SE REVELÓ

Quién es la periodista que ayudó en la captura de Pequeño J

La investigación por el triple crimen de Florencio Varela dio un giro determinante cuando las fuerzas de seguridad argentinas lograron capturar a Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, y a su principal operador, Matías Ozorio, en territorio peruano.

Quién es la periodista que ayudó en la captura de Pequeño J

La investigación por el triple crimen de Florencio Varela dio un giro determinante cuando las fuerzas de seguridad argentinas lograron capturar a Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, y a su principal operador, Matías Ozorio, en territorio peruano. La operación, que se desarrolló de manera coordinada entre organismos de ambos países, no solo dejó al descubierto la compleja red que intentaba mantener ocultos a los sospechosos, sino que también destacó el rol inesperado de una periodista peruana cuya intervención fue clave para lograr la caída de los fugitivos más buscados de los últimos meses en Argentina.

En medio de un clima de conmoción nacional por el brutal asesinato de Brenda Loreley del Castillo, Morena Verri y Lara Morena Gutiérrez, la noticia de las detenciones representó un alivio momentáneo para las familias de las víctimas y un avance significativo en el esclarecimiento de uno de los casos más impactantes del año. Las autoridades argentinas no dudaron en subrayar la importancia de la cooperación internacional y, particularmente, de un contacto periodístico inesperado que permitió localizar a los prófugos con una precisión que sorprendió incluso a los investigadores más experimentados.

Durante una conferencia de prensa encabezada por el Ministro del Interior de Perú, Carlos Malaver, sobre la expulsión de Matías Ozorio, un integrante de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) reveló cómo fue que la colaboración con una periodista local resultó fundamental. “Esto no hubiese sido posible sin la interacción de una periodista de este país que quiero destacar”, afirmó el comisario mayor de la Policía Federal Argentina, Flavio Marino, al tomar la palabra ante los medios.

El alto mando policial argentino no tardó en revelar el nombre de la mujer que, sin proponérselo inicialmente, se convirtió en el nexo crucial entre las fuerzas de seguridad de ambos países. “La señora María Horma, quien dio una nota el domingo pasado y, a raíz de esa nota, me pudo contactar y me hizo el enlace con la policía de este país”, reconoció Marino, en una declaración que sorprendió a la prensa local y provocó un aplauso espontáneo en la sala. Lo que comenzó como una entrevista periodística rutinaria terminó transformándose en un punto de inflexión en la investigación internacional.

Según explicó Marino, a partir del contacto con la periodista se inició una comunicación directa con el general Saltos Villalta, uno de los máximos responsables de las operaciones policiales en Perú. “Es así que comienzo a dialogar con el general Saltos Villalta, quien inmediatamente se puso a disposición, con todo su equipo, todo su personal, y comenzamos la operación de búsqueda de estas personas”, detalló el comisario argentino. Sus palabras reflejaron el alto grado de coordinación que caracterizó el operativo, en contraposición a otros casos donde la falta de colaboración internacional suele ralentizar las investigaciones.

“Les agradezco profundamente porque hay dos cosas que realmente quiero destacar. Por un lado, el compromiso que han puesto en tomar el caso como propio y, por el otro lado, han demostrado tener un profesionalismo destacable”, subrayó Marino. Su mensaje no solo fue un reconocimiento institucional, sino también un gesto político que reforzó la relevancia del trabajo conjunto entre Argentina y Perú en materia de seguridad transnacional.

La caída de “Pequeño J” y su operador no fue producto de la casualidad. Según fuentes cercanas a la investigación, el seguimiento se venía realizando desde semanas antes, pero los movimientos constantes de los sospechosos dificultaban su localización precisa. Tony Janzen Valverde Victoriano se había desplazado con discreción por distintas zonas del Perú, aprovechando contactos locales y estrategias de ocultamiento diseñadas para evadir a Interpol y a las autoridades argentinas. Se movía con identidades falsas, utilizando vehículos de carga y rutas alternativas para mantenerse fuera del radar.

