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Mercedes Ninci reveló la aberrante última propuesta que le hicieron a Lara Gutiérrez antes de ser asesinada

La investigación por el triple crimen narco de Florencio Varela sigue revelando detalles cada vez más siniestros, y en las últimas horas se conoció un relato estremecedor que suma nuevas piezas a un caso que ya conmociona al país.

Mercedes Ninci reveló la aberrante última propuesta que le hicieron a Lara Gutiérrez antes de ser asesinada

La investigación por el triple crimen narco de Florencio Varela sigue revelando detalles cada vez más siniestros, y en las últimas horas se conoció un relato estremecedor que suma nuevas piezas a un caso que ya conmociona al país. Al aire de Radio Mitre, la periodista Mercedes Ninci analizó junto a Eduardo Feinmann la declaración completa de Celeste Magalí González Guerrero, la inquilina de la vivienda donde se cometieron los homicidios. En su testimonio, la joven describió una propuesta aberrante que integrantes de la banda narco le hicieron a Lara Gutiérrez, la menor de las víctimas, momentos antes de ser asesinada.

Desde el estudio, Ninci no ocultó su impacto ante la crudeza de las palabras de la testigo. “Cada vez más escalofriantes”, calificó los hechos, y agregó: “Ni a ningún guionista de una película se le ocurre una cosa así”. La frase resume el espanto que rodea a este caso, donde la violencia narco, las traiciones internas y las atrocidades cometidas superan cualquier ficción.

Durante la conversación, Ninci explicó que Celeste Magalí involucró directamente a varios de los sospechosos clave. “Ella lo manda al frente a Sotacuro y manda a un montón de gente al frente”, señaló la periodista, en referencia a Víctor Sotacuro, uno de los principales detenidos por el triple crimen y considerado una pieza clave en la logística del ataque.

Sobre este acusado, Ninci aclaró detalles de su participación. “Es el que detienen en Bolivia y es el que dijo que iba en el auto de atrás, aunque Magalí lo ubica en el auto de adelante, en el asiento del acompañante”. Esta contradicción entre declaraciones genera dudas sobre la veracidad de los testimonios, en un contexto donde varios implicados intentan acogerse a la figura del arrepentido para obtener beneficios judiciales.

Siguen los arrepentidos, no sé si dicen la verdad o dicen cualquier cosa”, apuntó Ninci, marcando la desconfianza que rodea las versiones que se acumulan en la causa. En ese momento, el abogado Gabriel Iezzi intervino para subrayar un punto central: “Todos intentan mejorar su propia situación judicial”. Esta frase pone en evidencia que la investigación enfrenta un entramado de versiones cruzadas, donde cada acusado busca salvarse, aunque para eso implique involucrar a otros.

Uno de los datos más relevantes del testimonio de Celeste Magalí fue la cantidad de personas presentes en la vivienda la noche del crimen. “Por lo que tengo contado hasta ahora, menciona que hubo nueve personas en esa casa, nueve hombres”, explicó Ninci. Según la periodista, la joven acusó directamente a su expareja como el autor material de los asesinatos, señalando que, aunque actualmente están separados, en ese momento ambos tenían vínculos con el entorno narco.

El relato incluyó detalles que no solo describen un crimen múltiple, sino también una escena de crueldad planificada y deshumanizante. Celeste mencionó a un “tipo canoso, de tez blanca”, cuya identidad aún no se reveló públicamente, que le hizo una propuesta escalofriante a Lara Gutiérrez, de tan solo 15 años. “Él era el que le prometía a Lara, la más chiquita, cuando ya habían muerto las otras dos, que iba a tener mejor muerte si hacía el amor con él”, relató la testigo.

Este fragmento de la declaración generó una reacción inmediata en el estudio. Indignado, Eduardo Feinmann expresó: “Qué horror, todo. Todo un horror”, dejando en claro el impacto que produjo escuchar semejante brutalidad. Acto seguido, el periodista anticipó: “Después vendrá tiempo de careos”, en alusión a la próxima etapa judicial donde las versiones deberán contrastarse cara a cara.

Este nuevo testimonio no solo suma un nivel de perversión que estremece, sino que también complica la situación de varios de los detenidos, al ponerlos en la escena con detalles que podrían ser corroborados por otros elementos de prueba. La mención de un “tipo canoso” introduce la posibilidad de un actor adicional dentro de la estructura criminal, quizá de un rango más alto o con un rol más específico en la ejecución final del crimen.

