El líder de la banda, bajo la lupa
El máximo sospechoso es un ciudadano peruano de 23 años, identificado como “el pequeño J” o “Julito”, a quien se lo señala como el líder de la organización. Contra él ya pesa un pedido de captura internacional.
De acuerdo con los investigadores, “Pequeño J” buscaba enviar un mensaje claro a sus subordinados: en el mundo narco, robar droga equivale a una sentencia de muerte. “Si les roban, no pueden quedar como unos inútiles. Desatan una furia disciplinante para que a nadie se le ocurra repetirlo”, explicó Alonso.
Los operativos y los hallazgos
En los allanamientos realizados tras el hallazgo de los cuerpos, la Policía bonaerense encontró grandes cantidades de viandas preparadas y rollos de billetes de baja denominación envueltos en gomas elásticas, lo que refuerza la hipótesis de que la casa funcionaba como un centro de distribución narco.
Además, dentro del predio había un búnker de droga que fue desmantelado a las apuradas pocas horas antes de la llegada de los efectivos. La escena sugiere que los integrantes de la banda fueron alertados del avance policial.
Según fuentes de la causa, la vivienda donde aparecieron los cuerpos formaba parte de una red de distribución de estupefacientes que operaba tanto en el conurbano sur como en la Ciudad de Buenos Aires.
Los detenidos
Hasta el momento, cuatro personas fueron arrestadas.
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Un hombre y una mujer fueron sorprendidos limpiando la vivienda donde estaban los cadáveres.
Otro hombre y otra mujer, también de nacionalidad peruana, serían los propietarios del inmueble.
Uno de los detenidos reveló a los investigadores la existencia de la transmisión en vivo, aportando un dato clave para la reconstrucción de los hechos.
La Justicia intenta establecer con precisión qué rol cumplió cada uno y cómo se coordinó la logística para mantener cautivas a las jóvenes.
La última vez que fueron vistas
Las cámaras de seguridad registraron a Brenda, Morena y Lara por última vez cerca de una estación de servicio ubicada en Monseñor Bufano y Crovara, en La Matanza. Allí se las vio subir a una Chevrolet Tracker blanca, vehículo que resultó fundamental para rastrear su recorrido.
El análisis de las antenas de telefonía celular permitió ubicar los teléfonos de las chicas en una vivienda de Florencio Varela, donde finalmente fueron encontradas asesinadas y enterradas en el fondo de la propiedad.
El espanto de las autopsias
Los informes forenses revelaron un nivel de crueldad pocas veces visto en el conurbano bonaerense.
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Lara, de apenas 15 años, sufrió la amputación de los cinco dedos de la mano izquierda y la mutilación de una oreja antes de que le cortaran el cuello.
Brenda fue torturada con puntazos en el cuello, golpeada brutalmente en la cara y asesinada con un fuerte golpe que le provocó un hundimiento de cráneo. Después, los atacantes le abrieron el abdomen.
Morena recibió golpes en la cara antes de que le quebraran el cuello.
Los especialistas confirmaron que las tres fueron torturadas antes de morir, como parte de una venganza narco por una presunta deuda de droga.
Un caso que sacude a la sociedad
El triple crimen desató una ola de indignación social y política. Para las familias, la revelación de que los asesinatos fueron transmitidos en vivo constituye un golpe adicional al dolor ya insoportable de la pérdida.
“Estamos ante un caso donde la violencia narco cruza un límite inaceptable: no solo asesinan, sino que convierten el crimen en un espectáculo interno”, señaló un investigador judicial.
Un patrón de disciplinamiento narco
Expertos en criminalidad organizada explican que este tipo de prácticas no son nuevas en el mundo del narcotráfico. “Filmar torturas y ejecuciones es un mecanismo de control interno, destinado a infundir miedo entre los propios integrantes de la banda y disuadir traiciones”, sostuvo un especialista en seguridad.
En este caso, la decisión de transmitir los asesinatos por Instagram refleja un cambio: las plataformas digitales ya no solo son canales para la ostentación del poder narco, sino también espacios de terror y escarmiento.
La búsqueda del “Pequeño J”
Mientras la investigación avanza, el foco está puesto en capturar al líder de la organización. El joven de 23 años estaría prófugo, posiblemente refugiado en el extranjero. Interpol ya fue notificada y la Justicia argentina pidió colaboración a fuerzas de seguridad de países limítrofes.
Los investigadores no descartan que el prófugo intente reorganizar la estructura narco desde la clandestinidad, lo que obligará a redoblar los esfuerzos de cooperación internacional.
Una herida abierta en Florencio Varela
Florencio Varela quedó conmocionada tras el hallazgo de los cuerpos. Vecinos de la zona relataron que la casa donde ocurrieron los crímenes era frecuentada por jóvenes y que el movimiento de autos y motos era constante. “Se veía gente entrar y salir a toda hora. Nunca pensamos que pasaba algo así”, contó un residente.
El municipio dispuso un refuerzo de patrullajes y acompañamiento psicológico a los familiares de las víctimas, mientras organizaciones sociales convocaron a marchas en reclamo de justicia y mayor seguridad.