La secuencia del accidente quedó registrada en un video que el propio Ibarra filmaba mientras manejaba. En la grabación, que circuló posteriormente en redes sociales y generó una fuerte conmoción, se puede ver con claridad cómo la motocicleta se aproxima a la curva, y cómo en cuestión de segundos, el conductor pierde el control del vehículo, se desvía hacia la banquina, roza el pasto y cae brutalmente al asfalto.
La cámara, sujeta al casco o al manillar, capturó los últimos instantes de su vida, desde la tensión en la curva hasta el momento en que el cuerpo de Félix rueda varios metros por la carretera. Lo que había empezado como un simple registro personal de su trayecto terminó por documentar, de forma involuntaria, una muerte anunciada por la imprudencia al volante.
Tras la violenta caída, varios compañeros que viajaban en otra moto lo auxiliaron de inmediato. La escena fue desesperante. Félix estaba inconsciente, con visibles golpes en la cabeza y lesiones múltiples. Fue trasladado de urgencia a la Clínica Bahía, ubicada a pocos kilómetros del lugar del accidente.
Los médicos intentaron reanimarlo y estabilizarlo, pero el daño ya estaba hecho. La combinación de un fuerte traumatismo craneal, múltiples fracturas y hemorragias internas terminó por sellar su destino. Minutos después de ser ingresado, se confirmó su muerte, dejando a familiares, amigos y vecinos devastados.
El fallecimiento de Félix Ibarra sacudió a todo Beberibe. Sus vecinos lo recuerdan como un hombre humilde, entusiasta del deporte y muy cercano a los jóvenes del barrio. “Siempre estaba organizando partidos o enseñando a los chicos a jugar mejor. Era un referente del barrio”, dijo uno de sus amigos, visiblemente afectado.
La noticia corrió como un reguero de pólvora. A la mañana siguiente, decenas de personas se reunieron frente a la casa de sus padres para brindar apoyo y compartir el dolor. Las redes sociales también se llenaron de mensajes, fotos y videos que lo recordaban como un “guerrero de la cancha” y una persona “siempre dispuesta a dar una mano”.
Pero también hubo palabras de advertencia. Algunos usuarios utilizaron el trágico final de Félix como ejemplo de lo que puede suceder cuando se conduce de forma temeraria. “No es solo una pérdida. Es una lección para todos los que creemos que nada va a pasarnos. La velocidad mata”, escribió otro allegado.
El caso de Félix Ibarra vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre la seguridad vial, especialmente en motociclistas que suelen subestimar los riesgos de manejar a altas velocidades, incluso cuando las condiciones de la ruta no lo permiten.
La carretera CE-040, en el estado de Ceará, es una vía conocida por sus tramos sinuosos, donde se han producido múltiples accidentes en los últimos años. A pesar de la señalización, muchos conductores deciden acelerar, ya sea por confianza, adrenalina o simple desprecio por las normas.
Según estadísticas oficiales del Departamento de Tránsito de Brasil, la mayoría de los accidentes fatales en rutas se deben a excesos de velocidad y pérdida de control en curvas peligrosas. En el caso de Ibarra, su velocidad era más del doble de la permitida, lo que dejó prácticamente nulas las posibilidades de reaccionar o frenar a tiempo.
La difusión del video donde se observa el accidente ha generado una mezcla de dolor y polémica. Muchos consideran que debería ser eliminado por respeto a la familia del fallecido, mientras que otros creen que debe ser utilizado como material de concientización para mostrar las consecuencias reales de conducir sin responsabilidad.
Especialistas en seguridad vial coinciden en que el impacto emocional que produce ver un accidente real puede tener más efecto que cualquier campaña publicitaria. En este caso, el video no solo refleja un momento trágico, sino que también retrata la actitud negligente de un conductor que, sin intención, pagó con su vida.
Para muchas personas, especialmente en regiones de América Latina, la motocicleta representa libertad, velocidad y economía. Pero también es, estadísticamente, uno de los vehículos más peligrosos para trasladarse.
Félix Ibarra confiaba en su moto. La conocía, la usaba casi a diario y disfrutaba de la sensación de moverse con rapidez. Sin embargo, ese mismo vehículo, aliado durante tantos años, se transformó en el instrumento que le quitó la vida.
La relación entre motociclistas y el riesgo es compleja. Muchos se sienten invulnerables o hábiles, pero basta una curva mal tomada, una distracción o un exceso de confianza para cambiarlo todo.