La causa por el triple crimen de Florencio Varela se convirtió en una trama densa de lealtades rotas, venganzas y pactos rotos entre narcotraficantes. Las víctimas —Brenda del Castillo (20), Lara Gutiérrez (15) y otra joven aún no identificada públicamente en algunos tramos de la investigación— fueron torturadas y asesinadas en una vivienda del barrio La Sirena, un lugar que según los investigadores funcionaba como base de operaciones del grupo narco. Allí, además de perpetrar los asesinatos, los criminales buscaron enviar un mensaje de poder y disciplinamiento a quienes los rodeaban.

La declaración de Celeste Magalí también expuso que, en la casa, además de las víctimas y los sicarios, había un número importante de personas que participaron de distintas maneras: algunos colaboraron con el traslado, otros vigilaron, y varios habrían estado presentes en los momentos finales de las jóvenes. Esta multiplicidad de roles complejiza la identificación precisa de quién ejecutó cada acción, y abre un abanico judicial donde cada testimonio será clave para delimitar responsabilidades.

Otro punto que surge con fuerza en este relato es la estrategia de defensa de los imputados, especialmente de Sotacuro. Desde su detención en Bolivia, el acusado buscó posicionarse como un “testigo arrepentido”, intentando desligarse de los homicidios y adjudicando las responsabilidades a terceros. Sin embargo, la declaración de Celeste lo ubica directamente en una posición protagónica, contradiciendo su versión y comprometiéndolo aún más.

En paralelo, la figura de Celeste Magalí González Guerrero se vuelve cada vez más central. Como inquilina de la casa, su testimonio es clave para entender cómo se planificó y ejecutó el crimen. No obstante, su propia participación también está bajo la lupa: los investigadores analizan si fue una simple testigo involuntaria o si tuvo algún grado de complicidad, ya sea por acción u omisión, al permitir que su vivienda se convirtiera en el escenario de uno de los crímenes más atroces de los últimos años.

La tensión en torno a sus palabras es alta. Cada declaración genera reacciones cruzadas entre los familiares de las víctimas, los abogados defensores y los fiscales. La justicia busca distinguir entre información veraz y maniobras judiciales, en un caso donde la línea entre víctima, testigo y cómplice a veces parece difusa.

Mientras tanto, el entorno narco que rodea a este crimen sigue activo, lo que genera preocupación entre los investigadores. Existen indicios de que las víctimas fueron asesinadas no solo como represalia, sino también como parte de una advertencia interna dentro de la organización, lo que explica la brutalidad de los métodos utilizados y la participación de múltiples personas. La propuesta sexual aberrante al final del testimonio podría entenderse dentro de esa lógica de sometimiento total y de demostración de poder.

En este escenario, los careos y las pericias judiciales que se avecinan serán determinantes para definir el rumbo de la causa. Se espera que las declaraciones de Celeste Magalí, Sotacuro y otros detenidos sean contrastadas en presencia judicial, para evaluar la coherencia de cada versión y detectar posibles contradicciones. Además, los investigadores analizan los registros telefónicos, cámaras de seguridad y otros elementos de prueba que podrían respaldar o desmentir lo dicho por los implicados.

La conmoción social por este caso no cede. Cada nueva revelación, como la que se conoció en el programa de Feinmann y Ninci, profundiza el horror y la indignación de la opinión pública. No se trata solo de un triple crimen, sino de una radiografía cruda del accionar de bandas narco en el conurbano bonaerense, donde la violencia se mezcla con la impunidad y las redes de complicidades alcanzan varios niveles.

El testimonio de Celeste Magalí marca un antes y un después en la investigación. Su relato rompe silencios y pone nombres y rostros en escenas que hasta ahora estaban fragmentadas. A medida que avancen las instancias judiciales, será crucial determinar qué parte de su declaración se confirma con pruebas concretas y cuál puede formar parte de estrategias individuales para reducir condenas.

Mientras tanto, las familias de Brenda, Lara y la tercera víctima esperan justicia. La sociedad, impactada por cada detalle macabro que se conoce, también exige respuestas. Y en los tribunales, la causa del triple crimen de Florencio Varela avanza como una de las investigaciones más complejas, oscuras y mediáticas de los últimos tiempos, con cada testimonio revelando un nuevo capítulo de una historia de horror que parecía no tener fondo.