Ataduras y signos de tortura
El hallazgo del cadáver reveló una escena estremecedora:
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Morena tenía los tobillos atados con un cordón de zapatilla, lo que sugiere que fue inmovilizada antes del asesinato.
Cinta plástica en las muñecas y en la boca, utilizada para reducirla e impedir que pidiera ayuda.
Una bolsa plástica en la cabeza, colocada mientras aún estaba con vida, según indicaron los médicos forenses.
En el cuello se detectó un lazo de tela, que podría haber sido empleado para asfixiarla o mantenerla inmovilizada.
El examen médico también determinó que presentaba fracturas en un brazo, en una de las clavículas, una dislocación de fémur y un trauma cervical, este último compatible con fractura de columna.
“Muchas de las lesiones fueron vitales, es decir, se produjeron mientras la víctima aún estaba con vida”, advirtieron los especialistas, un dato que agrava la imputación contra los acusados por el nivel de sufrimiento infligido.
Además, el cuerpo mostraba golpes post-mortem, un signo de ensañamiento que refuerza la hipótesis de homicidio calificado con alevosía y violencia de género.
Estudios complementarios
La fiscalía ordenó la realización de análisis histopatológicos y pruebas de laboratorio vinculadas a la UFEM (Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres) para determinar si hubo abuso sexual previo al homicidio. También se dispuso la evaluación de posibles lesiones vinculadas a violencia de género, dado el contexto del crimen.
Estas pericias buscan cerrar el círculo de pruebas que permita a los investigadores sostener ante la Justicia el pedido de prisión perpetua para los responsables.
Una violencia sin precedentes
El periodista Javier Díaz, de A24, quien sigue el caso de cerca, describió el nivel de violencia reflejado en la autopsia: “He visto muchos crímenes, he presenciado autopsias en morgues judiciales, pero lo de Morena espanta. Tenía lesiones vitales, fracturas, ataduras y golpes incluso después de muerta. Es un caso para perpetua, sin dudas”.
La descripción subraya el carácter mafioso y cruel de un crimen que estremeció a la sociedad argentina y reabrió el debate sobre el poder de las bandas narco que operan en el conurbano bonaerense.
Un crimen que conmocionó a todo el país
Morena, Brenda y Lara fueron vistas con vida por última vez el 6 de septiembre, cuando fueron engañadas y llevadas a una casa en Villa Vatteone, Florencio Varela, donde las mantuvieron secuestradas, torturadas y asesinadas.
Cinco días después, sus cuerpos fueron hallados enterrados en el patio de esa vivienda, en medio de un allanamiento que dejó al descubierto una escena dantesca: restos bajo tierra removida, huellas de limpieza improvisada y objetos personales de las víctimas.
El fiscal Adrián Arribas, a cargo de la causa, ya tiene nueve detenidos, entre ellos Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, considerado el cerebro del secuestro y los homicidios, y Matías Ozorio, su mano derecha.
Ambos fueron capturados en Perú y extraditados a la Argentina. Según los investigadores, Ozorio estaba presente en la casa durante la masacre, lo que lo ubica como coautor del triple crimen.
También hay detenidos acusados de encubrir el delito, trasladar a las víctimas y colaborar en el entierro de los cuerpos, todos bajo cargos de homicidio calificado con ensañamiento, alevosía y violencia de género.