fortuito: es la de una red, una víctima y una testigo que sobrevivió. Es, en definitiva, una pieza más del rompecabezas judicial y humano que intenta explicar cómo se llegó a uno de los crímenes más impactantes de los últimos tiempos.