Actualmente, Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi cumplen condena a prisión perpetua, considerados coautores del “homicidio doblemente agravado por alevosía y por la participación de dos o más personas”. En tanto, Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi recibieron 15 años de prisión, al ser hallados partícipes secundarios.
La noticia sobre el aislamiento de Thomsen coincide con los días previos al estreno del documental de Netflix “50 segundos: el caso de Fernando Báez Sosa”, previsto para el 13 de noviembre. La serie, compuesta por varios episodios, promete reconstruir con testimonios exclusivos, archivos inéditos y material del juicio oral cada detalle de la noche en la que un grupo de jóvenes rugbiers acabó con la vida de un chico de 18 años que soñaba con convertirse en abogado.
El título de la producción, “50 segundos”, hace referencia al breve pero devastador lapso de tiempo que duró la golpiza que le costó la vida a Fernando. Según los registros de las cámaras de seguridad y los testimonios incorporados al expediente, fueron menos de un minuto de violencia salvaje en los que el joven fue rodeado, golpeado y pateado sin piedad.
Netflix presentó el avance oficial hace unos días, generando un fuerte impacto entre los usuarios y la prensa. En el tráiler se escuchan las voces de los padres de la víctima, Graciela Sosa y Silvino Báez, quienes reviven el calvario que comenzaron a transitar aquella madrugada en la que recibieron la peor noticia de sus vidas. “Nos arrancaron a nuestro hijo, pero no su memoria”, dice la madre entre lágrimas en uno de los fragmentos.
Fernando Burlando, quien también participa del documental, sostuvo que la intención original del proyecto era “exponer la problemática de la nocturnidad, la violencia juvenil y el sufrimiento que continúa atravesando la familia Báez Sosa”. En sus palabras, “el suplicio que vivió Fernando antes de morir se transformó en el suplicio que sus padres padecen cada día desde entonces”.
La historia de Fernando se convirtió, con el paso del tiempo, en un símbolo nacional de reclamo por justicia, empatía y educación en valores. Desde el crimen, miles de personas se movilizan cada año en diferentes ciudades del país para recordar al joven y pedir cambios en la sociedad. Las marchas frente al Congreso y en Villa Gesell, encabezadas por sus padres, se repiten año tras año con el mismo mensaje: “Justicia por Fernando”.
Mientras tanto, la vida de los rugbiers condenados se desarrolla lejos del foco mediático, aunque el interés público por ellos nunca se desvaneció. Máximo Thomsen, quien durante el juicio fue considerado uno de los principales responsables del ataque, ya había protagonizado episodios de tensión dentro del penal de Melchor Romero, donde permanece alojado. En varias oportunidades, fue trasladado de sector por razones de seguridad, debido al rechazo que genera entre otros internos y a los conflictos que mantiene con el personal penitenciario.
Fuentes cercanas al caso indicaron que el reciente altercado de Thomsen se habría producido por una discusión durante una actividad común, aunque no trascendieron los motivos exactos. Tras el hecho, las autoridades decidieron aislarlo de manera preventiva para evitar nuevas confrontaciones.
El aislamiento, explicaron especialistas en derecho penitenciario, no implica necesariamente un castigo disciplinario, sino una medida de resguardo tanto para el interno como para el resto de la población carcelaria. Sin embargo, la soledad y el encierro prolongado pueden tener efectos psicológicos severos, especialmente en personas jóvenes que enfrentan condenas largas y mediáticas.
Por su parte, el caso de Luciano Pertossi, quien intentó atentar contra su vida semanas atrás, despertó una profunda preocupación. El joven fue asistido por personal médico y permanece bajo observación, con seguimiento psicológico permanente. Según los informes, su estado es estable, pero las autoridades decidieron mantenerlo aislado por precaución.
El eco del caso Báez Sosa continúa generando debate público. La sociedad argentina aún recuerda con dolor y enojo la secuencia de los hechos: el grupo de rugbiers que atacó a Fernando, los videos que registraron la agresión y la sensación de impunidad que muchos temieron en los meses posteriores al crimen. El juicio oral, transmitido por los principales medios, fue seguido en vivo por millones de personas, y la sentencia marcó un antes y un después en la historia judicial reciente del país.
La cobertura mediática del documental promete reavivar la discusión sobre la violencia en los jóvenes, el consumo de alcohol y la cultura del exceso, temas que ya habían sido analizados durante el proceso judicial. Diversos especialistas en sociología y psicología señalaron que este caso refleja una problemática social mucho más profunda, en la que convergen la falta de contención, la presión grupal y una idea distorsionada de la masculinidad.
“50 segundos: el caso de Fernando Báez Sosa” busca, según sus creadores, “mantener viva la memoria del joven y abrir un espacio de reflexión colectiva”. El documental contará con la participación de periodistas, testigos, allegados y abogados, quienes ofrecerán su mirada sobre lo ocurrido aquella madrugada de enero.
En ese contexto, las recientes noticias sobre Thomsen y Pertossi vuelven a mostrar que, más de tres años después del crimen, el caso sigue teniendo consecuencias humanas, judiciales y sociales. Las familias de los condenados enfrentan el peso mediático, mientras que los padres de Fernando continúan luchando por mantener el legado de su hijo.
Burlando, en declaraciones a distintos medios, remarcó que la búsqueda de justicia no terminó con la sentencia. “Para nosotros esto no es un cierre, es apenas un paso. Hay que seguir trabajando para que ningún chico más muera de esta forma”, expresó el abogado, visiblemente conmovido.
A pocos días del estreno, la expectativa por el documental crece, y se espera que millones de argentinos lo vean. La historia de Fernando Báez Sosa, más allá del horror, sigue siendo una llamada de atención sobre lo que la violencia puede destruir en segundos: la vida de un joven, la paz de una familia y la conciencia de toda una sociedad.