Finalmente, el martes 30 de septiembre de 2025, los esfuerzos coordinados dieron resultado. “Pequeño J” fue capturado en el distrito costero de Pucusana, al sur de Lima, cuando viajaba en un camión. Se trató de un operativo que incluyó tareas de inteligencia, seguimientos encubiertos y una vigilancia estratégica en la zona portuaria, donde los investigadores sospechaban que podía intentar escapar por vía marítima. Su detención fue ejecutada sin resistencia, aunque fuentes de la policía peruana aseguraron que el fugitivo portaba documentación adulterada y que intentó convencer a los agentes de que se trataba de un trabajador local.

Paralelamente, en otro punto de la capital peruana, Matías Ozorio fue detenido en Lima, también el 30 de septiembre, en una acción conjunta de la Policía Nacional de Perú y la Interpol Argentina. Considerado uno de los operadores más cercanos a “Pequeño J”, Ozorio era el encargado de articular contactos, manejar logística y brindar apoyo operativo para evitar que el autor intelectual del crimen fuera detectado. Su captura se produjo en un edificio de la zona céntrica de la ciudad, luego de que los investigadores rastrearan llamadas y movimientos electrónicos que lo vincularon directamente con el líder fugitivo.

Fuentes judiciales argentinas aseguraron que la extradición de ambos detenidos ya está en marcha, y que en las próximas semanas podrían ser trasladados a Buenos Aires para enfrentar la imputación formal en la causa por el triple homicidio de Florencio Varela, un crimen que sacudió a todo el país por su brutalidad y por la posible vinculación con redes de narcotráfico. Según la hipótesis más firme, Brenda, Morena y Lara habrían estado involucradas de forma indirecta en un plan para robar un cargamento de droga, lo que habría desatado la reacción violenta de los responsables del negocio.

El caso cobró una enorme repercusión no solo por la edad de las víctimas y la crueldad con la que fueron asesinadas, sino también por el entramado criminal que comenzó a revelarse con el correr de las semanas. “Pequeño J” no es un delincuente común, remarcan fuentes policiales. Su nombre ya figuraba en investigaciones previas vinculadas al tráfico de estupefacientes y al financiamiento de operaciones ilegales en la provincia de Buenos Aires. Su perfil de operador narco con conexiones internacionales explicaba, en parte, la dificultad para dar con su paradero.

La participación de una periodista en el operativo que terminó con su detención puso de relieve la importancia de la prensa en la colaboración ciudadana. María Horma, sin proponérselo como parte de una investigación policial, se transformó en el punto de partida para la caída de uno de los fugitivos más buscados. Su trabajo periodístico y su posterior contacto con la DDI demostraron que, en ciertos casos, la labor informativa puede abrir caminos que las fuerzas de seguridad no habían explorado.

Este reconocimiento público no es menor. Históricamente, la relación entre la prensa y las fuerzas policiales ha sido compleja, marcada por tensiones, desconfianzas y objetivos distintos. Sin embargo, en este caso, el periodismo se convirtió en un aliado clave, no solo para informar, sino también para conectar piezas dispersas de una investigación internacional.

En Argentina, las familias de las tres jóvenes asesinadas recibieron la noticia con una mezcla de alivio y dolor. Por un lado, la detención de los responsables significaba un paso más hacia la justicia; por el otro, el recuerdo de Brenda, Morena y Lara mantenía abierta una herida difícil de cerrar. Vecinos de Florencio Varela organizaron nuevas marchas pidiendo “justicia y cárcel común” para los responsables, mientras la opinión pública seguía atenta cada novedad de la causa.

Las autoridades argentinas saben que la captura de “Pequeño J” y Ozorio no significa el cierre de la investigación. Por el contrario, abre nuevas líneas que apuntan a desentrañar las redes de narcotráfico que operaban en la zona y que podrían involucrar a otros actores aún no identificados. La presencia de estos dos hombres en Perú indicaría una infraestructura criminal más extensa, con ramificaciones internacionales y contactos capaces de ofrecer refugio y movilidad.

Mientras tanto, en Perú, la conferencia de prensa brindada por el ministro Malaver y el comisario Marino dejó un mensaje contundente: la cooperación internacional y el trabajo conjunto pueden dar resultados rápidos y precisos cuando existe voluntad política y profesionalismo. El agradecimiento argentino no solo fue institucional, sino también profundamente personal, dirigido a quienes, sin dudar, decidieron tomar el caso como propio.