“Estamos frente a un nivel de brutalidad pocas veces visto en la región”, deslizó un investigador, aludiendo a la saña que excede incluso el ajuste de cuentas habitual en disputas narco.
Las autopsias confirmaron que los homicidios se llevaron a cabo durante la madrugada del sábado, alrededor de las 2:00, apenas unas horas después de que las tres chicas fueran vistas con vida y de su llegada a Florencio Varela.
Los cuerpos aparecieron enterrados en una vivienda, maniatados con cinta adhesiva en pies, manos, cuello y rostro. Este detalle, según los forenses, muestra que las víctimas fueron inmovilizadas con un método que buscaba silenciarlas y reducir cualquier resistencia.
Si bien el ensañamiento con Lara fue extremo, las otras dos jóvenes también padecieron un final violento:
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Una de las víctimas mayores (20 años): Presentaba fractura y hundimiento de cráneo, además de múltiples golpes en el rostro.
La otra víctima mayor (20 años): Tenía una luxación cervical y severos traumatismos faciales. Además, los peritos descubrieron un corte transversal en el abdomen realizado postmortem, lo que refuerza la hipótesis de una puesta en escena mafiosa. En su caso también hubo un intento de calcinar el cadáver, práctica habitual en casos donde los responsables buscan borrar huellas.
Las características de los crímenes alimentan la hipótesis central de los investigadores: se trató de un ajuste de cuentas narco. La sevicia con la que actuaron los atacantes, sumada a la forma en que los cuerpos fueron hallados, responde a un modus operandi mafioso, destinado a enviar un mensaje de terror a otras bandas.
“Esto no es un hecho aislado, sino parte de una guerra territorial por el control de la zona sur del conurbano”, explicaron fuentes judiciales.
Los equipos forenses ahora trabajan en el rastreo de perfiles genéticos y huellas dactilares de terceros tanto en los cuerpos como en la vivienda donde fueron enterrados. También analizan restos de cinta y elementos incautados para buscar ADN que permita identificar a los autores materiales.
A su vez, los investigadores cruzan datos con registros de comunicaciones y cámaras de seguridad para reconstruir el recorrido de las víctimas desde su última aparición pública hasta su secuestro y asesinato.
El caso generó una profunda conmoción no solo en Florencio Varela, sino también en todo el país. Vecinos y familiares de las jóvenes realizaron marchas pidiendo justicia, con consignas que apuntan directamente al avance del narcotráfico en barrios vulnerables.
Las familias, devastadas, denunciaron que el triple crimen es el resultado de una ausencia total de control estatal y de la infiltración del poder narco en la vida cotidiana de la comunidad.
Si bien los casos de ajustes de cuentas vinculados al narcotráfico son tristemente conocidos en la provincia de Buenos Aires, los investigadores coinciden en que lo ocurrido en Florencio Varela supera los niveles habituales de brutalidad.
La combinación de torturas, mutilaciones, cortes postmortem e intentos de incineración marca un antes y un después en el historial criminal de la zona. “Estamos ante un crimen de manual mafioso”, aseguró una fuente policial.
La fiscalía a cargo del caso deberá probar no solo la identidad de los responsables materiales, sino también la de los autores intelectuales, presuntamente ligados a un jefe narco conocido como “Pequeño Jota”, señalado como el principal sospechoso de ordenar la masacre.
Los investigadores buscan confirmar si las jóvenes fueron utilizadas como “mensaje” en una guerra de carteles, o si existió algún vínculo personal que precipitó la decisión de asesinarlas de esa manera.
La presión social y política sobre el caso es cada vez mayor. Desde el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires aseguraron que el triple crimen “no quedará impune” y que se desplegarán operativos especiales contra las bandas narco que operan en la zona.
Mientras tanto, la causa se mantiene en pleno estado de investigación, con allanamientos y detenciones en curso. La comunidad de Florencio Varela exige respuestas urgentes y teme que este crimen sea solo la punta de un iceberg de violencia aún mayor.