Las palabras de Agostina coinciden con lo que denunció Luz, prima de Lara, quien aseguró que una moto se acercó hasta la casa de la familia y disparó varias veces contra la fachada.
“No había nadie en el lugar, pero fueron varias detonaciones”, explicó la joven, visiblemente conmocionada. El hecho ocurrió en la zona de los monoblocks 4 y 5 de La Tablada, lo que refuerza la hipótesis de que las familias están siendo hostigadas como parte de una estrategia de amedrentamiento vinculada al narcotráfico.
Los investigadores apuntan a una venganza narco como móvil principal del crimen. Según la línea de trabajo de la Justicia, una de las jóvenes habría retenido un alijo de cocaína perteneciente a una banda de narcotraficantes peruanos, lo que desencadenó el brutal desenlace.
Hasta el momento, cuatro personas fueron detenidas, quienes serían parte del círculo más cercano del cabecilla de la organización.
El propio ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, confirmó que las chicas fueron torturadas antes de ser asesinadas y que esos ataques fueron transmitidos en vivo a través de una red social en un grupo cerrado donde había al menos 45 personas conectadas.
Uno de los aspectos más aberrantes del caso es que los responsables no solo planificaron el secuestro y la ejecución, sino que además convirtieron el crimen en un espectáculo de terror en línea.
De acuerdo con los datos de la investigación, el líder de la banda dio la orden de comenzar con las torturas mientras todos estaban conectados en una cuenta cerrada. Allí se lo escuchó decir: “Esto es lo que les pasa a los que me roban droga”.
El sadismo de los victimarios quedó reflejado en los informes de las autopsias:
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Lara Gutiérrez (15): sufrió la amputación de los cinco dedos de su mano izquierda y una oreja. Luego fue asesinada de una puñalada en el cuello.
Morena Verdi (20): fue brutalmente golpeada y le aplastaron la cabeza antes de asestarle heridas punzantes.
Brenda Del Castillo (20): padeció fracturas y le quebraron el cuello.
Las tres habían sido engañadas y llevadas a Florencio Varela, donde se consumó la masacre.
La última vez que fueron vistas con vida fue en La Matanza, cuando abordaron una camioneta blanca en una estación de servicio ubicada en la rotonda de La Tablada.
Según los registros, la última señal del celular de Lara se detectó a las 23.14 en Florencio Varela, la misma zona en la que posteriormente aparecieron sus cuerpos enterrados en una vivienda vinculada a la organización criminal.
En medio del dolor, los familiares apuntaron directamente contra la Justicia y las fuerzas de seguridad. Federico, primo de Brenda y Morena, cuestionó con dureza el accionar del Estado.
“Hay una banda de narcotraficantes capaz de matar, descuartizar y hacer las peores barbaridades a tres jóvenes ante la pasividad de la Justicia y de la Policía. No te toman la denuncia, no investigan, no se mueven hasta que ya es demasiado tarde”, expresó en declaraciones a radio Mitre.
Sus palabras reflejan el clima de impotencia que atraviesan las familias, que además aseguran que había denuncias previas relacionadas con amenazas y hostigamientos que nunca fueron atendidas.
Mientras la investigación avanza, las familias debieron afrontar otro momento de profundo dolor: el velorio de Brenda y Morena, realizado este jueves en la localidad bonaerense de San Justo.
Decenas de familiares, amigos y vecinos se acercaron para despedir a las jóvenes y acompañar a los padres, quienes reclamaron en voz alta justicia y protección.
En el lugar, Antonio, abuelo de Brenda y Morena, se mostró indignado con el manejo de la causa:
“¿Por qué esto no pasa a causa federal si hay drogas de por medio? Hay cosas que no me cierran, como quién conducía la camioneta en la que subieron las chicas”, cuestionó.
El hombre también pidió que no se hagan diferencias entre las víctimas: “Con Lara no tenía relación, pero acá lo importante es que las tres chicas son víctimas. Nadie tiene derecho a sacar la vida a otro, y lo que hicieron con ellas fue una atrocidad”.
Mientras tanto, los cuatro detenidos serán indagados e imputados este jueves. Además, se esperan nuevas pericias en la vivienda de Florencio Varela donde fueron hallados los cuerpos.
Los investigadores buscan reconstruir el papel de cada uno de los acusados y confirmar si existieron encubridores o cómplices que colaboraron en el traslado, la retención y la ejecución de las jóvenes.
La causa ya se perfila como una de las más impactantes del año en materia de criminalidad organizada y pone en la mira el poder creciente del narcotráfico en distintos puntos del conurbano bonaerense.
Otra de las líneas que explora la Justicia es el vínculo de la organización con redes de prostitución. Se sospecha que la banda no solo operaba con droga, sino también con mujeres jóvenes captadas para la explotación sexual.
El entramado criminal, con conexiones internacionales y fuertes raíces en el conurbano, estaría detrás de la violencia extrema que se desató contra Brenda, Morena y Lara.
El caso despertó un profundo debate social. Organizaciones civiles, colectivos feministas y referentes barriales exigieron mayor compromiso del Estado y medidas concretas para enfrentar el avance de las mafias en los barrios más vulnerables.
La sensación de que la violencia narco avanza sin control en la provincia de Buenos Aires quedó plasmada en las múltiples marchas y vigilias realizadas desde que se conoció la desaparición de las chicas.
“No queremos más pibas desaparecidas, no queremos más muertes que se podrían haber evitado”, fue una de las consignas más repetidas en las concentraciones.
El triple crimen de Florencio Varela no solo representa una tragedia para las familias de Brenda, Morena y Lara, sino también un llamado de atención para toda la sociedad.
La crudeza de los hechos —torturas transmitidas en vivo, amenazas a los familiares y vínculos con redes criminales— deja en evidencia la magnitud del problema.
Mientras tanto, los allegados de las víctimas exigen una sola cosa: justicia plena y condena ejemplar para todos los responsables.