HORROR

La macabra confesión del hombre que cavó el pozo para enterrar a Lara, Morena y Brenda

El triple crimen de Florencio Varela sigue revelando detalles estremecedores a medida que avanza la investigación judicial. En este contexto, el nombre de Ariel Giménez, de 29 años, surge como una de las piezas fundamentales de la causa que investiga el asesinato de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, ocurrido el viernes 19 de septiembre.

La macabra confesión del hombre que cavó el pozo para enterrar a Lara, Morena y Brenda

El triple crimen de Florencio Varela sigue revelando detalles estremecedores a medida que avanza la investigación judicial. En este contexto, el nombre de Ariel Giménez, de 29 años, surge como una de las piezas fundamentales de la causa que investiga el asesinato de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, ocurrido el viernes 19 de septiembre.

Aunque no figura como autor material del crimen, su rol en la logística posterior al asesinato lo coloca en el centro de las sospechas. La justicia lo tiene actualmente imputado por encubrimiento agravado, pero los investigadores no descartan que su participación haya sido más activa de lo que él mismo reconoce.

Un crimen que estremeció a Varela

La noche del 19 de septiembre quedó marcada para siempre en la memoria de Florencio Varela. Tres adolescentes, Brenda, Lara y Morena, fueron brutalmente asesinadas en un caso que rápidamente trascendió las fronteras locales para convertirse en un escándalo nacional.

Con el correr de los días, la investigación fue sumando detenciones clave, reconstrucciones de las últimas horas de las víctimas y testimonios que revelan una trama vinculada a narcotráfico, encubrimientos y violencia extrema.

Entre esas detenciones, la figura de Ariel Giménez llamó particularmente la atención: un joven de 29 años, conocido en la zona, que terminó siendo señalado como el hombre que cavó y rellenó el pozo donde fueron enterradas las víctimas.

El relato de Giménez: entre contradicciones y sospechas

Tras un fallido allanamiento a su vivienda, Giménez decidió entregarse voluntariamente a las autoridades. En esa instancia, ofreció una versión extraoficial de los hechos que rápidamente despertó dudas entre los investigadores.

Según relató, la noche del 19 de septiembre recibió un llamado de una pareja conocida que lo contactó con la excusa de alquilar un parlante para una fiesta. Por ese servicio, dijo haber recibido $30.000 en efectivo y drogas como parte de pago.

Lo llamativo de su declaración llega al día siguiente. Asegura que fue convocado nuevamente por esta pareja para un “trabajo sencillo”, aunque nunca se le explicó en qué consistía. Cuando llegó a la casa, lo llevaron al patio trasero y le mostraron un pozo ya cavado. Allí le pidieron rellenarlo con tierra.

Por esa tarea, según él mismo declaró, recibió $45.000 y un viaje en auto de regreso a su casa, junto con su equipo de música. Antes de irse, la pareja le regaló la pala y el pico utilizados en la tarea, herramientas que posteriormente vendió a un vecino.

La imputación judicial

La explicación de Giménez no convenció a la Justicia. El fiscal Carlos Adrián Arribas, a cargo de la investigación, resolvió imputarlo por encubrimiento agravado, al considerar que su aporte fue decisivo para ocultar las pruebas del crimen.

El hecho de que haya manipulado el pozo donde posteriormente se hallaron los cuerpos de Brenda, Lara y Morena es, para los investigadores, una prueba contundente de su participación activa en la escena del crimen.

Además, su versión genera fuertes contradicciones: ¿cómo no sospechó lo que estaba tapando? ¿Por qué aceptó dinero y drogas en circunstancias tan sospechosas? ¿Y por qué vendió las herramientas, en lugar de entregarlas a la policía?

Silencio frente al fiscal

Este lunes, Giménez fue trasladado a la fiscalía para brindar declaración indagatoria ante el fiscal Arribas. Sin embargo, en una jugada que sorprendió incluso a su defensa, optó por no declarar.

La decisión mantiene un manto de misterio sobre su verdadera participación en la trama. Lo que inicialmente parecía un caso de “encubrimiento ingenuo”, cada vez más se perfila como una colaboración consciente con los autores materiales del crimen.

Fuentes judiciales remarcan que su silencio no hace más que incrementar las sospechas sobre él, dado que las pruebas recolectadas lo vinculan directamente con la logística del entierro de las víctimas.

El valor de las pruebas

Más allá de sus declaraciones, los investigadores cuentan con evidencias concretas que complican la situación procesal de Giménez:

  • Testimonios de vecinos que lo vieron entrar y salir de la vivienda en la que se cavó el pozo.

  • Rastros de tierra en su ropa, compatibles con el sitio del hallazgo.

  • La venta de las herramientas, que podrían haber sido analizadas como prueba material del encubrimiento.

Estos elementos, sumados a las contradicciones de su relato, lo dejan en una posición comprometida, difícil de sostener judicialmente.

Un perfil bajo, pero vinculado al delito

En Florencio Varela, quienes conocen a Giménez lo describen como un hombre de perfil bajo, sin antecedentes mediáticos, pero con vínculos con sectores ligados al narcomenudeo. La entrega voluntaria a la Justicia, lejos de favorecerlo, fue interpretada como un intento de negociar beneficios procesales en medio de un caso de altísima repercusión.

Los investigadores creen que su participación no fue accidental, sino que formó parte de una cadena de favores y complicidades que hicieron posible no solo el crimen, sino también el intento de ocultarlo.

Un caso con muchas piezas por encajar

El triple crimen sigue siendo un rompecabezas judicial en el que cada detenido suma nuevas piezas a una historia que mezcla violencia, drogas y complicidades barriales.

La figura de Ariel Giménez aparece como un eslabón intermedio: no sería el autor material de los asesinatos, pero tampoco un simple “inocente engañado”. Su rol, tal como lo describen los fiscales, fue clave para garantizar la desaparición de las pruebas más importantes: los cuerpos de las víctimas.

Mientras tanto, familiares de Brenda, Lara y Morena exigen justicia plena y rechazan cualquier intento de minimizar la participación de los acusados.

El peso del silencio

El futuro judicial de Giménez dependerá en gran medida de lo que suceda en las próximas semanas. Su defensa analiza la posibilidad de que declare más adelante, aunque por ahora su estrategia parece centrarse en eludir mayores responsabilidades.

El fiscal Arribas, en tanto, sostiene que el silencio del imputado no hace más que reforzar la hipótesis de un encubrimiento planificado, en el que Giménez jugó un rol mucho más decisivo del que está dispuesto a admitir.

En un caso en el que cada detalle cuenta, el destino de Giménez estará atado al avance de las pericias y a la solidez de las pruebas que lo vinculan con el macabro entierro.

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